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Editorial

Sobre el voto que el alma pronuncia

Reflexiones a vuela pluma

Por Alberto Grille.

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Caras y Caretas Diario

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Las lecturas que ofrece la elección interna de los partidos realizada el domingo son pocas pero nítidas.

En primer lugar, hay que recordar que estamos ante una elección donde el voto no fue obligatorio, realizado un domingo de tiempo muy malo en el que comenzaban las vacaciones de julio. Esto limita, en ese 40% que concurrió a votar, una representatividad que se manifestará recién en las próximas dos instancias, en las que el voto es obligatorio, el que se emitirá el último domingo de octubre y eventualmente, si hubiera balotaje, el que ocurra el último domingo de noviembre.

Recordemos que terminó la instancia en que se eligieron los candidatos presidenciales de cada partido, y que la elección que viene, el 27 de octubre, elegirá a los integrantes del Parlamento nacional (senadores y diputados) y a los dos candidatos que, si ninguno obtiene el 50% más uno de los votos, pasará al balotaje. Este se realizará el domingo 24 de noviembre, entre esos dos candidatos más votados y nombrará al titular del Poder Ejecutivo, que en nuestro país tiene un enorme poder de decisión.

Psicológicamente, los blancos salen eufóricos y los frenteamplistas heridos. En rigor los dos exageran en sus reacciones. Ni los blancos ganaron ni los frenteamplistas fueron derrotados. Sin embargo, la votación  de Lacalle fue muy importante y la de Daniel Martínez fue magra. No obstante en los cuatro meses que faltan se verá quién da el Jaque Mate.

 

Así las cosas, vayamos por partes:

1.- Según las cifras oficiales de la Corte Electoral, con el 99.7% de los votos escrutados, votaron 1.076.300 ciudadanos, 40% de los habilitados: 47 % de los votos fueron al Partido Nacional, 26.7% al Frente Amplio, 19% al Partido Colorado y 5% a Cabildo Abierto, el nuevo partido con sesgo militar de Guido Manini Ríos, convertido en la cuarta fuerza política, que es una de las sorpresas de  la elección. Reiteramos que estas cifras no son extrapolables a las que habrá en elecciones con voto obligatorio. Son elecciones distintas, con propósitos diferentes en donde se sabe por la serie histórica que los resultados no son comparables.

2.-Dentro de cada partido los porcentajes obtenidos por los precandidatos son: en el Partido Nacional, Luis Alberto  Lacalle Pou obtuvo el 53.7%, Juan Sartori el 20.7%, Jorge Larrañaga 17.4%, Enrique Antía 7.5% y Carlos Iafigliola 0.3%.

3.- En el Partido Nacional, Lacalle cerró la noche misma de la elección la fórmula con  Beatriz Argimón. En verdad, el dedazo que señaló a la ex diputada hoy integrada de lleno al lacallismo, no necesitó la aprobación de Larrañaga , ni Antía ni Iafigliola quiénes solamente procuraron evitar el posible reclamo de Sartori, su participación en la consideración de la fórmula y la propia presencia indeseable del joven Juan en la sede del llamado Honorable.

El gesto de Lacalle denota más soberbia que generosidad al nombrar a quién él también había nombrado a la presidencia del Directorio.

El triunfo de Lacalle fue categórico y representa el  estilo «no confrontativo». Lacalle no contendió con nadie, dentro ni fuera de su partido, más allá de algún exabrupto, sin consecuencias contra su antiguo contribuyente, Juan Sartori.

Precisamente ahí, en el megamillonario que en seis meses obtuvo la quinta parte de la Colectividad de Oribe, se hizo para siempre un poderoso adversario al que va a tener que soportar con sus senadores y diputados, y que seguramente no le va a dar tregua cuando los tiempos se cumplan, sobre todo si el candidato blanco pierde las nacionales en el balotaje por segunda vez, ahora ante Daniel Martínez.

La arrasadora victoria del lacallismo borra toda huella de wilsonismo, si es que quedaba alguna, en el Partido Nacional porque además el candidato es implacable. Que no esperen nada Larrañaga, ni Antía, ni sus compañeros, quiénes cosecharon una inocultable derrota.

