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Columnas de opinión | enero | política |

En pausa

El modo enero y la pausa proseletista

Dirigentes, referentes, militantes y la opinión pública en general, de un modo u otro, estarán durante su descanso pensando cómo encarar este año.

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En Uruguay nunca pasa nada en enero, desde el fusilamiento de Leandro Gómez. Los primeros días del año el país entra en modo pausa. Algunos tienen la suerte de disfrutar unos días de playa. No es necesaria la ostentación de la que hizo gala el presidente para poder llegar al mar. Unos al este y otros al oeste. Yo, por ejemplo, tuve la suerte de irme 10 días a Kiyú, balneario maragato. El interior profundo presentó su oferta que nutre al importante turismo doméstico.

Este año será ajetreado, y mucho más en su vida política. Tendremos internas partidarias en junio, elecciones nacionales en octubre y balotaje en noviembre. Mucha política proselitista en un mismo año. Por eso la tradicional pausa de enero, sin renunciar al descanso, debe de servir como arena para la reflexión sobre el año que está por delante.

Dirigentes, referentes, militantes y la opinión pública en general, de un modo u otro, estarán durante su descanso pensando cómo encarar este año. Eso es bueno.

El Uruguay se ha destacado porque cada generación lo debe cuidar como algo más que mera idiosincrasia. Prefiero pensarlo en términos de identidad nacional. Me refiero a la tradicional tolerancia que ha caracterizado el debate, cómo laudar las discrepancias y cómo atravesar el desafío electoral. Saber distinguir al adversario de un enemigo. Este, el que ataca el sistema a conciencia; aquel, el que discrepa en cómo lograrlo.

No se debe estar en contra o a favor de las redes. Hay toda una generación que, nos guste o no, prefiere mantenerse informado a través de ellas que yendo, por ejemplo, a un comité de base. No es un juicio de valor, es constatar una nueva realidad. Usarlas con tino, mesura, evitando el agravio. Ello se logra no agraviando, pero también no cayendo en la tentación de entrar en el juego.

Los primeros días del año, a algunos de los militantes blancos se les fue la Harley-Davidson (la moto). Una escribió en mi cuenta de X (@Duquesa): “…Viejo Sucio!!! Tu padre atentó contra la democracia y pactó con los milicos para dar un golpe en 1972, menos mal que los milicos no le dieron bola a ese antidemocrático llamado Wilson”.

Se imaginarán los lectores la sorpresa e indignación que me generó. Podría haberle contestado con altura, con la verdad. Pero ese nivel de bajeza no merece respuesta. La bloqueé. Luego pensé mucho. Las columnas, hay que contestarlas sin entrar en el juego. El mero insulto ordinario: bloquear.

El 95 % de los insultos provenían de cuentas que tenían entre uno y tres seguidores. Es decir “trolls”. También eso hay que tener en cuenta a la hora de decidir la respuesta merecida. Habrá otros casos que nos ofendan y generen bronca, pero a los cuales la mejor respuesta es la altura y el respeto que no se han ganado ellos, pero el Uruguay sí.

Si esto ocurre en las bases es porque arriba, a nivel de la cúpula dirigente, las señales van en esa dirección. Por eso los militantes de Orsi, Carolina, Mario y Andrés deben saber que por nuestra conducta la gente medirá también la de aquellos que nos marcan el camino. No perder la calma ni el respeto es una responsabilidad militante de todos. Cuando ya tengamos un o una candidato/a, todos tras suyo mostraremos que el país merece un nivel de debate superior al que se quiere instaurar.

La provocación está en las gateras. Delgado, que aparentemente será el candidato que deberemos enfrentar, no contesta ni la hora sin echarle las culpas de algo al Frente Amplio. Es como un tick. Pero no lo es, es una estrategia, una directiva publicitaria o, mejor dicho, un fenómeno nuevo con el que nos tenemos que acostumbrar a convivir: el marketing político.

Nosotros no tenemos aspirantes presidenciales que vagan en yates de lujo de contribuyentes empresarios a los que se benefició políticamente desde el gobierno. Impulsamos una ley de financiación de los partidos. No salió. Orsi transparentó las contribuciones con un almuerzo con un ticket de colaboración. ¡Saltaron indignados! Para mí fue un acto de transparencia.

El Gobierno atravesó meses complicados. Astesiano, yo le creo, Marset, Penadés, también le creo, CTM, pasé a saludar. Un gobierno así, en el Uruguay en el que uno se formó, pierde las elecciones. Quizás este sea el más grande de los desafíos. Cuando lleguemos nuevamente al gobierno, que no sea porque perdieron los de la coalición. El gran desafío es ganar nosotros.

En ese objetivo debemos dejar lo mejor de nosotros cuando termine este inmodesto y necesario receso de verano: llegar por nuestros méritos, no por los errores del adversario. Ganar porque la gente vuelva a creer, a soñar, a ver una luz de esperanza en medio de tanto descreimiento.

No puedo terminar sin que venga a mi memoria aquella famosa frase de Wilson cuando en el 71 todos creíamos que ganaba las elecciones; más aún, creíamos que se iba a respetar el resultado electoral. Fue entonces que dijo: “Lo importante no es ganar, sino que valga la pena llegar al gobierno”.

Ese mismo año clausuró su campaña con una sola frase ante la entusiasta multitud: “No nos dejen solos”. Sea cual sea el candidato presidencial que llegué a la Presidencia, no podemos dejarlo solo.

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