Desde marzo de 2015 las dictaduras del Golfo, aliadas de la OTAN bajo el liderazgo de Arabia Saudita, están bombardeando el país más pobre del mundo árabe sin el respaldo de la ONU, dejando más de 32 mil víctimas entre muertos y heridos, la mayoría de la población civil.
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Esta guerra tiene por objetivo mantener el gobierno de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, heredero del histórico dictador, Ali Abdullah Saleh, el cual durante décadas mantuvo Yemen como una colonia Saudí.
El pasado martes, el coordinador de Operaciones de Emergencia de Naciones Unidas, Stephen O’Brien, denunció que la coalición dirigida por la monarquía saudita está bloqueando la llegada de ayuda humanitaria al país. Esto lo calificó como una situación «extraordinariamente difícil y peligrosa»
«Las partes en el conflicto tienen la tarea de proteger a la población e instalaciones civiles, incluidos los trabajadores e instalaciones médicas, contra los ataques», resaltó O’Brien. También denunció que el pasado domingo “un bombardeo de la coalición impactó a unos 200 metros de un edificio en el que reside personal diplomático y de la ONU”, según informó Europa Press.
Según información del Centro yemení para los Derechos Humanos, los cazabombarderos saudíes han destruido 988 escuelas, 25 mezquitas y alrededor de 40 monumentos históricos en Yemen. Expertos de la ONU demandaron el pasado miércoles una investigación independiente acerca de la violaciones de derechos humanos por parte de la monarquía absoluta saudí.
El coordinador de la ONU anunció también que en un plazo de 48 horas se impulsará un plan de respuesta humanitaria que reclamará la entrega de 1.800 millones de dólares para enviar alimentos, agua, saneamiento y ayuda médica a las personas necesitadas.