Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columna destacada |

Schiappacasse: Síntoma y Modelo

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

La detención de Nicolás Schiappacasse, a sus 23 años, con varias acusaciones fiscales, merece algunas reflexiones más de las que ya han sido hechas. Exjugador de las selecciones juveniles celestes, de River Plate uruguayo, de Peñarol; estaba en negociaciones con Peñarol para extender su préstamo del Sassuolo italiano de 1ª división, al que pertenece.

Listemos algunos hechos significativos que lo tienen como protagonista, para intentar redondear algunas reflexiones.

Uno. Fue detenido durante un piquete policial de tránsito carretero, como parte de un operativo de la Policía de Maldonado, previo a un clásico Peñarol-Nacional allí. Viajaba en el asiento trasero, junta a una amiga, mientras que en el delantero lo hacían otro amigo con otra amiga. La policía cuenta que el auto actuaba de modo sospechoso y por eso fue interceptado. Durante el operativo, Nicolás habría tirado al asiento trasero un buzo con capucha arrollado, que, sospechado y revisado, resultó tener dentro una pistola 9 mm. Smith&Wesson, cargada con 8 proyectiles.

Dos. Interrogado sobre eso, responde que la llevaba para ser entregada a la hinchada de Peñarol para ese partido. Bastante torpe respuesta, porque si decía que era para defenderse dada la violencia posible en un clásico por esos días agitados por muertes de hinchas de ambos, y dada su identificación pública con Peñarol, muy poco habría pasado. Ya había revelado que llevaba armas a las pintadas con la hinchada de Peñarol, que puede argumentar que eran defensivas también.

Tres. Además de ese hallazgo carretero, sus redes sociales mostraban, repetida y consistentemente, fotos suyas luciendo armas de fuego, hasta diciendo que las había prestado y cargadas (‘¿La nueve, la usaste?’; ‘no, hermano, tiene todos los cosos que vos me diste’).

Cuatro. Esas imágenes no son compatibles con la idea de que fuera un amante del tipo coleccionista o anticuario, sino del tipo del que puede usarlas por sí mismo, prestarlas o conseguirlas para que otro hiciera uso ilegal de ellas. En broma o en serio dijo a otros, como pie de ilustración de las fotos con las armas, que ‘se las iba a dar a chumbazos’, y también ‘que se agarre la gallina’. Que pueden, o no, ser meramente ‘bravatas’ destinadas a mostrar una identidad y un estatus definido.

Cinco. El arma, todas las armas con las que se luce en las redes, son compradas ‘de costado’, ilegalmente, y portadas también ilícitamente. Muy suicidamente, como todo lo que hace, muestra en las redes fotos de dos pistolas semiautomáticas, agregando, estúpidamente: ‘me la quiere vender un milico amigo de mamá, me la deja a mil, creo”. Tipo peligroso, quizás más para los ‘propios’ que para los ‘ajenos’: para sí mismo, sus familiares y otros conocidos (amigos en las redes, receptores de los ‘mandados’; a los ´propios’, incluso al policía amigo de su madre) los puede mandar en cana con mayor probabilidad que a los otros, ajenos, sobre los que solo pueden mencionarse bravatas no probadas.

Seis. No solo son observables esas ‘juntas’, sino que su propia madre, más allá de su tierno cuidado nocturno para con Nicolás operado que muestran las redes, parece intermediar la compraventa de dos armas semiautomáticas entre su hijo y un policía amigo. Además, en cuanto Nicolás fue detenido, fue hasta el apartamento de su hijo, forzó la puerta de entrada junto a dos personas más y se llevó dos bolsos con pertenencias del hijo, seguramente anticipando allanamientos futuros, y seguramente retirando lo que de peligroso podía tener allí, con lo que prueba su conocimiento pleno de las actividades riesgosas de Nicolás y del proceso policial-judicial. No sé qué opinarán los fiscales a cargo y el fiscal que de oficio investiga la violencia en el deporte sobre todo esto; hay varios artículos de los códigos penales utilizables.

