En 2019 un grupo de personas denunció al sacerdote Mauricio Víquez en Costa Rica por pedofilia, violación y abuso sexual. La Justicia de Costa Rica condenó a Víquez a 20 años de cárcel. El religioso huyó del país cuando lo denunciaron. Sin embargo, lo recapturaron en México en 2019. El arzobispo de San José enfrenta juicio civil por encubrir al cura acusado.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Anthony Venegas y Michael Rodríguez fueron los primeros en denunciar. «Hace poco más de 3 años mi amigo Michael Rodríguez y yo iniciamos una lucha por sanación y justicia; denunciamos públicamente al sacerdote pedófilo Mauricio Víquez por sus abusos sexuales a menores de edad, y a los altos mandos de la iglesia católica por el encubrimiento de los mismos», escribió Venegas en su cuenta de Facebook.
«Con esta acción retamos a una sociedad que juzga, ataca y que cuestiona a las víctimas en lugar de al abusador, a las leyes de este país que se quedan cortas en la gestión de la violencia sexual y de delitos sexuales a menores, y a las cabezas de la iglesia católica que no nos demostraron ni la más mínima humanidad o respeto como sobrevivientes y mucho menos la humildad de aceptar la responsabilidad que tienen en todo esto.
Hoy después de tanto tiempo inicia el juicio contra el cura y abusador Mauricio Víquez, y acá estamos todos los sobrevivientes de su maldad esperando un resultado positivo y que se haga justicia, que el resultado de nuestra lucha sea un mensaje de esperanza para las víctimas y una amenaza directa a tanto abusador y sus encubridores».
Víquez fue condenado a veinte años de prisión por violar a un niño de 11 años en el 2003. Esta fue la única causa que prosperó. El Tribunal Penal de Desamparados prescribió otras tres.
En otro posteo, Venegas escribió: «Después de años de lucha por justicia y sanación, el Tribunal Penal de Desamparados condenó a 20 años de cárcel al sacerdote que tanto daño nos hizo. Esta condena marca un precedente en cómo se gestionan los delitos sexuales infantiles dentro del clero y es un mensaje claro a esta sociedad que prefiere revictimizar, juzgar y cuestionar a las víctimas en lugar de al agresor y a las personas que los protegen.
Estás fotos tienen tanto significado, somos un grupo de víctimas que aprendimos a ser sobrevivientes, que unidos logramos modificar leyes, inspirar a otros a buscar sanación, llevar un mensaje de lucha y sobre todo encontrar justicia. Hombres valientes, resilientes, valiosos, lo logramos!».