Villar ha respondido, reiteradamente, que no le molestan las investigaciones. Está muy bien. Cuando alguien acepta tremendo desafío debe estar dispuesto a dejarse preguntar, repreguntar y dar muchas más explicaciones que quienes únicamente escogemos y votamos.
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Hasta allí bien. El problema es cuando nos pasamos dos pueblos y la campaña deviene una catarata de agravios políticos y personales que solo buscan hundirlo en base a mentiras.
¿En qué se fundan? Lo que hay son 5 supuestas denuncias, todas mediáticas. Las primeras, una puesta en escena de lo peor del amarillismo televisivo, ese que llena el vacío del periodismo de investigación que tanta falta le hace a este país. Las otras son denuncias (sin previa investigación administrativa) por parte del Directorio de ASSE. Este caso es muy curioso. El día 28 de setiembre el presidente de ASSE informó que la denuncia penal contra la Dirección del Maciel de esos años (Dr. Álvaro Villar), no eran contra el Dr. Álvaro Villar. (¿?) El citado presidente aclaró al día siguiente que la denuncia penal, no era una denuncia penal. El 31 de agosto la Fiscalía confirmó que no hay denuncia penal alguna.
Discrepo profundamente con que las campañas electorales se conviertan en una prueba de resistencia a los cascotazos gratuitos. Se me dirá que son las reglas, que las redes morales…, que los programas basura.., que operaciones hubo siempre…
Las reglas se cambian. El linchamiento se aplaude o se fondea. Si es naif pretender re marcar la cancha; entonces pintemos nuestro campito al lado.
El Hospital Maciel en la volteada
Una campaña miserable daña al individuo, pero también a las instituciones que se lleva puestas. El Hospital Maciel es un centro modelo, importante no solo por la cantidad de pacientes, sino por la complejidad de sus afecciones. En lugar de sospecharlo, ASSE podría difundir que -con los impuestos de todos los uruguayos y una buena gestión- las salas dejaron de ser masificadas, los pacientes no se llevan las sábanas ni los artículos de higiene como sucedía en los años 90’; se equiparon los laboratorios, se informatizó la historia clínica y la gestión; se hicieron obras para que pudieran alojarse los acompañantes de CTI; para mejorar los vestuarios y las condiciones de trabajo del personal. Basta visitarlo para ver que hoy, en el viejo patio del brocal, la gente se detiene a fotografiar el reciclaje y las intervenciones de artistas nacionales.
Lo que dejamos de debatir:
Una campaña miserable corre el eje.
Discutamos un balance duro que rasque donde pica. El Frente Amplio (FA) llegó a la Intendencia de Montevideo en 1990. 30 años de gobierno se cuentan en luminarias, en kilómetros de saneamiento enterrados, en plazas, parques y semáforos. Se cuentan en hectáreas de tierra entregadas al cooperativismo, en cultivos, micro emprendimientos y turismo rural. Se mide en campañas de sensibilización, en informatización de la gestión, en cercanía, en teatros y tablados, turismo social y espacios deportivos. Pero también hay debes. Montevideo debería estar mucho más limpia, tomando en cuenta el enorme esfuerzo de gestión y de fondos aplicados a su limpieza. El transporte ha mejorado inocultablemente, los ómnibus están más limpios, hay STM y aplicaciones con localizador que hacen rendir nuestro tiempo. Pero hay decenas de paradas sin identificación y sin listados. Aún no es lo mismo tomar un bus a la costa que a la periferia. Tras 30 años de redistribuir con equidad, no son lo mismo las frecuencias, ni los horarios. Las veredas siguen rotas y aunque su cuidado corresponda a los vecinos, el control no se delega. El salario y las condiciones de trabajo mejoraron ostensiblemente; se redujo la plantilla mientras se multiplicaban los servicios. Sin embargo, en el relacionamiento, todavía hay espacio para avanzar.
Discutamos el trato que recibirá Montevideo por parte del gobierno nacional. La coalición multicolor se molesta porque el FA reclama justicia y trato con equidad. Como recogen los autores Moreira y Venezianoi, entre 1990 y 2004 los intendentes frenteamplistas de Montevideo convivieron con presidentes de otros partidos. Recuerdan los autores que en aquellos años blancos y colorados lograron vetar la realización del nuevo catastro para el cálculo de la contribución inmobiliaria, instrumento básico para la reforma del sistema de recaudación de impuestos municipales. Durante la presidencia de Lacalle se acordó que el gobierno nacional y el municipal cofinanciarían las obras de saneamiento por mitades. Sin embargo, los gobiernos nacionales que siguieron dispusieron que la Intendencia asumiera la totalidad del costo de estas obras (siendo que en todos los departamentos del interior eran cubiertas por la OSE). En tiempos de gobierno nacional blanqui-colorado Montevideo no recibió absolutamente ninguna transferencia del gobierno central. La Intendencia de Montevideo era la única en el país que pagaba aportes patronales al BPS, el 19,5% de los salarios del personal. Por primera vez no se le devolvió el IVA por obras perdurables que se realizaron en Montevideo, que era nada menos que el 23%,
Discutamos el alcance de la descentralización. El próximo 27 los montevideanos elegiremos autoridades para 8 municipios. Democratizar la vida política en Montevideo implica fortalecer los mecanismos que hacen posible una participación activa de los vecinos en la gestión de los asuntos locales. Consolidar la transición del «vecino contribuyente» al «vecino ciudadano». El proceso de descentralización se inició con Tabaré Vázquez con el propósito de «restituirle a la democracia su contenido sustancial, dirigido a que todos los integrantes de la sociedad convivan en forma digna y decorosa, creando condiciones para que puedan acceder al goce efectivo de los derechos fundamentales» Recordemos que p or aquellos años el candidato nacionalista a la Intendencia, Ruperto Long, cuestionó fuertemente este proceso y objetó su gasto. Afortunadamente hoy nadie se plantea retroceder. El modelo ha evolucionado a los actuales ocho municipios que en un mes elegiremos. El diseño requiere sofisticación y ajustes, sin embargo, ese debate tampoco se enriquece ni se contrapropone para mejorarlo.
Discutamos las propuestas concretas. Por citar solo un ejemplo: el equipo de Villar presentó un plan de movilidad para los próximos 30 años, que incluye un tranvía a lo largo de la avenida 18 de Julio, transporte de pasajeros en tren y un MetroBus que pueda llegar desde Tres Cruces hasta El Pinar. Se propone el modo para financiarlo y las etapas para jalonar un proceso de largo aliento.
La reacción es el apelativo peyorativo al carnaval de promesas. La candidata de la oposición declaró en TNU que aspira a que los ómnibus lleguen a todos los barrios. Este es un debate relevante para cualquier habitante de la ciudad. Coincidimos plenamente en la vocación de una Montevideo que acerque e incluya. Pero hagamos memoria.
Como ha señalado el ex director Felipe Martin, cuando el FA llegó a la intendencia el 30% de la flota de las cooperativas estaba semi parada por la antigüedad de las unidades y los buses que circulaban tenían 30 años y vivían en reparación. El FA diseñó un plan de renovación de flota y refundó el sistema. Se incluyeron recorridos y paradas hasta llegar a las 4500, aproximadamente, de hoy en día. Recordemos que hubo que edificar los 70 puntos de destino que tiene Montevideo. Antes los ómnibus terminaban en bares o almacenes, para tener un baño y un teléfono.
Por supuesto que falta avanzar en materia de transporte. Hay que pensar soluciones ingeniosas que incorporen experiencia internacional y prestaciones tecnológicas. Pero es innegable el avance. Hoy todos los barrios de Montevideo, urbano y rural, se pueden comunicar entre sí con la con la tarjeta STM y el boleto de 1 hora. Hay servicios locales para mejorar la llegada a la periferia más alejada. Pensemos para sumar, pero con memoria.
Nos separa un mes de las elecciones departamentales. Ojalá estemos a tiempo de elevar la mirada. Una mejor Montevideo se construye, también, en el camino que recorre para elegir sus gobernantes.