Por Ricardo Pose Gloria Fontana de Bordaberry es la madrina de Pedro Bordaberry y Alberto Heber, que claramente no eran conscientes, durante el católico acto de compartir la misma agua bendita, que terminarían embanderados en distintas colectividades políticas, sin abandonar por ello la pertenencia familiar e ideológica. La endogamia en los círculos de poder, de los patricios, tiene estas consecuencias; Gloria Fontana es hermana de Cecilia Fontana, madre de Heber, tristemente célebre por morir envenenada con unos vinos que habían llegado a su domicilio. Gloria es la viuda de Luis Ignacio Bordaberry, hermano del dictador Juan María y, por tanto, tío de Pedro. En síntesis, Gloria es tía carnal de Heber y política de Bordaberry. Además, eran familias vecinas del Prado, de aquel Prado de familias gentiles; los Bordaberry en Suárez y agraciada y los Fontana en 19 de Abril y Lucas Obes. Pedro era el back y Luis Alberto el delantero de aquel cuadro que jugaba en la cancha de River, el Apolo Prado, de camiseta celeste con mangas negras. En la actualidad son esporádicas las visitas de los ahijados a la madrina, que aún vive, ahora en Carrasco, aquella que fue acunando durante su infancia, cuidando los sueños, acicalando almas, alimentando un mundo lleno de gloria, justamente, confirmados en los pupitres de The British Schools, colegio que también compartieron. El back y el delantero Aunque pertenezcan a distintas divisas, hayan vivido distintas peripecias, se hayan reencontrado en el Parlamento, ambos legisladores juegan siempre para el mismo equipo. En el de la coalición, en su momento, cuando eran gobierno; en el de la oposición, ahora; en el equipo de la familia ideológica, desde siempre. Recordemos, con Bordaberry la síntesis es sencilla por la historia reciente: Pedro, el hijo del dictador. Luis Alberto no es hijo de un dictador y su padre tuvo posturas contrarias al golpe de Estado que llevó a distanciarse a las familias Bordaberry – Heber Fontana en los 70. Pero Luis Alberto es nieto del famoso Titito Heber (Luis Alberto Heber Usher), aquel candidato presidencial que en 1966 amenazaba con que “gana Heber o todo queda como está”, para más tarde ser compañero de fórmula presidencial del jefe de Policía y coronel Mario Aguerrondo, declarado anticomunista, fundador de la logia Tenientes de Artigas, conspirador y progolpista desde 1964, cuando se imaginaba, con ayuda de los militares brasileros, dar un golpe de Estado en Uruguay. Hombres fuertes del herrerismo, de quienes Luis Alberto Heber Fontana toma la posta. Las expresiones más conservadoras y reaccionarias de la política criolla, el riverismo y el herrerismo, tuneados por Bordaberry y Heber en el siglo XXI. La cracia sobre el demos En el número 858 de Caras y Caretas escribíamos sobre el debate entre la presidenta del Movimiento Nacional de Usuarios de Salud Pública y Privada, Ivonne Lima, y Pedro Bordaberry, integrante de la Comisión de Asuntos Administrativos del Senado, presidida por Luis Alberto Heber. El eje de la discusión tenía que ver con la representatividad de los usuarios en ASSE con respecto al número total de usuarios y, en el fondo, en la ideología de Bordaberry-Heber, no compartir la necesidad de que los organismos del Estado cuenten con la participación de trabajadores y usuarios con voz y voto. Aquello de “opine, pero no decida”; “tiene razón, pero marche preso”. En ese debate, desconocemos las razones por las cuales Ivonne Lima, presidenta pero no candidata a ser delegada y obtener la venia del Senado como representante de los usuarios, planteó estar de acuerdo con que los usuarios en ASSE tengan voz pero no voto. Sospechamos que no son las mismas razones ideológicas de Bordaberry-Heber. Ni cortos ni perezosos, el dúo dinámico presenta un proyecto de ley, identificado en la carpeta 1057/2018, por lo que se agregan incisos al artículo que otorga el derecho a los representantes de los usuarios y los trabajadores a tener voz y voto. Bordaberry cuestionó la representatividad de la presidenta Ivonne Lima en tanto integra el sector frenteamplista Casa Grande; la postura personal de Lima sobre el asunto de la participación de los trabajadores y usuarios en los directorios públicos es una prueba clara de que no iba en nombre del sector de Constanza Moreira, de quien nos consta su voluntad de llevar a cabo la profundización democrática. Si fue una defección personal, que lo arregle en esa interna. El vaso y el pozo de agua Los herederos de las clases que siempre detentaron la cracia no cometen la torpeza de arremeter contra la participación de trabajadores y usuarios; de hecho, ellos desde sus partidos han impulsado candidatos propios a las elecciones de los representantes sociales al directorio del BPS. Su problema es conceder o seguir concediendo la posibilidad de decidir, por lo que proponen que ni trabajadores ni usuarios tengan votos ni sean tomados en cuenta para el quórum. Si habláramos de política profunda, creo que el no poder conformar ni acceder un padrón formal, en el caso de los usuarios de salud pública y privada, y un padrón políticamente adverso, en el caso de los trabajadores, es una de las razones no explicitadas. Otorgan el vaso de agua, pero no el acceso al pozo, una suerte de -la ya conocida- democracia tutelada, faltaba más. El truco sin la muestra Como quien canta truco sin piezas en la mano, los argumentos del dúo dinámico para quitar el voto a los representantes caen por su propio peso. Culpan al sistema de representación de las situaciones de irregularidades que incluso terminaron con el procesamiento de uno de sus representantes y las idas y venidas en las designaciones. Si la causa del procesamiento de Alfredo Silva no fue su pésima conducta personal y sí el sistema descentralizado y representativo, deberíamos empezar por tirar abajo las estructuras de juntas departamentales, en las que muchos de sus integrantes también fueron procesados por casos de corrupción, por poner sólo un ejemplo ocurrido en instituciones integradas por sistema de representatividad. El argumento más fuerte esgrimido en el caso de los usuarios es el de la representatividad tomando en cuenta el total de usuarios, estimado en 1.250.000 con respecto a los 10.000 pertenecientes al Movimiento Nacional de Usuarios. En anteriores artículos habíamos traído estas diferentes concepciones -participación, pertenencia, delegación y representatividad- porque desde la primera democracia esta discusión es eterna. No todos los trabajadores de una rama laboral están afiliados al sindicato; no todos los afiliados participan de la vida democrática sindical; no todos los adherentes de una colectividad política confeccionan las listas electorales, pero hasta ahora nadie ha encontrado otra forma mejor de representatividad. No hay por qué exigir a los usuarios lo que no que se logra en otros ámbitos con más historia de ejercicio democrático, aunque, claro, la participación total y su representatividad es una aspiración y construcción permanente. Por eso entendemos que Bordaberry-Heber cuestionen la representatividad de los usuarios y, de paso, la de los trabajadores, al tiempo que salen a aplaudir las destituciones en Paraguay y en Brasil de sus respectivos presidentes, electos por ese sistema electoral del que tanto alardean los herrero-riveristas. Es que en la defensa de los intereses de las clases dominantes, de las familias patricias y gentiles, estos exbotijas del Apolo Prado juegan de taquito.
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