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Día Internacional de la Mujer

De Rusia al mundo

Por Leonardo Borges.

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El Día Internacional de la Mujer se conmemora todos los 8 de marzo desde principios del siglo XX, gracias a un hecho acaecido en la Rusia prerrevolucionaria. Esas mujeres fueron la mecha que encendió Rusia y facilitó la Revolución. Una fecha de lucha, obrera y persistentemente combativa, que quizás corre el riesgo de ser subsumida por el statu quo y la voracidad de los mass media.

León Trotsky escribió en su Historia de la Revolución Rusa, publicada en 1932, sobre los inicios del movimiento que culminó con la primera revolución socialista triunfante de la historia de la humanidad. La mujer ocupó un lugar muy especial en aquellos inicios, desoyendo la pasividad y tibieza masculina por aquellos días. Eso sucedió un 8 de marzo de 1917 y por esa razón tal fecha fue declarada fiesta nacional en la Rusia soviética. Según el calendario juliano, utilizado por los rusos por aquellas estaciones, fue un 23 de febrero.

“El 23 de febrero [8 de marzo] se celebró el Día Internacional de la Mujer. Los elementos socialdemócratas se proponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución”. Las órdenes de los soviets más combativos eran las de no ir a la huelga y, aunque las masas, según lo atestigua Trotsky, estaban excitadísimas, “la organización bolchevique más combativa de todas, el Comité de la barriada obrera de Viborg, aconsejó que no se fuese a la huelga”. A pesar de la orden sindical, “al día siguiente, haciendo caso omiso de sus instrucciones, se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los metalúrgicos pidiéndoles que secundaran el movimiento”. Finalmente todos salieron a las calles. Las mujeres de San Petersburgo exigían “Pan y Paz”, pidiendo el fin de la Primera Guerra Mundial, el fin de la escasez de alimentos en Rusia y el fin del zarismo.

Esto finalizó en una huelga en masa, chispa iniciática nada menos que de la Revolución Rusa de febrero, etapa primaria en la que toman en poder los mencheviques (en castellano “minoría”, en contraposición a los bolcheviques, “mayoría”; los primeros moderados y liberales y los segundos marxistas y, por ende, radicales. Los nombres quedaron establecidos en una reunión en la que los bolches eran mayoría, lo que no fue necesariamente así todo el tiempo).

La Revolución Rusa se desencadenó a través de dos etapas bien marcadas, una primera en la que tomaron el poder los mencheviques liderados por Kerensky y una segunda etapa en la que los bolcheviques, liderados por Vladimir Ilich Ulianov (Lenin), tomaron el poder el 25 de octubre de ese año (7 de noviembre en el calendario gregoriano), lo que fue conocido como Revolución de Octubre.

El 8 de marzo es en esencia una fecha combativa, desde los inicios del siglo XX –sostenida sobre una funcional leyenda de mediados del siglo XIX–, encaramada detrás de la lucha de clases, encarando a las clases dominantes, escupiendo en la cara del statu quo de los Estados nacionales, sosteniendo la lucha de las mujeres por sus derechos.

El origen

Una de las más repetidas historias trágicas sobre el origen del 8 de marzo tiene su escenario en Nueva York en 1857. En una fábrica –cuyo nombre varía según el relator de la historia– en medio de una protesta de las obreras por sus derechos, el dueño de la misma las encerró y las prendió fuego, dejando un saldo de 129 mujeres obreras muertas. No existen empero documentos que avalen estas versiones, que obviamente recorrían de una punta a la otra del mundo cada 8 de marzo, encendiendo la mecha de la indignación y la protesta. Otro de los relatos no probados pero funcionales establecía que el asesinato de obreras (en este caso 145) había sido el 8 de marzo pero de 1908, aunque según el calendario histórico ese día fue domingo. Nueva York sería en todos los casos la ciudad del desastre. El incendió sí existió, pero fue posterior al establecimiento del día de la mujer en la Conferencia de Mujeres Socialistas. En la fábrica Triangle Shirtwaist Company de Nueva York fallecieron más de un centenar de obreras en 1911.

Pero más allá de mitos fundacionales, el Día de la Mujer surge encaramado detrás de muchas realidades de ese tipo que se repetían una y otra vez, en las que la lucha de las feministas se chocaba de frente contra el muro de concreto de las instituciones, de la costumbre, de la iglesia, de las clases dominantes y hasta de sus propias congéneres que no comprendían la importancia de la lucha.

Fue recién en 1910 que, en Copenhague, se inició la discusión en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y se aprobó por unanimidad el establecimiento del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La socialista alemana Clara Zetkin fue quien hizo la propuesta internacionalista.

De las entrañas del movimiento obrero, de la lucha de las trabajadoras, surge con fuerza la fecha y la marca registrada de choque contra el poder establecido.

El recuerdo de Trotsky las coloca iniciando la Revolución Rusa, en medio de la escasez de alimentos y el descontrol de una Rusia exhausta y sometida. Lenin lo estableció como fiesta nacional de la URSS –aunque continuó siendo un día laborable hasta los años 60– “en conmemoración de los méritos de las mujeres soviéticas en la construcción comunista”.

La construcción del Día de la Mujer tuvo varios jalones importantes, entre los que se puede destacar cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) lo declaró oficialmente en 1977 y proclamar el 8 de marzo como el Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz. A partir de entonces, el día dejó de ser de la mujer obrera para ampliarse al mundo, dejando de ser casi exclusivamente de los países comunistas o los sectores de izquierda del mundo entero.

Desde ese momento, la fecha ha sufrido variantes según los países. El 8 de marzo es festivo nacional en Afganistán, Angola, Azerbaiyán, Bielorrusia, Burkina Faso, Camboya, Cuba, Georgia, Guinea-Bissau, Eritrea, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Moldavia, Mongolia, Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Uganda, Ucrania, Uzbekistán, Vietnam y Zambia. Por su parte, otros sitios llevan adelante la modalidad del día festivo sólo para mujeres. Ocurre esto en China (solo media jornada), Macedonia, Madagascar y Nepal. En otros casos, como el de Camerún, Rumania, Bulgaria o las antiguas repúblicas yugoslavas, el día no es oficialmente festivo, pero sí se festeja extraoficialmente. Inclusive algunas empresas dan el día libre a las mujeres empleadas allí. En Italia o Rusia, o inclusive Albania, se da la extraña costumbre de regalar flores, inclusive deben ser amarillas en la península itálica, transformando el día de lucha en un segundo Día de la Secretaria.

De este modo, la lucha por los derechos está más viva que nunca, pero debe ser ontológicamente combativa y seguramente no morigerada por los medios masivos de comunicación, avalada por el Estado, sostenida en las ONG (que en esencia están financiadas por las oligarquías más recalcitrantes) y, por ende, entreverada con los grandes poderes imperiales. Igualmente celebremos la lucha. Queda mucho por hacer y por conseguir, queda mucho por lo que luchar y espacios que llenar, quedan muchas más marchas y paros y huelgas, pero quizás no sea lo mejor que el 8 de marzo sea subsumido por el poder y vaciado de contenido.

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