No nos gustó, desde el principio, el tono de autobombo y proselitismo que se le dio a la tragedia de covid-19 que azota a la humanidad. Por alguna razón, Lacalle (h) creyó que el bajo índice de contagios iniciales le permitían manejarlo solo y políticamente. Un abuso sin precedentes del uso de la cadena y de la figura de Delgado flecharon la cancha. Ahora las papas queman y todos nos precisamos a todos. Ahí estaremos. Pero no cometer dos veces el mismo error.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Cuando algo parece salir bien, “autobombo” del presidente. Cuando los hechos nos dan la razón, “la culpa es de la gente.” ¿No será que a la gente no se le informó de los riesgos y de la gravedad del tema? Recuerdo al presidente de la República, con toda la investidura sobre sus hombros, haciendo proselitismo en Argentina. En efecto, cuando el presidente Fernández anuncia las medidas de cuarentena, con muy poca madurez, Lacalle (h) sale por todos los medios opositores de aquel país.
Su mensaje era “yo no prohíbo nada, apelo a la libertad responsable”. Alguien debió advertirle que eso no se hace. En ese momento, el gobierno argentino tomaba otro camino que él se dedicó a denostar todos los días, en un canal opositor por jornada. El problema es que cuanto más decía “libertad responsable” en el exterior, adentro se prohibían cada vez más cosas. No me quejo, digo, lo uno o lo otro, si no la gente no le iba a creer.
No soy infectólogo. No tengo la posibilidad que él tiene de buscar el mejor sustento científico para sus políticas. Mucha gente sostenía que Uruguay era, desde 1930, el único país en tener vacunada a toda la población recién nacida contra la tuberculosis. Que eso demoraría la llegada del virus y los estragos que nos haría. Pero si uno lo decía, parecía que deseaba que al gobierno no le fuera bien, cuando lo que está en juego es la salud y vida de la gente.
El Frente Amplio planteó, cuando ya se veía que las papas iban a quemar, un gran diálogo nacional. Lacalle primero dio entrevista para la semana siguiente. Aconsejado por algunos asesores de lo equivocada de la señal que se enviaba, la cambió para los últimos días de aquella semana. A pesar de la mala onda, el Frente suspendió una interpelación, que anunciaba ser de alquilar balcones, al ministro Larrañaga, para contribuir a crear un clima de unidad ante la emergencia sanitaria. Al otro día, en estilo Larry, salió con un palo a pegarle a la dirigencia del FA.
El fin de semana pasado, se llegó a cifras alarmantes. 533 contagios en un día, con otra muerte y una proyección que establece que a fines de febrero no alcanzarían las camas de CTI. Son esas situaciones que se dan en la vida en las que uno piensa “ojalá me hubiera equivocado”. Ante la mirada atónita de mi familia, fui a buscar un papelito donde lo había escrito: “600 a mediados de diciembre”. Qué pena haber acertado, qué lindo hubiera sido equivocarme.
Salieron las autoridades, no a decir qué iban a hacer para no volverse a equivocar. Pero no, la respuesta del gobierno fue la más fácil: “La gente tiene la culpa”. Si parece que sale bien, “Lacalle es uno de los 50 estadistas más importantes del mundo (la ONU tiene solo 193 miembros, estar entre los 50 no es tanto. ¿No?). Pero si sale mal, la culpa la tiene la gente.
En esos días, tratando de apagar el incendio al que habían alimentado con leños, el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, fue al programa Santo y Seña. Allí denunció una encuesta alarmante. Solo al 26% de la población le preocupa el tema. Pone cara de “¿Vieron? Es la gente la que no entiende”. Yo me pregunto: todo el triunfalismo que vendieron dentro y fuera de la frontera del superestadista que impone la libertad responsable ¿no es culpable de esta desconfianza de la gente?
Todas las señales fueron confusas. El canciller es apandémico. El primer abrazo fue a Pompeo, el secretario de Estado al que le quedaban apenas semanas en el cargo. Fue como reportarse al jefe. Pompeo sostiene que no hay que usar tapabocas y que el virus es un pretexto para sacar a Trump. ¿Ese viaje para qué fue? Confundió mucho. En pocos días anunció que tenía todo arreglado para comprarles la vacuna a los chinos. Pero mientras la gente se enteraba con asombro, apareció en Rusia diciendo que íbamos a traer vacunas rusas. Mucho viaje, mucho viático, mucha confusión para la gente.
Y que al sector privado se le den señales claras. Anuncian temporada completa. Digamos algo sobre el sector turístico. Le garantizan reglas del juego y envían permanentemente señales contradictorias. Primero: “temporada normal”. Cuando están preparados para ello, dicen: “solo turismo interno”. Luego de la difícil adaptación, les avisan que la decisión final será el 18 de diciembre. La semana antes de las fiestas, no se puede sacar en Montevideo un pasaje de ida y vuelta a un balneario porque no lo venden hasta después del 18.
Así, no. Por el bien de todos.