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Editorial gobierno | Lacalle Pou | ley

Estratagema del engaño

El gobierno "black friday"

El gobierno de Lacalle Pou ha sido un gobierno con una orientación clarísima a favor de las clases altas y el empresariado

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Luego de dos años de ajuste total, el proyecto de Rendición de Cuentas prevé una ligera expansión del gasto de algo más de 200 millones de dólares. Este incremento no alcanza ni por asomo a compensar el dinero “ahorrado” desde que asumió el gobierno ni permite ilusionarse con una recuperación de la inversión pública o de lo salarios perdidos que, con muchísima suerte, lograran ubicarse al final del período en el mismo nivel que en 2019.

Sin embargo, una mirada menos económica y más política de este proyecto, que tiene características nefastas, como la derogación de la ley de medios y la restauración de un decreto liberticida de la dictadura, nos sugiere que el gobierno de Lacalle Pou quiere emular parcialmente la estrategia que llevó a cabo su padre en los años 90. Primero gestiona con una motosierra y transfiere la mayor cantidad de recursos desde la sociedad a los sectores más ricos y, cuando se acerca el período electoral, vuelca un poco de recursos para producir una especie de veranillo que le permite competir mejor en las elecciones.

Ahora bien, esta estrategia de gobierno que consiste en bajar salarios y jubilaciones, aumentar impuestos a la gente y derrumbar la inversión pública durante más de la mitad del período, para después abrir un poco la billetera y publicitar una mejora de las condiciones de vida de la gente y el empleo se parece un poco a ese sistema de promociones tan de moda en el mundo comercial de las grandes tiendas: dos o tres días de “importantes descuentos” para que la gente compre compulsivamente, precedido por un remarque general de sus precios para que los tal descuentos no sean más que fantasmada. A esto, llevado al terreno de la gestión, es lo que me atrevo llamar gobierno “black friday” a tono con ese popular evento de promociones inventado en los Estados Unidos.

¿Tiene alguna posibilidad de éxito una estratagema tan ostensiblemente engañosa? Depende. En principio es importante observar que es un tipo de diseño que depende mucho de las maquinarias publicitarias y esas maquinarias las tienen todas a su disposición. Si logran instalar un clima de recuperación y una sensación generalizada de que ha pasado lo peor del ajuste y ahora viene el camino hacia la bonanza, puede haber mucha gente que se “coma la pastilla” y los vuelva a elegir, pero, claro, una estrategia así enfrenta el problema de todas las cosas prediseñadas en agencia: la realidad siempre viene cargada de imponderables y todo lo que en los papeles parece un crimen perfecto, a la hora de la verdad puede hacer agua por todos lados.

Hay que tomar en cuenta algunas cosas. Luego del referéndum, que se saldó con una victoria por la mínima de la posición del gobierno, pero una evidente desacumulación de sus fuerzas y un crecimiento bestial de las fuerzas opositoras, cada vez más organizadas, con mayor capacidad de movilizaciones, con mejor sintonía y con una potencia política y electoral a corto plazo formidable, el gobierno tomó conciencia de que por ese camino marchaban a la derrota. En los meses siguientes, la situación del gobierno comenzó a empeorar sondeo a sondeo, la opinión pública se le dio vuelta y nada indica que ese desbarranco pueda ser revertido sin medidas mucho más profundas y generosas de las que el gobierno está dispuesto a tomar. Además, hay varios indicios de que el control político de la coalición es cada vez menor y, por lo pronto, dos proyectos claves para Lacalle Pou no parecen contar con los votos en este momento: la derogación de la ley de medios – fundamental en su relación con los grupos hegemónicos de la comunicación – y la ley de tenencia compartida, un proyecto con el que Lacalle pretende reunir el voto antifeminista y más conservador, al mejor estilo Bolsonaro, aun cuando implique pasar por arriba del interés superior de los niños y las niñas.

El gobierno de Lacalle Pou ha sido un gobierno con una orientación clarísima a favor de las clases altas y el empresariado, sobre todo rural, pero ha sido un gobierno de malísima calidad. Lacalle Pou es un dirigente político con mucho menos formación que su padre y el elenco que lo acompaña no tiene el nivel del elenco herrerista que secundó a Lacalle Herrera. No hay que ponerle nombre a las comparaciones para dar cuenta de este fenómeno. Con todo, cualquiera de los dos gobiernos ha sido, francamente, de derecha y con un reflejo cheto que hasta produce cierta repugnancia. Lo que tiene este gobierno, de lo que no gozó su padre en semejante medida, es un blindaje impresionante, acaso el más grande de la historia post dictadura. Ese blindaje innegable no le está siendo suficiente para evitar la caída de popularidad acentuada, pero existe y seguirá existiendo hasta el final del mandato, conviene no olvidarlo.

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