Ayer, en la Casa del Partido que recuperó Wilson, estaba exultante uno de sus mayores enemigos, Ángel María Gianola, el estratega de la masacre del Filtro. Él junto a Ignacio de Posadas estaban en los primeros lugares de la lista 71, la lista emblemática del herrerismo. Esos son los hombres que traerá Pompita.

Pero las desgracias nunca vienen solas, la presencia de esta megafauna de la derecha viene con la amenaza de un «shock de austeridad» – recortarán 900 millones de dólares de gasto público, si nadie se les resiste – y una Ley de Urgencia que tratarán de aprobar en los primeros 100 días, cuyo contenido se desconoce. Sería una gran contribución al debate  político conocer las ideas que se proponen proyectar  en este peligroso articulado de urgente consideración, para  tener noción de la magnitud del cetáceo que  intentarán contrabandearnos por las ventanas de la norma.

En el Frente Amplio, Daniel Martínez obtuvo el 41.9% de los sufragios, Carolina Cosse 25.5%, Oscar Andrade 23%, Mario Bergara 9.2%. Si bien el FA no hizo demasiado esfuerzo en esta elección interna, quedó  un regusto muy amargo en dirigentes y militantes, que ven el enorme despliegue, la soberbia  y la ferocidad con la que se conforma una fórmula conservadora Lacalle -Talvi – Manini – Mieres, solamente unida por el rechazo a la Izquierda, que cuenta con el respaldo sin fisuras de todos los grandes medios de comunicación, televisivos y escritos.

El Frente Amplio enfrenta numerosas dificultades que se vuelven evidentes con el paso de las semanas. Primeramente la debilidad de su conducción, que estuvo más o menos ausente en la campaña electoral  realizando una muy baja inversión publicitaria que, por otra parte, puso fuera de juego a las candidaturas más débiles.

Todo indica que hasta ahora, el Frente Amplio no ha encontrado la forma de recuperar a los «desencantados» que según Oscar Bottinelli son los que definen la elección nacional.

Lo mejor de la campaña ha sido la unidad de los candidatos, la existencia de un programa común, la foto de los cuatro y la movilización de alguna de sus bases. Lo peor es la escasa participación de los frenteamplistas, la falta de entusiasmo, la escasez de recursos y la falta de propaganda, en especial en los grandes medios de comunicación. El triunfo de Daniel Martínez es inobjetable, pero no debe olvidarse que su votación no fue ni por asomo espectacular. La votación de Cosse y Andrade fue también muy importante, como lo fue  , aunque en menor medida, la de Mario Bergara.

Si éstas consideraciones políticas hablan de problemas en el Frente Amplio, los problemas en la economía parecen estar en el orden del día.

La coyuntura económica es adversa en  lo internacional y lo nacional. Se percibe la escasez de circulante y empleo y si para algunos estas cosas son difíciles de percibir, Astori se permite, en nombre de la honestidad, recordarnos  que la economía está  estancada y las mejores predicciones de crecimiento y déficit fiscal son una profecía incumplible. Tal vez sea poco lo que se pueda hacer en este ámbito en los pocos meses que quedan por delante hasta las elecciones, pero no estaría mal cumplir con los planes previstos y las inversiones presupuestales ya acordadas para el año. Si el Ministerio de Economía está apretando los créditos para contener el déficit, mejor haría a Uruguay y a la propia imagen de la izquierda en año electoral que afloje la mano un poco.

En lo que refiere a la composición de la fórmula debería estar todo dicho. Si Carolina Cosse demostró valentía, capacidad e inteligencia, tanto a lo largo de sus años de gestión como en la campaña por la candidatura,  también exhibió madurez, lealtad y frenteamplismo para aceptar una derrota en la interna. Es evidente que tiene fuertes resistencias, particularmente de Daniel Martínez, que no ha querido nominarla sin analizar otras opciones. Pero respetando la lógica de lo que ha resuelto hasta el momento el Frente Amplio sobre la integración paritaria de la fórmula, y tomando en cuenta el desempeño en las elecciones del domingo pasado,  si el candidato electo no elige a Carolina Cosse, es probable que le sobre el tiempo para arrepentirse. Ha trascendido que Tabaré y Mujica le  sugirieron a Daniel Martínez que oyera la voz de las urnas, y completara la fórmula con la ingeniera, que además fue la única precandidata mujer entre 28 nombres que se postularon en el sistema político. Los diablos saben por diablos, pero más saben por viejos.