Siete. Más allá de todo esto, recogido de la prensa y documentos judiciales, tengo versiones, que no tengo por qué preferir, pero sí mencionar, de que el operativo fue ‘entregado’; que Nicolás hace mucho estaba seguido por el contenido violento e ilegal de sus redes sociales; para el operativo, se sabría cuál era el vehículo que llevaría a Nicolás con su pistola cargada para entregar; no habría sido una casualidad producto de un operativo de rutina. Pero no sé cuál es la verdad, simplemente menciono las versiones circulantes que me han llegado.
Quizás ya desde que estaba en el grupo de hinchas de Cordón -siempre fue hincha, club del barrio de su infancia- que perseguía, calle Magallanes arriba, desde el Palacio Peñarol, hace varios años, a la hinchada de Welcome; recordarán los lectores que una bala perdida mató a la dueña de un apartamento en Magallanes y Paysandú que salió al balcón para ver qué era todo ese griterío y estampidos que oía. La curiosidad mata. Poca suerte tuvo la señora, ya que la balacera no era como para eso, ni era para ella; eran tiros al aire como bravata, y no dirigidos a nadie, menos que menos a ella, ni a ese balcón de ese apartamento.

Ocho. Queda latente su consumo de drogas, que a mí no me escandaliza porque lo apruebo con racionalidad y sin excesos, ni adicción ni perjuicios para otros; quien conducía llevaba una pastilla de éxtasis, que correctamente declaró para consumo propio, fuera lo que fuere. Pero ese consumo lo perjudicaría en su rendimiento como deportista de alta competencia. Un pintoresco mail folclórico de ‘Mamá Uruguay’, no relacionado con esto, dice: “Va a saltar mierda; por un porro y dos balas que tirás te hacés el bandido”, frase que nos da muchas pistas para entender el pasado, presente y futuro de Nicolás, en el que bucearemos a seguir.

Las cuestiones de fondo

Uno. Partamos de una parte de la acusación fiscal: “Es un jugador profesional, a quien le deberíamos exigir otra conducta porque tenía todas las posibilidades de no estar involucrado con esta gente y estaba llevando un arma de fuego con ocho proyectiles”. Parece correcto, pero no lo es tanto.

Uno de los más graves problemas que los deportistas de alta competencia enfrentan es el de sus relaciones de amistad durante su infancia y adolescencia, y cómo mantenerlas pero a la vez sustituirlas, en parte y en la medida en que pueda superar su cuestionabilidad eventual, por nuevas relaciones producto de los avatares de su vida profesional, que normalmente incluyen personas muy distintas de las que fueron sus relaciones próximas durante su infancia y adolescencia.

Quien recorre esos caminos y debe volver al país, puede querer mantener esas antiguas relaciones, o querer secundarizarlas por motivos de seguridad, si eran ‘malandraje’, o porque se ha acostumbrado a otro tipo de relaciones, a las que deberá volver para seguir su vida profesional. Pero, por otro lado, puede sentir mucha amistad por las antiguas relaciones que, no solo pueden querer verlo, sino que reencuentran a alguien que ahora puede tener un nivel de vida que les reportará beneficios que no ofrecía antes, cuando el famoso y rico amigo ya no es uno más de la barra. “Y ahora, ¿no te vas a cortar la cara con nosotros, que te hicimos zafar de tantas y saltamos por vos?”.

Situación muy difícil, porque la vida actual y el futuro inmediato pueden aconsejar no retomar algunas viejas juntas; pero el futuro mediato, y fuertes afectos y expectativas, como puede ser el retorno postprofesional al país de la infancia y adolescencia, y ya fuera de la familia de origen- hasta con otra familia propia- pueden llevar a pensar en retomar las viejas juntas aunque en otro contexto vital.

