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Editorial Pepe | Blanca Rodríguez |

Jugada maestra

¡Chapeau, Pepe!

Pepe y Lucía, un vez más, patearon el tablero y aseguraron para su sector y para todo el Frente Amplio una avalancha de votos, ya no de militantes y adherentes de la izquierda, sino de rincones mucho más difusos de la sociedad

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La presentación de Blanca Rodríguez como candidata al Senado por el MPP es un batacazo mayor con consecuencias electorales indiscutibles. La conferencia de recibimiento realizada el pasado martes con la presencia de Pepe Mujica, recién salido del hospital, tuvo toda la épica que merecía semejante movimiento, hasta hace un par de semanas, completamente inesperado.

Pepe y Lucía, un vez más, patearon el tablero y aseguraron para su sector y para todo el Frente Amplio una avalancha de votos, ya no de militantes y adherentes de la izquierda, sino de rincones mucho más difusos de la sociedad donde la credibilidad de Blanca Rodríguez se ha cimentado a lo largo de décadas de un trabajo impecable como la principal informativista del país. Blanca Rodríguez siempre ha sido una mujer de izquierda, pero, más allá de sus convicciones políticas, es una persona extremadamente popular, acostumbrada a ingresar en las casas por la pantalla todas las tardes a brindarle a la gente las mejores y las peores noticias con el equilibrio necesario de calidez y sobriedad para que todo el mundo tome su palabra como el testimonio último de la verdad.

Nadie puede decir que Blanca Rodríguez haya hecho gala de un periodismo sesgado ni mucho menos sectario, nadie puede adjudicarle a su trabajo inautenticidad ni arrogancia, deshonestidad ni manipulación. Ha sido siempre profesional, mesurada y en la tele apenas ha dejado entrever su opinión en los asuntos más polémicos por gestos medidos, tan sutiles como concluyentes.

Pepe Mujica, que es un genio en la dimensión más abarcativa de la palabra genio, como político y como comunicador, anticipó muy bien las consecuencias que podría tener un fichaje político de estas características: Blanca resume, en buena medida, lo que los uruguayos quieren para el país: sensatez, estatura intelectual, encanto y honestidad. No importa tanto si alguno de sus pocos detractores señala que hay en toda esa imagen algo de impostura. No importa, porque es tan imposible que el personaje coincida en todo con la persona, como que la persona no sea, en última instancia, la unidad atómica del personaje.

Hace rato que las encuestas señalan que el Frente Amplio ganará las próximas elecciones, seguramente con mayoría parlamentaria. Lo hará porque el Gobierno multicolor ha cometido muchos errores, lo hará porque especialmente el presidente y su entorno inmediato han estado sumergidos durante más de dos años en un lodazal de sospechas de actos de corrupción, o bien, lo hará porque la distancia era demasiado corta como para que el propio desgaste del ejercicio del poder no le pasara la factura a blancos, colorados y cabildantes. Pero hay un motivo más para asegurar este desenlace: en la campaña electoral el Frente Amplio viene haciendo todo bien y la Coalición viene haciendo todo mal, como si realmente ya hubiesen dado por perdidas las elecciones. Tratemos de mirar el panorama con algo de ecuanimidad. El Frente Amplio eligió la fórmula más natural, constituida por dos de las figuras con más respaldo electoral del país y con mayor experiencia de gestión: el intendente de Canelones y la intendenta de Montevideo. El partido de gobierno eligió como candidato a presidente al secretario de Lacalle Pou –una persona sin votos propios– y la completó con una candidata a la vicepresidencia inexplicable, inaceptable para propios y extraños. El Frente Amplio armó un programa de gobierno claro, lo discutió con la gente y lo aprobó en un congreso. Los partidos de la coalición no tienen programa y se la pasan prometiendo cosas que no pueden explicar por qué no hacen ahora, cuando gobiernan. El Frente Amplio se asegura la candidatura de Blanca Rodríguez, una de las personas más populares del país, y una referencia de honestidad y profesionalismo, sobre todo en el universo de los uruguayos más indefinidos, y los partidos de la coalición se pelean por quién tiene una presentación electoral más a la derecha, con el hijo de un dictador encabezando la lista principal del partido Colorado, además de dos exfiscales sospechados –una de ellas sospechada de haber encubierto al presidente en el caso de corrupción más llamativo de las últimas décadas, y el otro conocido por proponer delirios como andar armado y detener gente por portación de cara– y, en el caso del Partido Nacional, con una distribución de puro herrerismo, que encabeza sus listas con exministros de pésima imagen, y con el propio presidente de la República, principal responsable de un gobierno malo.

Esta jugada de la 609 le puso la tapa a cualquier clase de incertidumbre electoral. Si algo le faltaba a la 609 para ser la lista más votada por quinta vez consecutiva y al Frente Amplio para ganar las elecciones con mayoría parlamentaria, el ingreso de Blanca Rodríguez a la política lo definió. Una jugada maestra de Pepe y Lucía. ¡Chapeau!

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