El ministro del Interior, Luis Alberto Heber, será interpelado por la senadora Silvia Nane y esa sería una excelente oportunidad para que el Senado apruebe una moción de censura, porque no tiene forma de explicar absolutamente nada. La coalición no lo va a hacer, porque con Luis Alberto Lacalle medio retirado y Gustavo Penadés preso, Heber es el único líder del viejo aparato del herrerismo, encolumnado en la lista 71, y el herrerismo y su jefe (el jefe real, no Heber) son los padres (en todo sentido) de la criatura que nos gobierna.
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Decimos que su gestión es indefendible y la interpelación lo va a dejar claro; será el momento de bochorno para el viejo político que va a observar cómo ningún legislador se anota para defenderlo. No lo van a censurar, pero tampoco van a quebrar una lanza por él. Nadie quiere agarrar ese fierro caliente.
Cada semana la gestión de Heber aporta más argumentos a los que lo cuestionan. A una Policía corrompida a nivel de las autoridades, con diez jerarcas que han tenido que irse por diferentes irregularidades, el fracaso absoluto en las tareas de seguridad, hay que añadir la confirmación de la existencia de aparatos oscuros capaces de orquestar un fraude fiscal, haciendo operaciones ilegales para identificar a las víctimas de Penadés, una de las cuales, por lo menos, no llegó a declarar porque lo asesinaron en un hecho que, a la luz de lo que se sabe en este caso, habría que investigar de nuevo a fondo.
Hay responsabilidad del Ministerio del Interior de Heber en todo lo peor que ha pasado en los últimos años. Hay responsabilidad y formalizaciones por el caso Astesiano, hay responsabilidad en el caso Marset, en la fuga de narcos de las detenciones domiciliarias, en las operaciones de inteligencia ilegal, en la desaparición de pruebas, en el acceso a escuchas de El Guardián por el caso del asesinato de su propia madre. Ha sido relevado el director del Comcar, Carlos Tarocco, por la estafa procesal en el caso Penadés y todavía no se sabe cómo llevó el flujograma que estaba en su teléfono al teléfono del exsenador ahora preso, así que es evidente que hay más gente comprometida hacia arriba y hacia abajo de un hombre que depende casi directamente del ministro, que es quien lo nombra. Han sido destituido dos directores de Inteligencia; el primero, Claudio Correa, por el caso Astesiano, por el que fue indagado; la segunda, hace pocos día, Mariana Moura, cuya destitución se debe al descubierto acceso ilegal a las escuchas de El Guardián, por el caso del asesinato de Cecilia Fontana de Heber, madre del ministro, durante la dictadura, con un vino envenenado, pero lo que no se sabe es si Moura fue destituida por estar involucrada en ese acceso ilegal, por acción u omisión, o por haberlo descubierto, toda vez que fue ella la que informó al ministro de que ese acceso se había producido.
Por el caso Astesiano también fueron destituidos el director de la Policía Nacional, Diego Fernández, y el director ejecutivo, Jorge Berriel, en su momento número tres de la Policía. Recordemos que Astesiano reenvió chatas del presidente, solicitando inteligencia ilegal sobre su exesposa, Lorena Ponce de León. Pero también fue quien proporcionó a Astesiano información confidencial sobre la denuncia de violación grupal en una fiesta del Partido Nacional, entre otras cosas y, cuando le tocó declarar, la defensa de Berriel expresó que el ex director ejecutivo consideraba que la información que le pasaba a Astesiano era pedida por el presidente.
Hubo otros jefes de policía destituidos en muchos departamentos del país, y varios de ellos por casos oscurísimos, incluidos encubrimientos y corrupción.
No hay forma de defender la gestión de Heber, pero además no hay forma de defenderla porque nadie tiene claro el papel del ministro en muchos de estos asuntos. ¿Sucedieron sin que se diera cuenta? ¿No ha sabido elegir y controlar a jerarcas y funcionarios que dependen de él? Es un inepto, al menos, pero ¿ha incurrido en omisión? Hay que determinarlo, sobre todo cuando muchas veces se le ha advertido de cosas que están pasando. Pero la pregunta más importante, la que merece investigarse y no podrá hacerse mientras continúe en el cargo, es si el ministro tiene responsabilidad en algunas de estas cosas, porque sería muy dramático que haya tenido responsabilidad, por ejemplo, en la operación ilegal para identificar y amedrentar a los denunciantes de su amigo y correligionario Gustavo Penadés, porque eso ubica sus actos en otro plano, el del delito. Y no sólo en el que ya está consignado hasta en el propio dictamen de formalización de Penadés, donde se afirma que sus declaraciones al múltiple imputado atemorizaron a las víctimas, al punto que algunas de ellas temían ser detenidas por la policía si denunciaban los hechos.
Heber no puede seguir más al frente de la cartera. Pero además su gestión debería ser profundamente investigada y su actuación también.