Un informe de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) observa con preocupación el avance de la educación privada en América Latina y, en ese contexto, alerta sobre las tendencias privatizadoras en Uruguay. El informe fue presentado por el investigador de la UAB Mauro Moschetti y representantes de los sindicatos docentes en una conferencia de prensa realizada en el IAVA ante autoridades de la enseñanza. Los mecanismos de privatización no son siempre los mismos, pero algunas mañas están bastante extendidas. Entre estas, la insistente campaña de defenestración de la enseñanza pública que llevan adelante los medios, los políticos y hasta los jerarcas, que, mediantes sus discursos catastróficos, inciden de forma notable en la opinión mayoritaria de la gente. Para eso se usa como herramienta cualquier cosa, como las pruebas PISA, y se comparan sistemas educativos de sociedades incomparables, mostrando lo que quieren mostrar y ocultando lo que no les sirva para su brega. Lamentablemente, en Uruguay la enseñanza pública también ha sido sometida a este tipo de afrentas y en los últimos años ha crecido la percepción negativa del sistema público, que es el único de verdadero alcance nacional y accesible para todos los uruguayos, mientras se ha instalado una apreciación positiva de instituciones gratuitas de gestión privada que seleccionan a los estudiantes o, lo que es igual, sesgan su matrícula y obtienen, por tanto, un rendimiento promedio superior. Las propuestas privatizadoras de la educación tienen defensores a izquierda y derecha, y hasta tienen una fundación que se propone elaborar un libro blanco con el objetivo de convertirse en el programa educativo de la manifestación de la derecha que tenga la responsabilidad de gobernar en próximas elecciones. Es evidente que en la educación de nuestro país hay problemas –tanto en la pública como en la privada– y es especialmente notable en la educación media. Pero más allá de todos los problemas, es indispensable defender a la enseñanza pública, de gestión estatal, laica y gratuita por un motivo sustancial que excede en mucho los contenidos académicos, el número de días de clase o la tasa de aprobación. Una educación pública fuerte y masiva es un componente central en la construcción de una sociedad democrática e igualitaria. Los países que se caracterizan por una educación pobre para los pobres y una educación rica para la elites no son democráticas, ni inclusivas ni pacíficas. Son sociedades aristocráticas, violentas y desiguales en cualquier punto del planeta. Mucho más allá de planes, métodos, programas y teorías, la única forma real de fortalecer la educación pública es destinarle mucho dinero. Mucho más que 4,5 o 6% del PIB. Si queremos una educación pública masiva, de calidad, que retenga a los estudiantes y que alcance logros que nos enorgullezca, necesitamos que los docentes ganen el doble y que la infraestructura sea cada día mejor. Por cierto, es imposible lograr grandes éxitos si la desigualdad campea en la sociedad, porque esas “grietas” que existen entre los uruguayos existen en todos los niveles y se manifiestan en la educación muy particularmente. Como objetivo, Uruguay debería recorrer el camino para que la inversión pública en educación sea abrumadora, tanto o más que lo que invierten los países del primer mundo. Ya veremos que si en lugar de “tender” al 6% del PIB, aseguramos 10% o 12% del PIB creciente que tenemos, en pocos años los indicadores de nuestra educación van a mejorar, y ya no sólo van a ser más masivos, como lo son ahora en relación con el pasado, sino mejores en logros educativos de los estudiantes. Y ya vamos a ver que los profesores estudian más y faltan menos, y la innovación de los contenidos va a ser mejor. Porque para lograr una educación pública del nivel de la finlandesa o la cubana, lo estrictamente necesario es comprometerse como país a invertir en ella a tal punto que no tengan nada que envidiarle a un instituto privado. Porque no hay otra cosa. Lo que separa a un instituto público de uno privado, más allá del ADN, las concepciones, los valores o las doctrinas –porque los profesores son los mismos– es el monto de los recursos de la institución y los recursos con los que cuentan los estudiantes.
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