Si se entiende este difícil problema, el mismo se agudiza cuando el proceso de profesionalización, la radicación fuera del país y el regreso se juntan en el tiempo. Ahí, el problema empeora; el cambio de estatus económico se produce, pero el tiempo que pasó fue corto y el eventual regreso reingresa al viajero a grupos de los que no se desprendió claramente dado que tiene más o menos la misma edad que cuando se fue, y por lo tanto vuelve a su familia de origen y a sus grupos de pertenencia. Si no lo era, ahora se vuelve personaje en esos grupos porque tiene más fama y más poder adquisitivo, para bien de todos los antiguos compañeros del cotidiano. De modo que realmente, en la vida real, decir que Nicolás “tenía todas las posibilidades de no estar involucrado con esta gente” es no entender bien situaciones como la de Nicolás, pidiéndole el milagro de borrar de un golpe toda su formación y sus afectos por el hecho de poder acceder a mayores ingresos y a nuevas relaciones; y borrarlos al volver. Las redes sociales documentan cómo lo tironean para ir a pegatinas de barra; o cómo seguramente creían que era el mejor mensajero para la pistola. Como de costumbre, y lo puedo decir como catedrático en la Facultad de Derecho más de 20 años, los operadores legales y jurídicos tienen una comprensión muy insuficiente de la gente con la que lidian durante los procesos, al menos los penales. El pasado bandido, o lumpen, es difícilmente erradicable, sea cual sea la nueva actividad adquirida; quien aprendió valores, actitudes y conductas de niño y adolescente, en grupos de pares y familia, los seguirá aplicando en los nuevos ámbitos, aunque pertenezca a instituciones legales o de seguridad; cuanto más si son pibes de barrio del siglo XX y XXI.

Dos. Lo que de modo muy interesante y revelador dice ‘Mamá Uruguay’ en el mail que reproducimos antes, cuando le advierte que por un porro y dos balas no se vuelve bandido. Y es que, para retomar su lugar en las barras (del barrio, de Cordón, de Peñarol) o para ingresar sin fricciones en eventuales nuevas, Nicolás, o cualquiera, debe adquirir cierto estatus, que pasa por exhibir conductas y actitudes que, en determinados contextos socioeconómicos y culturales, exige conflictos reales o potenciales con la ley. No es tan fácil la vida, señora fiscal, digo sin que implique apoyar lo hecho o dicho por Nicolás. Entonces, ‘hacerse el bandido’ es muchas veces requisito de aprobación de una pertenencia. Al mismo tiempo, quien se tiene que hacer el bandido para garantizar aceptación o lugar en una barra, no debe hacer ‘saltar mierda para hacerse el bandido’ dice la sabia Mamá Uruguay (que fue lo que pasó en Maldonado, parece); un verdadero bandido debe saber cuándo, cómo, dónde y con quiénes.

Tres. Lo dicho por el presidente de Peñarol, que no firmaría contrato con Schiappacasse si todo se confirmara, en realidad no comprende tampoco bien qué es lo que él necesitaría justamente para salir de ese mundo, que es parte de su pasado, pero que dejó huellas duraderas. Si la sentencia no lo encierra mucho tiempo, lo mejor sería que viajase y dejase atrás juntas y quizás hasta familia. Pero, aun si de Italia no lo quisieran de vuelta, seguir jugando es su única chance de cortar con ese pasado que ha complicado tanto su presente. Porque la exposición a relaciones y valores alternativos es la única recuperación factible, dado que la cárcel solo puede ser un posgrado delictivo; como dijo claramente Parsons en 1951, es imposible una rehabilitación encerrado en un lugar en que solo se interactúa con otros también encerrados y sin contacto con el mundo alternativo al criminal. Ese encierro y esas limitaciones hacen que el prestigio y la autoestima se obtengan desde actividades que encarnan contra-valores, ya que no hay posibilidades de adquirirlos en contacto con valores positivos y relaciones positivas. La cárcel fortalece la criminalidad, la perfecciona y la enriquece, casi necesariamente. Peñarol y Sassuolo deberían saber que de ellos depende que Nicolás Schiappacasse sea futbolista y una persona que supere las condenas que implican algunas de sus relaciones familiares y juveniles, que, contrariamente a lo que la fiscal cree y dice, son muy difíciles de superar, y hasta de querer hacerlo, porque encarnan afectos, valores y recuerdos constitutivos del yo y de las identidades.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO