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LUC |

Con la secretaria de organización de Fuecys

Abigail Puig: «Qué sería de nosotras sin nosotras»

La joven dirigente considera que llegó el tiempo de modificar viejas conductas machistas «en toda la sociedad» y eso incluye al movimiento sindical. Para ello asegura que hay que dejar de pensar en «conspiraciones» y «operaciones». Sabe que no será fácil y dice que es hora «de mirarnos y reconocernos, de no reprocharnos entre nosotras los silencios que mantuvimos».

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Por Alfredo Percovich

Abigail evita cuanto puede hablar desde el dolor propio de haber sido víctima de violencia doméstica y dedica todo su esfuerzo militante a quienes están en situación más vulnerable. Le duele en el alma que haya «miles de gurises comiendo en ollas populares», pero también la indiferencia, los discursos de odio y el «sálvese quien pueda». En espacio de ideas y conversatorio, habló de la «regresiva y antidemocrática LUC», el consumo desenfrenado, el trabajo precarizado y la necesidad de movilizarse para pelear por los derechos.

¿Cómo llegaste a Fuecys y qué barreras tuviste que traspasar como mujer y dirigente de una federación tan grande?

Llegué a Fueci, porque antes era así, en el 2006, afiliándome al sindicato través de una empresa del rubro supermercado, que hoy ya es un grupo económico en distintos rubros. A los meses era delegada y desde ahí hasta hoy nunca abandoné la militancia. En ese mismo año 2006 se aprobó la ley de libertades sindicales y fuimos miles -especialmente jóvenes- los que nos afiliamos a nuestro sindicato. FUECI era un sindicato que rondaba los 3500 afiliados y afiliadas aproximadamente. Luego con el devenir de los años se convertiría en Fuecys y en uno de los sindicatos más grandes del Pit-Cnt, con presencia nacional y más de 20 mil afiliados y afiliadas actualmente. Fue maravilloso ver ese proceso, conocí mucha gente, entre otros a Alcides Lanza, compañero exiliado que fue presidente de Fueci. Como joven y mujer fue otra cosa, una respiraba el machismo desde el vamos. Eran espacios ocupados mayoritariamente por hombres. Sin embargo, había compañeras y jóvenes que comenzaban a dar otro aire a esa casa. Mi primer congreso fue en 2007, luego en el 2010 conseguimos que se creara el Departamento de Jóvenes y hoy los gurises de Fuecys son parte de la dirección del sindicato y del Pit-Cnt. Es un tremendo orgullo verles y saber que con compromiso y alegría se puede. Además, este es un año muy importante en nuestra historia porque el 30 de noviembre Fuecys cumple 90 años de vida y estaremos desarrollando nuestro congreso elector y programático. En mi caso, será el sexto congreso en que participo y con una responsabilidad nunca imaginada por mí.

 

La pandemia impactó de lleno en el comercio. ¿Quiénes se vieron más golpeados y qué áreas o sectores sufrieron en mayor medida los envíos al seguro de paro o los despidos?

El viernes 13 de marzo, mientras analizábamos el proyecto de LUC en la dirección nacional de Fuecys con el asesoramiento del doctor Héctor Zapirain, recibimos la noticia de los primeros casos y rápidamente nos convertimos en “especialistas” en crear protocolos covid-19, con una secretaría de salud y seguridad laboral de Fuecys que estuvo y está a la altura de las circunstancias para acompañar, capacitar y resolver en consecuencia. Vale recordar que la recomendación «Quedate en casa» determinó el envío masivo de trabajadores y trabajadoras al seguro de paro. Esa primera semana se centralizó todo en el sector tiendas donde no pudimos acordar con el sector empresarial fórmulas de envío al seguro y de reintegro a los puestos de trabajo. Salvo excepciones, no se respetó la negociación colectiva al punto que ni ante la reapertura pudimos acordar protocolos específicos para el sector. En cuanto a los sectores más golpeados fueron tiendas, free shops, shoppings, casas de deporte, cuidacoches, vendedores ambulantes, artistas callejeros -también nucleados en Fuecys- y trabajadores de call centers e informáticos. En este último caso, se implementó el teletrabajo pero sin que existiera regulación del sector por lo que ahora estamos trabajando en un proyecto de regulación.

 

En la pandemia, se visualizó claramente a médicos y médicas y en menor medida al resto de quienes trabajan en la salud como «héroes» o como gente imprescindible. ¿Crees que los que trabajan en el comercio y los servicios fueron olvidados o no tuvieron la misma valoración por tareas también imprescindibles para la sociedad como, por ejemplo, la alimentación?

Sí, estamos de acuerdo que la primera línea fueron y son los médicos, enfermeras y auxiliares de servicio de la salud. Por eso como dice la FFSP, los aplausos deben y tienen que convertirse en Presupuesto. Incluso deberíamos condenar socialmente a los empresarios de la salud privada con el envío de trabajadores y trabajadoras al seguro de paro en medio de una pandemia. En nuestro sector los y las trabajadoras de supermercados, supergás, farmacias, asistentes personales, limpieza y seguridad privada siguieron trabajando. No necesitábamos los aplausos sino que las empresas, los clientes y usuarias respetaran los protocolos; esa fue y es una lucha permanente para que se cumplan. Creo que la pandemia sacó lo mejor y los peor de la sociedad. Por mencionar un aspecto poco conocido, tuvimos y tenemos al día de hoy agresiones al personal de líneas de cajas y servicios en los supermercados. Por otra parte, mientras hay empresas que mandaron personal al seguro de paro alegando dificultades legítimas, otras prefirieron dinamitar la negociación colectiva y romper diálogo con los sindicatos después de quince años de negociación ininterrumpida. Ese es el panorama general de incertidumbre, con cientos de despidos y muchas urgencias de nuestros compañeros y compañeras.

 

Uno de los sectores más visibles de la fragilidad laboral son los repartidores de comida. ¿Trabajan en condiciones respetables, mínimas admisibles o están al límite de la precariedad, vulneración de derechos o incluso de explotación?  

Este es un sector más de todos los sectores precarizados que se encuentran en comercio y los servicios. Y la precariedad se puede observar en muchos aspectos: los sectores vinculados al comercio son los que tienen mayor registro de accidentes laborales según BSE y aún tenemos trabajadores y trabajadoras dentro del comercio y los servicios percibiendo menos de 20.000 pesos de salario según datos del Icudu. En ellos y ellas, en cada mochila se sintetiza la desigualdad de la sociedad. Es un sector en el que hay ausencia de regulación, no tienen Consejos de Salarios, tienen pocas o casi nulas condiciones de salud y seguridad laboral y así podríamos seguir. Es uno de los sectores en los que venimos trabajando para revertir esta realidad de precarización laboral.

 

Los migrantes que trabajan en el comercio y los servicios. ¿Conocen sus derechos? ¿Tienen cultura sindical?

Desde el área de organización de Fuecys detectamos el aumento en la afiliación de migrantes obviamente porque los delegados y delegadas de los sectores como seguridad privada, supermercados, limpieza y repartidores fueron quienes plantearon esta realidad. No es fácil explicar los derechos que tenemos conquistados en nuestro país a un migrante que posiblemente viene de un país en el que la pertenencia a un sindicato -y peor aun ser dirigente- es mala palabra e incluso hasta le puede costar la vida. Comparativamente con otros países acá hay una cultura sindical muy desarrollada, es algo que no se ve en otros países de América Latina o el Caribe. Acá tenemos un movimiento sindical unitario, democrático, plural y diverso.

 

¿Por qué el feminismo? ¿Hay frenos, machismos, barreras internas en tu sindicato, en la federación y en el movimiento sindical?

La desigualdad es inadmisible. Los feminismos deben seguir derribando estructuras y estoy convencida que las compañeras debemos y podemos hacerlo. El machismo es una lógica estructural del sistema y de la sociedad que atraviesa a todas las estructuras. Las barreras existen en las empresas, en los partidos políticos, en los sindicatos y en las organizaciones sociales en general. Creo que los cambios se producen al impulso de las colectivas feministas que tanto a nivel nacional, como regional e internacional, se organizan, discuten, tienen plataformas y se movilizan para transformar la realidad de las mujeres y las disidencias.

 

¿Cómo ves los recientes espacios de denuncia que han surgido en las redes que refieren a la Universidad, el carnaval, el periodismo o el movimiento sindical?

Las denuncias anónimas son el reflejo de muchas mujeres, gurisas y disidencias, que no han encontrado en las estructuras -incluso en la nuestra- la contención para realizarlas. Los espacios existentes no generan garantías de confidencialidad y atención profesional y por eso muchísimas compañeras dan pelea por cambiar esta realidad. Podemos seguir llenándonos la boca desde los discursos que “en el movimiento sindical no hay lugar para los violentos”, pero si luego de denunciar a un varón vamos a ser violentadas, aisladas o presionadas para quitar la denuncia, algo está fallando.

 

¿Ustedes cuentan con protocolos y espacios de contención para actuar frente a las denuncias? ¿Se trabaja profesionalmente para asistir, orientar y acompañar a las víctimas de violencia de género, por ejemplo?

Organizaciones como el Pit-Cnt y cualquier sindicato de rama deberían contar con equipos multidisciplinarios que aborden las denuncias con objetividad, que asistan y acompañen a las compañeras y a sus familias. Equipos que capaciten a las direcciones. En lo personal y esto lo he hablado mucho con las compañeras Milagro Pau, Tamara García, Viviana Núñez y Fernanda Aguirre, creo que es hora de contar y denunciar todas las violencias que se ejercen y ejercieron sobre nosotras.

 

¿Fuiste víctima de violencia?

Si, fui víctima de acoso y también de violencia doméstica. Estos han sido días removedores en el cuerpo. Pienso que es hora de dejar de ser un simple número en la estadística y esa característica indignación temporal frente al informativo central. Es hora de mirarnos y reconocernos, de no reprocharnos entre nosotras los silencios que mantuvimos. Es fundamental que comprendamos que hay políticas públicas que no deben retroceder y que hay una ley de violencia basada en género que necesita recursos para su aplicación. Pero insisto que toda la temática hay que abordarla con una mirada transversal. Varones acá, varones allá, varones en todo lados. Sí, tenemos que hablar de los episodios de machismo en todos lados y dentro de las filas del movimiento sindical también. No podemos decir “acá no pasa nada” ni tampoco alegar planes de conspiración, operaciones de acá o de allá. Sería más oportuno que guardaran silencio, dejaran de decirnos, cuándo, cómo, dónde (denunciar) y que se preocuparan por condenar estas conductas entre sus pares. Algunos compañeros y compañeras se están perdiendo la oportunidad de escuchar. Se tiene que terminar el lo arreglamos entre cuatro, en una pieza y seguimos manteniendo los equilibrios. Que se sacuda lo que se tenga que sacudir, porque siempre se está a tiempo de cambiar. ¿Acaso creen que nosotras no cambiamos? Claramente, hay conductas que tenemos que «desaprender» entre todos y todas, tenemos que construir nuevas formas de relacionarnos. Hay una sociedad que urge cambiar y las feministas lo estamos haciendo.

 

¿Qué cosas te duelen del presente?

Mucho, el hambre, ver a miles de gurises comiendo en ollas populares o no teniendo qué comer. Me duele la indiferencia, los discursos de odio, los discursos meritocráticos, el sálvese quien pueda. ¿Quién puede salvarse solo o sola? Para mí nadie.

 

La consigna asegura que el presente «es de lucha» y que el futuro «es nuestro». ¿Realmente crees que es así? ¿Cómo ves el panorama actual de la escena nacional?

Sí. La lucha fue y es permanente y transformar la sociedad es tarea de todos los días. Es de toda la vida. Este cambio de época seguramente esté marcado por la profundización de la lucha, por el retroceso en la composición del Parlamento, por las características ideológicas del partido y la coalición de gobierno y por el avance de los fundamentalismos que vienen por el conjunto de las conquistas. Pero el futuro tiene que ser nuestro. En lo inmediato, este mes viene cargado de movilización por presupuesto para el pueblo, contra la LUC, contra la criminalización de la protesta, por un ingreso mínimo de emergencia, contra los despidos y por el empleo. Por ello nos encontraremos el 10 de setiembre en el Palacio Legislativo con la Intersocial, vamos a un paro general del Pit-Cnt el próximo 17 y por supuesto nos encontraremos el 25 en la Marcha de la Diversidad.

 

Fuecys ya definió postura en relación a la LUC.

Sí, Fuecys ha resuelto por unanimidad su posición afirmativa al respecto del referéndum contra la LUC porque es una ley regresiva, antidemocrática, que no refleja las verdaderas urgencias de las mayorías. Nos han encomendado que hagamos los máximos esfuerzos para organizarnos y que sumemos al diálogo -tanto en el Secretariado Ejecutivo como en la Mesa Representativa- para lograr una decisión unánime del movimiento sindical, poder sumar aliados en esta batalla que es una de las tantas que debemos dar desde el campo popular.

***

El secreto de sus ojos

Hija de padres diarieros y madre estudiante de abogacía, vivió una infancia escuetamente suya en Villa Muñoz jugando con muñecas de porcelana, de cartón y legos. Y soñando con ser bailarina de ballet. Nació con la democracia reestrenada en 1985 y por estos días busca respuestas y hurga detalles escondidos del pasado cercano y reciente de la represión y los homicidios en el hospital Filtro. Es la más chica de tres hermanas y «tía orgullosa de tres niñes y una estrella». Dice que le dicen que heredó el carácter de su abuela Mabel pero -guiños y sonrisas mediante- recomienda no guiarse por lo que dicen de ella. Es cajera de un supermercado, delegada de su sindicato de base y desde hace dos años trabaja a tiempo completo en la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio y Servicios (Fuecys) como secretaria de organización. Integra el Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt, lee, discute, pelea y defiende cada idea, en un ámbito que desde siempre lo sintió hostilmente machista y al mismo tiempo, entrañablemente solidario con los sectores más desprotegidos de la sociedad. Así de contradictorio como el tiempo que transcurre, intentando cicatrizar heridas propias y ajenas, en un panorama sombrío para las utopías pero ciertamente desafiante para su insistente, militante y obstinada búsqueda de un mundo mejor.

De espinas y flores

Vive de manera austera por convicción, por crianza y también por un salario magro que no admite lujos. En su casa la televisión está casi siempre apagada y ausente, pero la música lo atraviesa todo. De a ratos improvisa pasos de ballet y se imagina entre corsarios, quijotes y cascanueces. En casi todas las habitaciones de su vida hay fotos. Con todos los matices y tonalidades y luces y sombras posibles. Valora, cuida y agradece a sus «amigues que siempre están» y asegura sin dudarlo, que son quienes le ayudan a vivir. «Especialmente, María Eugenia, Estela y Tamara, que durante el último año me dieron todos los abrazos y el amor para no aflojar, para no tener miedo y poder seguir adelante».

Imprescindibles

«Cuando reflexiono sobre mis compañeras de ruta, lo primero que pienso es qué sería de nosotras sin nosotras. A veces cuando escucho a alguna compañera plantear que a los distintos espacios se llega por capacidad y que no necesita de otras mujeres ni del feminismo, me invade cierta tristeza. Durante años o mejor dicho, a lo largo de nuestras vidas, nos aplican el “capacitómetro”, entonces no podemos ser nosotras las que sigamos reproduciendo esas lógicas ahora aplicando una especie de “feministómetro”. Muchas veces confrontamos -y está bien que así sea-, pero les puedo asegurar que cuando nos juntamos suceden cosas, cambios, avances y ellos lo tienen claro. Las tareas y responsabilidades son circunstanciales, los cambios que podamos generar son imprescindibles si queremos un movimiento sindical con mejor participación de las mujeres, un movimiento sindical que sea diverso. No nos podemos permitir retroceder con la participación y representación de la mujer como sucedió en el Parlamento».

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