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Delirante y grotesca interpretación de la llegada de Colón a lo que hoy es América

Los cuestionamientos a Cristobal Colón y al supuesto descubrimiento de estas tierras han venido creciendo pero todavía la visión que todo lo explica por Europa sigue vigente, incluso en formas delirantes y grotescas.

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Hay veces en que el delirio gana las cabezas de las personas y llega a los medios de prensa. Incluso aquellos que se ganan la fama de serios. Este es el caso de la columna del periodista argentino Dardo Gasparré publicada en el diario El Observador. Allí, con un discurso y un lenguaje que huele a rancio, defiende la llegada de los europeos a América y sostiene que los cuestionamientos que en América se hacen a este acontecimiento “son parte de un proceso para destruir todos los valores de occidente, sus instituciones y el concepto mismo de nación”.

“La cancelación es la nueva herramienta que el posmarxismo de mil nombres y mil cabezas utiliza para apoderarse de la democracia y destruir la idea de soberanías nacionales”, comienza diciendo este hombre.

Sostiene que “un día se decidió demonizar el descubrimiento de América, transformando la figura de Cristóbal Colón en una especie de Hitler de la naciente Edad Moderna, en un Stalin purgador de indígenas, en un despiadado asesino de aborígenes”.

Para Gasparré hubo un “descubrimiento”, pero eso como se sabe es discutible. ¿Para quién hubo un descubrimiento? Obviamente para los europeos. No para quienes ya vivían, desde hacia miles de años en estas tierras. A más de 500 años de esos hechos es discutible hablar de “descubrimiento”. Es una cuestión de puntos de vista. O ideológica. Y ese es el problema del razonamiento del autor: analiza los hechos en base a una concepción ideológica que sigue pensando al mundo con el ombligo en Europa.

La cancelación es la nueva herramienta que el posmarxismo de mil nombres y mil cabezas utiliza para apoderarse de la democracia y destruir la idea de soberanías nacionales”

Tras agrega que nadie puede defender a Hernán Cortés, a Pizarro o a la propia Iglesia Católica por su papel en la conquista, afirma que Colón, y la reina Isabel, “emprendieron la aventura del Descubrimiento sin intenciones de conquistar nada, ni de subyugar nativos, ni de matarlos. Simplemente querían encontrar una nueva ruta comercial al Asia, porque las flotas salvajes de sus civilizados enemigos europeos le impedían usar el Mediterráneo como vía de paso. La epopeya colonizadora fue fruto de la ambición de comerciar. Unida a la aplicación práctica de la teoría no probada de que la tierra no era plana, sino redonda”. Para el autor todo muy inocente.

Afirma que en América de 1492 “no había naciones, ni soberanía, ni derechos, ni nacionalidades, ni instituciones. Salvo el odio y el instinto tribal, que también conducía en muchos casos a la guerra, a la conquista, al vasallaje. Las tribus fuertes y belicosas se imponían a las tribus débiles. En todo el continente. No había derechos con los Incas explotadores, ni con los Mayas o los Apaches o los Sioux. Sólo las ancestrales reglas animales de cada tribu”.

Colonización civilizatoria

Para Gasparré entonces es válido y vigente el argumento que las potencias europeas utilizaban en el siglo XIX, cuando se lanzaron a la conquista del mundo para colonizarlo, de que llevaban la civilización y las luces de la cultura al mundo bárbaro, aunque en ese mundo existieran civilizaciones y culturas más antiguas y refinadas que las europeas.

Pero la frutilla de la torta del artículo es la afirmación de que tras la llegada de los europeos “el continente americano evoluciona y emerge como puede como un conjunto de naciones, con leyes, derechos, reglas, soberanías, igual que Europa, muchas veces mejorando las ideas del Viejo Continente, y hasta liderando muchos cambios, como en el concepto mismo de la democracia”.

En todo el continente. No había derechos con los Incas explotadores, ni con los Mayas o los Apaches o los Sioux. Sólo las ancestrales reglas animales de cada tribu”

La afirmación no resiste el más mínimo análisis. La lectura de cualquier libro de historia desmiente eso. Nunca las naciones americanas estuvieron a la altura de Europa, sino todo lo contrario. Incluso, hasta hoy, en pleno siglo XXI, el continente tiene que soportar la presencia colonial europea como en las Malvinas o la Guayana francesa.

Posteriormente el articulista dedica largas parrafadas a los gobiernos del continente, en particular a los progresistas y no puede ocultar su desprecio. Sostiene que la denominada “corrección política” obliga a los gobiernos “de políticos inútiles y corruptos a complacer el reclamo inducido por esos métodos. Demonizar a Colón y el descubrimiento es parte de la negación de esa identidad y de esa individualidad de cada nación, de cada sociedad. Es tribalizar de nuevo al continente para poder dominarlo”. No dice quién quiere dominarlo. Tal vez vea algún conocido fantasma…

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