Por Víctor Carrato
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La República reveló el interrogatorio del asesinado coronel Trabal al fotógrafo del Escuadrón de la Muerte. Se trata de un diálogo entre el entonces jefe de Inteligencia del Ejército y Bardesio, luego de ser este liberado por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T). Bardesio ratificó todos sus dichos sobre el Escuadrón de la Muerte, los atentados, las muertes y sus integrantes.
Bardesio confirmó a Trabal que fue tratado sin presiones en sus confesiones sobre el Escuadrón.
El 24 de febrero de 1972 los tupamaros secuestraron a Nelson Bardesio, quien fue liberado el 15 de mayo por la noche.
Las declaraciones del exinspector Pedro Walter Freitas Martínez, integrante del Escuadrón de la Muerte, y el interrogatorio del Coronel Ramón Trabal confirmaron las declaraciones de Nelson Bardesio ante el MLN-T. Ambas pruebas demuestran que las confesiones de Bardesio no fueron obtenidas bajo presión.
El policía, fotógrafo e integrante del Escuadrón de la Muerte había sido secuestrado por el MLN-T el 24 de febrero de 1972 y fue liberado el 15 de mayo de 1972. Bardesio reveló la identidad de 30 miembros del Escuadrón de la Muerte en las que se conocieron como “las actas” de su mismo nombre que fueron leídas en una tumultuosa sesión del Senado el 15 de abril de 1972 por el senador Enrique Erro.
El Escuadrón de la Muerte había torturado y asesinado a cuatro jóvenes (Abel Ayala, Manuel Ramos Filippini, Héctor Castagnetto e Íbero Gutiérrez) y realizó múltiples atentados.
Al día siguiente de ser liberado por los tupamaros, Bardesio fue detenido en una unidad militar durante unos 45 días, luego de haberse reunido en el Colegio Seminario con Wilson Ferreira Aldunate, su hijo Juan Raúl, Héctor Gutiérrez Ruiz y Carlos Julio Pereyra a quienes confirmó sus confesiones. A esa reunión luego se agregaron Julio María Sanguinetti, el entonces ministro de Defensa Nacional gral. Enrique Magnani, y el inspector general del Ejército, gral. Florencio Gravina.
Ese mismo día, el coronel Ramón Trabal (posteriormente asesinado a balazos en París, Francia, en 1974, siendo agregado militar), por entonces jefe de Inteligencia del Ejército, interrogó a Nelson Bardesio sin ningún tipo de presión, probablemente por más de una hora.
Documento exclusivo
El documento, hasta ahora inédito, lleva el Nº 5.001/35 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) y está caratulado con el “Asunto: Actas labradas a Nelson Bardesio por el coronel Ramón Trabal el 16 de mayo 1972”. Se trata de seis páginas, con ocho preguntas y sus respectivas respuestas, firmado por Nelson Bardesio y el coronel Trabal, en un original y cinco copias.
El acta está fechada el 16 de mayo de 1972, en Montevideo, la cual expresa que ante Trabal comparece “Nelson Bardesio Marzoro, nacido el 7 de julio de mil novecientos cuarenta, oriental, casado, de profesión policía, agente de primera actualmente movilizado, y en forma particular de ocupación fotógrafo, con domicilio hasta la fecha de su secuestro en el Parque Hotel de Montevideo, quien es interrogado en base al siguiente tenor”:
Las cuatro primeras preguntas refieren a cuestiones personales de Bardesio. Así, este indica que ingresó a la Policía el 16 de agosto de 1963, que al momento de ser secuestrado “formaba parte de un grupo especial, inicialmente con funciones de vigilancia”, ubicado en la “la Sección Estadística Contralor y Difusión, que daba cubierta a un futuro Servicio de Inteligencia que nunca se concretó” del Ministerio del Interior. Agrega Bardesio que pasó a prestar servicios en esa dependencia “prácticamente casi desde su creación durante el período del ministro General Francese”.