En el Partido Colorado, Ernesto Talvi se llevó el 53.7% de los votos, Julio María Sanguinetti el 32.7%, José Amorín Batlle 13.2%, Edgardo Martínez Zimarioff 0.1%, Pedro Etchegaray 0.02% y González Queiro 0.002%.

Lo primero a señalar es que otra vez asistimos al triunfo del estilo no confrontativo de Talvi, el mismo que utilizaron Pompita y Martínez.

El propósito de Sanguinetti de profundizar las diferencias, confrontar, definir familias ideológicas irreconciliables y poner una zanja entre uruguayos, parece haber fracasado.

Ese es el signo de estos tiempos en nuestro país, por suerte.

Habrá que ver por cuánto tiempo…

El segundo es que si alguien acusó a Sartori de mentir, el economista de Chicago y rabioso neoliberal Ernesto Talvi mintió mucho más que él. Aconsejado seguramente por su hábil publicista, se olvidó del estilo tecnocrático de «Ciudadanos» (nombre copiado del grupo de derechas español) y se metió en el bolsillo el odio feroz que los neoliberales como él sienten por José Batlle y Ordóñez y su obra, para hablar del «pequeño país modelo», poner claveles rojos en tumbas y estatuas, y hablar de Don Pepe Batlle por todos lados.

No contento con esa enorme mentira, reincidió hasta el aburrimiento en la de hablar del supuesto padrinazgo de Jorge Batlle, al que dejó en la estacada cuando éste fue a visitarlo a su casa para que fuera ministro de Economía en lo peor de la Crisis de 2002 , y de la prohibición de mencionarlo que le formuló varias veces Raúl Lorenzo Batlle Lamuraglia, el hijo del difunto Jorge.

En otro sentido, el triunfo de Ernesto Talvi sobre Julio María Sanguinetti significa conceptualmente la muerte definitiva del Batllismo de José Batlle y Ordóñez.

Sobre Cabildo Abierto, el partido pro militar de Guido Manini Ríos tuvo una votación importante. Se nutrió de votos de derecha, colorados y blancos y de militares y familiares de los mismos. Habrá que ver cómo se comporta el propio Manini que deberá satisfacer a sus votantes y desplegar sus ideas para saber bien lo que piensa y en qué medida se prestará al proyecto  neoliberal,  pro yanky y antiartiguista de la fórmula Lacalle –Talvi.

Sobre el Partido Independiente de Pablo Mieres – Gerardo Sotelo, alcanza con decir que sacó el 1%. No hay lugar  para nada que siquiera haya sido de izquierda en la coalición que Lacalle anunció en la noche del domingo

El Partido de la Gente, de Edgardo Novick, tampoco figuró en el marcador.

Ambientalistas y  Animalistas, casi mejor que la Unidad Popular.

 

Botellas al mar

No voy a ocultar que no me gustan los resultados del domingo, por muy parciales que sean. Sé muy bien que viene una etapa completamente distinta, pero no arrancamos bien.

Tenemos enfrente una fórmula Lacalle – Talvi, que de ganar arrastrará al  país por el camino de Macri y Bolsonaro, perjudicando grave y acaso irreversiblemente la economía del país y a sus pobres, sus trabajadores  y sus jubilados.

Esa fórmula encabezará una coalición de derechas que es muy potente, está llena de entusiasmo, y tiene el apoyo de todos los grandes medios de comunicación y de las poderosas cámaras de empresarios. Son rapaces, feroces, voraces, van por todo y surfean en una oleada de derecha continental.

El Frente Amplio tiene mucho por hacer y tiene abierto el camino de la victoria si abandona su modorra y se pone las pilas, empezando por la numerosa dirigencia que tiene.

Confío en Tabaré, Mujica, el gabinete Ministerial y naturalmente en Daniel, la vicepresidenta que elija, cualquiera sea y en los otros compañeros que participaron en ésta elección y se pusieron las pilas

Y en la gente frenteamplista que es la que hasta ahora ha ganado todas las batallas … Y la que no abandona.

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