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Columnas de opinión | autoritario | archivos | dictadura

Terrorismo de estado

Aquel fuerte olor autoritario

En 1951 -según acta que figura en los denominados "Archivos del terror", rollo 1011- los servicios de inteligencia ya vigilaban a personas "peligrosas"

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Caras y Caretas Diario

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El país se caía a pedazos. La brutal caída de los términos de intercambio en el comercio internacional registrada tras el cese de la guerra impactó en esta esquina del Plata. Las elecciones de 1958 fueron un sacudón tremendo; los colorados fueron borrados del mapa. El Partido Nacional arrasó. En los cuarteles estaban los flamantes coroneles designados arbitrariamente por Luis Batlle para mantener el poder de las armas a su alcance. Batlle atrofió la pirámide de mandos, engordando la fila de coroneles, problema que hasta hoy se vive.

Fidel Castro no había llegado a México para armar la insurrección cubana y el Che Guevara andaba en su motocicleta. En 1951 -según acta que figura en los denominados “Archivos del terror”, rollo 1011- los servicios de inteligencia ya vigilaban a personas “peligrosas” y escribían en sus partes: “Persona de pocas relaciones y afecto al juego […] mantiene relaciones sexuales con XXXX”.

En 1958 -recuerdo al paso: Fidel Castro llegó a La Habana el 1º de 1959- los coroneles y generales colorados no les quisieron entregar el mando a los blancos. ¿Qué tenía que ver el comunismo internacional?

Los archivos siguen hablando. En 1964 vigilaban en Playa Pascual, Minas de Corrales, Paso de los Toros y Juan Lacaze. En 1973, vigilaban el Instituto de Enseñanza de la Construcción (IEC) y así consta en el rollo 927 de los citados archivos.

Los espías burócratas -que tenían que justificar su tarea y sueldo- ponían cualquier cosa en sus informes. Total, nadie iba a controlar a los controladores. Así crecieron los informes de inteligencia desde antes que Fidel Castro triunfara, antes del Tiro Suizo, antes de que José Mujica abandonara el herrerismo, antes de que se instalara el Escuadrón de la Muerte y Julio María Sanguinetti -cuando era ministro de Bordaberry- le contara esa historia con detalle a Juan Pablo Terra. (Otro dato: la reforma de la Constitución de 1966 introdujo el presidencialismo y un conjunto de normas que daban el marco a un Estado más represivo. Sumas presidencialismo, un presidente autoritario con normas a mano y algo te da: Pacheco Areco).

Los tres generales

El conflicto estaba desatado. Las instituciones políticas no estaban dando respuestas adecuadas y en ese hueco de la historia la violencia se alimentaba y retroalimentaba. En los titulares de los diarios estaba el ascenso de los de uniforme verde. Después de 1971 se sucedieron hitos de ese ascenso: ley de seguridad del Estado y del orden interno, desacato militar, torturas en los cuarteles, pedidos de desafuero, pacto de Boizo Lanza, comunicados 4 y 7 y golpe. Agazapados, a refugio de la opinión pública, operaban los civiles de las cámaras empresariales.

Había un aroma autoritario que impregnaba el aire uruguayo y regional (los golpes de Estado se sucedían en los países de la región. La embajada de Estados Unidos articulaba las operaciones en diversos planos y con sus contactos políticos en el país).

Mientras, la guerrilla y la izquierda estaban infiltradas hasta las pelotas. Inteligencia policial y militar trabajaban a destajo. (Esta semana un exfuncionario de inteligencia policial me contó que del seccional 20 del partido Comunista, salieron 9 personas. Pero los masacrados fueron 8. El noveno que salió con las manos en alto se escabulló entre los policías y militares. Era el batidor. Hubo tiras que alimentaban con su militancia el enfrentamiento en las calles).

El aroma violento estaba presente y la salida a la crisis tenía ese karma impregnado en el alma ciudadana. Observemos como señal: en las elecciones de 1971, se presentaron tres generales como candidatos a presidente: el general Liber Seregni (Frente Amplio), el general Mario Aguerrondo (partido Nacional) y el general Juan Pedro Ribas (partido Colorado). Un dato: las diferencias se estaban resolviendo a los tiros. Véase: Ribas tildó al general Seregni de “traidor a la patria” por amparar a las izquierdas. Estos dichos llevaron a Seregni a retar a Ribas a un duelo, el último lance conocido en Montevideo. Así, en un regimiento montevideano al amanecer del 7 de diciembre de 1971 los dos generales retirados del Ejército protagonizaron el duelo llevado a cabo con pistola, ambos se tirotearon dos veces sin alcanzarse). A los tiros. ¿Qué se podía esperar en el futuro inmediato?

Gramsci y los milicos

En tres libros de la dictadura, más otro sobre estrategia escrito por el coronel Fernán Amado, se habla del factor “psicosocial”. O sea: dijeron que el conflicto, los conflictos tenían un costado a ganar que era el de la opinión pública. Había que trabajar sobre ella para crear las condiciones psicosociales útiles para sus objetivos.

Y lo hicieron. Trabajaron en varios niveles para crear las condiciones. No hubo posibilidad de detener esa lógica. Crearon un escenario de conflicto -de escalada perfecta- que tenía como único fin la obtención del poder, aunque es verdad que hacia el interior de las Fuerzas Armadas había distintas sensibilidades que luego sintetizaron en un solo mando colectivo con un presidente títere.

Veamos la construcción del clima: 1) Un día y otro también los grandes medios de comunicación mostraban los acomodos y la corrupción de algunos políticos; 2) La crisis económica y política era responsabilidad de esos políticos desacreditados; 3) La violencia guerrillera y de los sindicatos también; 4) Los bandos políticos, la guerrilla, las cámaras empresariales y los militares trabajaban según sus intereses. La violencia no cesaba.

Esos cuatro elementos potenciados a nivel de la opinión pública fueron creando un clima que solo podía cesar con autoridad o su derivado natural en ese escenario: autoritarismo. (La señal de los tres generales candidatos no era casual; el duelo a tiros para solucionar controversias políticas, tampoco).

La fatiga social frente a la incertidumbre y la crisis siempre demanda autoridad, certeza, rumbo. (Ejemplo: la crisis de la covid demandaba una certeza, un rumbo y el presidente Lacalle lo dio, pese a la gravedad de la situación. Eso explica los altos niveles de popularidad que tuvo durante casi dos años).

El factor psicosocial sobre el cual habían reflexionado y trabajado los ideólogos del golpe -civiles y militares- había hecho su vigorosa aparición. Ya nada se podía hacer. Los dados estaban echados. Y llegó la noche.

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