En la quinta pregunta, Trabal le solicita que relate lo ocurrido a partir de su secuestro por el MLN-T. Bardesio prefiere iniciar el relato “un poco antes de esa fecha” y denuncia que uno de los agentes que actuaba bajo sus órdenes, el agente Alberto Quinalbar Sosa González, le habría manifestado “que recientemente los tupamaros habían intentado reclutarlo” después de haber realizado un curso de inteligencia efectuado con otros funcionarios en Argentina. A raíz de ello dice Bardesio que debió sancionarlo aunque “si bien no pude comprobar sus vinculaciones con el movimiento sedicioso, sospeché que las mismas existieran”. A fines de enero de 1972, Sosa le advierte a Bardesio que “sería objeto de un atentado en algún día del mes de febrero por parte de los tupamaros”. Informados los superiores de Bardesio, dice que no se le dio una protección especial y que durante su “cautiverio, quienes me interrogaban demostraban estar perfectamente al tanto de todos aquellos hechos en que coincidentemente había participado Sosa González”.
La sospecha de Bardesio no era sustentable, ya que Alberto Quinalbar Sosa apareció en la lista de integrantes del Escuadrón de la Muerte que difundió el MLN-T.
Bardesio relató cómo fue su secuestro, realizado en su estudio fotográfico de nombre Sichel, ubicado en Bulevar España 2291 entre Juan Paullier y Acevedo Díaz, uno de los lugares de reunión del Escuadrón de la Muerte. Inmediatamente Bardesio narra minuciosamente todos los detalles que recuerda sobre el trayecto hasta el lugar donde fue trasladado y sus características.
La patria, compañero
El policía afirmó que “permanentemente era sometido a la tortura de escuchar música del disco La patria, compañero, conocido tema de Numa Moraes. Agrega que “durante las setenta y dos horas previas a iniciarse el interrogatorio la situación en ese sentido se agravó paulatinamente, ya que cada vez con más frecuencia se repetía una misma canción de ese disco hasta que por último era esa sola canción la que escuchaba todo el día. Comenzó entonces un interrogatorio por escrito. Es decir, que se me hacían llegar hojas conteniendo las preguntas que yo debía contestar, las que oscilaban en las ciento veinte o ciento cuarenta por día”.
Bardesio precisó que “llegó un momento en que a través de la cortina comenzó a interrogarme verbalmente una persona que dijo ser el fiscal del pueblo. Esta persona parecía tener una gran cultura y un gran conocimiento de todas mis actividades. Luego nuevamente se reiteraron las preguntas por escrito y a estas seguía un nuevo interrogatorio por el fiscal del pueblo”.
“Por último una pareja, que estimo integraban personas jóvenes, me efectuó un nuevo interrogatorio, esta vez en forma de mayor apremio psicológico. Finalmente me fueron dictadas las actas que contenían un resumen de mis declaraciones las que suscribí”, añade Bardesio.
Después de los “veinte a veinticuatro días” que duró ese interrogatorio, Bardesio pidió permiso para escribir una carta a su familia en Semana Santa. “Por estos días fui visitado por un médico, el que me hizo una revisión general, y me dio algunas recomendaciones respecto a las comidas que debían proporcionárseme en razón de mi gordura. Fue la única vez que recibí atención sanitaria. Luego en lugar de la música grabada fue sintonizada una radio en FM que recibía la onda del Palacio de la Música. Un día pusieron la onda del Sodre y en esa ocasión al escuchar el Himno Nacional comprobé que nos encontrábamos en el diez y nueve de abril”, narra el policía.
Cuenta Bardesio que “a partir de esa fecha recuperé y mantuve el sentido del tiempo. Fui visitado por el diputado Gutiérrez Ruiz, el que me interrogó sobre la base de un esquema preparado por mis captores. Luego pedí para almorzar con él, a lo que accedieron, y me permitió intercambiar ideas y hacerme de elementos de juicio sobre algunos puntos”.
El entonces presidente de la Cámara de Representantes, Héctor Gutiérrez Ruiz, fue secuestrado por el MLN-T el 24 de abril de 1972.
