Es el punto de partida para pensar qué deja en esta materia el actual Gobierno y qué desafíos deben ser abordados tanto en lo que hace a los programas de campaña como a quienes asuman la administración del próximo período.
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Este análisis puede ser abordado desde múltiples perspectivas, pero entendemos que hay al menos cuatro aspectos a destacar en la revisión que busca no solo ser crítico sino sentar un estado de situación tanto a modo de evaluación como de los temas a abordar para un futuro gobierno.
Adelantando resultados. Estamos peor que antes en el plano económico, alcanza con ver los datos de crecimiento y perspectivas, los niveles de déficit fiscal y las dificultades en materia de competitividad, sumado a un deterioro de los indicadores sociales.
La economía que vivimos casi no registra crecimiento y tiene una importante caída en los indicadores sociales. Tenemos un muy mal desempeño en el plano fiscal, a pesar de haber sido de los principales puntos dentro de las propuestas económicas, y hasta haber avanzado en el desarrollo de un instrumento de control del déficit y del gasto: la regla fiscal. Hoy el mismo alcanza el 4,4 % del PIB y muchos lo comparan a los niveles prepandemia, pero no es suficiente con decir que es similar. Además, hay que evaluar los recortes que hubo en materia de políticas claves como la educación, la vivienda, y llegando a los niveles de pobreza que se tienen hoy, pero además teniendo 20 % de pobreza infantil. Sumado a que no es un dato que se mira aislado, sino que se han comprometido recursos para las administraciones próximas sin un crecimiento que acompañe. Un tema no ajeno es la realidad cambiaria. Dada la estructura de la deuda pública, si no se viviera el atraso cambiario que existe hoy, los niveles de endeudamiento aumentarían mucho más. Por lo cual, pueden verse algunos incentivos para que se haya mantenido desde el punto de vista del Gobierno un tipo de cambio tan bajo a pesar del costo que se sufre a nivel de la producción y exportaciones, fundamentalmente en sectores claves como la agroindustria y el turismo.
La gestión económica no ha podido con el incremento del déficit, tuvo un aumento del gasto en el año preelectoral, pero sin resultados que hagan a la mejora en la calidad de vida y con una baja en los niveles de recaudación. En el último año el déficit llega superar el 4 % del PIB (4,4 %) con caída en la recaudación y con aumento de gasto, pero además con un importante crecimiento de la deuda pública que se contiene con el mayor atraso cambiario que tiene el país en décadas. Este atraso cambiario está afectando los motores de crecimiento del país por una pérdida de competitividad y altos costos que afecta las exportaciones a nivel de la agroindustria, de los servicios tanto turísticos como de otro tipo, pero también a la producción para el consumo interno.
Todos estos datos son más que relevantes para pensar los programas de gobierno. Vivimos en un país con un peor desempeño económico, con afectación en sectores claves como el agroexportador y el turismo, con peores condiciones para las empresas nacionales. Pero, sumado a eso, con mayor pobreza y desigualdad, con tres años de caída de salarios reales y pasividades que recién están llegando a los niveles prepandemia. Si juntamos los temas planteados, la conclusión es automática: el próximo gobierno va a tener muy poco margen fiscal para buscar alternativas que puedan reactivar la economía, generar atención a los temas más críticos y retomar lo que se entiende como un camino de desarrollo.
Existen muchos otros indicadores para analizar y temas de relevancia. Ingresos y mercado de trabajo, por ejemplo. Los datos de salarios han mostrado que recién este año vienen en recuperación. Llevó mucho tiempo de pérdida de salario real y también a nivel de las pasividades, sin dejar de mencionar la cantidad de hogares con ingresos significativamente bajos. Además, sumando el hecho de cambios a nivel normativo que han generado peores condiciones para la negociación salarial. Si vamos a nivel de los indicadores de mercado de trabajo, actividad, empleo y desempleo se ha podido ver que los datos no son los peores, pero cabe destacar que se ve que el empleo creado es de peor calidad y en peores condiciones.
Además de que los datos promedio esconden realidades con problemáticas muy altas; por ejemplo, elevados niveles de desempleo en muchas zonas del interior del país donde está la zona de frontera, pero también en otros departamentos. Pero también grupos de edades más afectados. Esto mismo pasa en lo que hace a la informalidad y la precariedad. Se necesita algo que ha estado ausente que es una mirada de las políticas laborales desde una perspectiva de las nuevas tendencias del mercado de trabajo y los desafíos en cuanto a creación de empleo de calidad y con más derechos.
Más que reformas, mucho anuncio y poco alcance, y cambios que llevan a la regresividad. Se anunciaron un conjunto de cambios y reformas, y en otras se avanzó, pero las mismas han dejado muchos temas por el camino. Alcanza con revisar lo que está pasando con la Seguridad Social, cambios que afectaron solo al régimen IVS recortando derechos y que no resuelven el problema de fondo, por lo cual se plantea que es el déficit de la Seguridad Social. Se afectaron prestaciones y quedó una gran cantidad de aspectos abiertos, aportando incertidumbre y con dificultades actuales de implementación. Podemos seguir nombrando ejemplos: reforma del Estado, educación que fue también al recorte, salud mental que se anunció revolucionaria, inserción internacional que ha venido en deterioro.
Los temas, más que muchos. Pero, ante todo, hay que recordar que tenemos un Uruguay con 20 % de niños y niñas que viven en hogares pobres, con menos recursos para la educación, con déficit en la vivienda, con ingresos reales que en promedio van estar igual que en el 2019, con una pérdida de competitividad en todos los sectores y con problemas de crecimiento. Necesitamos una política económica sólida, rigurosa y con perspectivas claras de lo que necesita el país para el desarrollo.