“A partir de esa fecha cambió el equipo que me vigilaba hasta ese momento y con ello también el trato que se me dispensaba, que pasó a ser más riguroso. El día jueves once de mayo desde las primeras horas se anunció que sería trasladado a otro lugar porque necesitaban el local que estaba ocupando. Con ese motivo se le permitió afeitarse y higienizarse, así como le fue entregado su pantalón, una camiseta, una camisa y un buzo para que se vistiera”, dice Bardesio. Horas después se le informó que se había producido un secuestro de un joven y que por ese motivo ya no podrían cumplir lo previsto. Se le ordenó desvestirse nuevamente, pero se le autorizó a conservar la ropa en la celda. “Los días siguientes fueron de gran ansiedad hasta que el día dieciséis se le volvió a ordenar que se vistiera, rectifico, el día quince. Le fue puesta una capucha luego que se le colocaran lentes rellenos con algodón”, relata el fotógrafo.
Una camioneta lo traslada hasta Larrañaga y Marne donde es liberado alrededor de las 20.30 horas. “Comenzó a caminar con dirección al Centro hasta que al pasar por el Palacio Legislativo se encontró con un conocido que le dio algún dinero. Posteriormente presenció la última función del cine Central y de allí pasó a descansar a la casa de otro amigo hasta las cinco horas en que se dirigió a entrevistarse con su madre en otra finca. Desde allí se puso en contacto telefónico con el diputado Gutiérrez Ruiz el que lo citó en el Seminario de la calle Soriano. Al llegar a ese lugar comprobó que estaban reunidos varios legisladores y luego advirtió que se hacía presente el señor ministro de Defensa Nacional. Este, luego de un breve intercambio de palabras, dispuso que fuera trasladado a la Unidad Militar en la que se encuentra actualmente detenido”, continúa Bardesio.
Confirmó las actas
La parte medular es el Nº 7, cuando Trabal le pregunta si “el contenido del discurso del senador Enrique Erro transcripto en las páginas 8 a 11 del Semanario Marcha correspondiente a la edición del 28 de abril de este año, ejemplar número 1.590, que se le exhibe en este momento, responde a los interrogatorios y actas que menciona le fueron formuladas durante su cautiverio. En caso afirmativo, dicho material responde efectivamente a lo que usted deseaba expresar en tales circunstancias”. Nelson Bardesio contesta: “En términos generales sí, señor. Debo señalar sin embargo que en la versión que se le exhibe faltan los nombres propios de diversas personas que figuraban en los originales”.
Por último Trabal preguntó si “tiene algo más que agregar, testar o enmendar”. Bardesio respondió que “sí. Que debe enmendarse el apellido materno, donde dice Marzoro debe decir Marzoa. Asimismo, en este acto desea hacer entrega de un negativo correspondiente a las fotografías de parte de los materiales bélicos que me fueron entregados en la evacuación de la calle Araucana, habiendo sido registrada esa foto pensando que me sirviera como salvoconducto en el caso de que algún miembro del Comando Cazatupamaros quisiera atentar contra mi persona, dado que si bien yo conocía el grupo, no pertenecía al mismo. Leída que le fue, firma de conformidad un original y cinco copias en el lugar y fecha arriba indicados”.
Para el abogado del Serpaj, Guillermo Payssé, este documento es de vital importancia a los efectos de demostrar la veracidad de los dichos de Nelson Bardesio en referencia a la desaparición forzada de Héctor Castagnetto y Abel Ayala y los asesinatos de Íbero Gutiérrez y Manuel Ramos Filippini.
El fiscal Ricardo Perciballe también señaló que más allá de que las manifestaciones de Bardesio se hayan hecho en el marco de un cautiverio, lo que permitiría desacreditar tales declaraciones, no puede soslayarse que Bardesio corroboró las mismas en diversas instancias y en especial frente a connotados representantes políticos de la época, lo que permite colegir sin hesitación que ellas son el fiel reflejo de la realidad.
En ningún momento Bardesio dijo a Trabal haber sido maltratado, fuera de lo que consideró como una tortura haber tenido que escuchar repetidamente un disco de Numa Moraes. Nada agrega cuando tiene la oportunidad de denunciar eventuales presiones y cuando es liberado pasa la noche en un cine hasta que, al otro día, se produce la reunión en el Seminario, sin que Bardesio haya visitado médico alguno ni hecho la denuncia.
El inspector Freitas también confirmó
El inspector Pedro Walter Freitas Martínez, a quien Bardesio lo lleva en un auto VW a una tapera de El Pinar donde el Escuadrón tenía secuestrado a Héctor Castagnetto, declaró ante la Justicia: “Llegamos con el coche, entramos y no reparamos dónde estábamos. Entro y veo a un jovencito, que no sé si tendría 14 o 15 años, muy jovencito, un pibe estudiante que Bardesio me manifiesta que era correo tupamaro. No vi a nadie más en esa casa, estaría la gente de Bardesio escondida ahí. Le dije que era un niño, por qué no soltaba (a) ese muchacho. Me dice que no, que era correo tupamaro y que lo iba a entregar a la Marina. Lo sube al coche y no sé en qué lugar de ahí, cerca, hay una camioneta a una cuadra más o menos, estacionada; lugar descampado, se baja Bardesio y bajan de la camioneta dos personas (o era camioneta oficial) y Bardesio les entrega el muchacho…”.
Actas de Bardesio
“Yo, Nelson Bardesio, oriental, casado, de 31 años, funcionario del Ministerio del Interior, declaro ante el Tribunal del Pueblo mi participación en los hechos que conozco en relación con atentados
terroristas. De diciembre de 1970, cumpliendo órdenes de mis superiores del Ministerio del Interior, participé en los atentados que detallo a continuación:” Así comenzaban las confesiones de Bardesio ante los tupamaros. Luego relataba diversos atentados contra los abogados de presos políticos: Arturo Dubra, María Esther Gilio, Alejandro Artucio, y Alba Oell’Acqua. Igualmente contó sobre los almuerzos del Club Naval, el asesinato y desaparición de Héctor Castagnetto, y la actuación de Miguel Sofía, alias “José”, entre otras cosas.
ROSENCOF: “El Escuadrón fue el embrión de la dictadura cívico-militar”
Consultado Mauricio Rosencof por La República, dijo: “La estructura del Escuadrón de la Muerte es el embrión de la dictadura cívico-militar y el terror que tienen los abogados del Ateneo y algunos sectores políticos. Del Frente Amplio nadie integró esa dictadura cívico- militar, sin embargo el expresidente de la República, Aparicio Méndez, fue también presidente del Partido Nacional y los militares golpistas estaban inspirados en el Cnel. Mario O. Aguerrondo, que fue el candidato de Luis A. Lacalle, en las elecciones de 1971. Aguerrondo, en el año 1966, fundó la Logia de los “Tenientes de Artigas”. Dentro del Partido Colorado, además de algunos hombres que integraban ya el gobierno de Bordaberry, como ministros, hubo por ejemplo un consejero de Estado que tuvo como asesor al inspector Castiglioni, jefe de la DNII, cuando fue senador de la República en democracia. Castiglioni era uno de los integrantes del Escuadrón de la Muerte.
Toda esta campaña intenta demostrar que el Escuadrón de la Muerte fue producto de la prensa, como dice Langón, abogado de Sofía y Grignoli, apuntalado por los abogados de los dictadores Juan María Bordaberry y del Gral. Gregorio Álvarez, pero es claro que dentro de sus filas están los civiles de la dictadura cívico-militar.
Es sabido que el cnel. Ramón Trabal era partidario de la reinstitucionalización del país en aquel momento y mantenía diálogos incluso con figuras fundamentales de la oposición antigolpista que se encontraban en el exilio. En el Partido Nacional, no todos fueron Wilson Ferreira, aunque bueno es reconocer que el Partido Nacional fue un baluarte de la resistencia contra esa dictadura cívico-militar, con Carlos Julio Pereyra, Wilson Ferreira Aldunate y Héctor Gutiérrez Ruiz, entre otros. Igualmente lo mejor del batllismo se alineó en la resistencia, pero no todo el Partido Colorado, que también aportó sus civiles a la dictadura como el exsenador colorado y ministro Juan Carlos Blanco, responsable de las muertes de Michelini, Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y Whitelaw en Buenos Aires y de la desaparición de la maestra Elena Quinteros, afirmó Rosencof.