Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Editorial acomodar | Río Uruguay |

Modus operandi

La máquina de acomodar

Hay que dar una lección de probidad y también una respuesta a la impunidad. Basta de usar el Estado como guarida, como instrumento para el clientelismo

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Hace unas semanas, la diputada del MPP por el departamento de Paysandú, Cecilia Bottino, realizó un pedido de informes por datos que le venían llegando de ingresos irregulares en la Comisión Administradora del Río Uruguay, en una situación que aparentaba ser similar a la ya demostrada en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande. Por lo que ha trascendido, en ese organismo binacional se viene produciendo un festival de acomodos y han ingresado más de 40 personas ligadas a la coalición, fundamentalmente de los sectores Alianza Nacional y las listas 71 y 404 del herrero-lacallismo. Otra vez, por lo que se sabe, ingresaron hasta ediles, aunque todavía no se ha obtenido el listado de los beneficiarios.

Si añadimos esta nueva repartija, ahora en la Comisión del Río Uruguay, a la piñata de ingresos de Albisu en Salto Grande, podemos advertir que estamos ante un verdadero modus operandi. La coalición demuestra una vez más que no accedió al gobierno del país con un propósito de mejorar la gestión, sino que concibió la oportunidad de gobernar como la ocasión para un desembarco masivo y conquista espuria de posiciones rentadas en la administración pública. Ya no podemos hablar de errores o desprolijidades excepcionales, porque estamos ante la normalidad del acomodo masivo, de la toma del Estado como un botín para el clientelismo obsceno.

Los cinco mejores años de la vida que prometieran, están siendo los cinco mejores años para ellos y sus amigos, a costa del erario público. Acomodos de militantes, políticas para favorecer a los “malla oro”, una gestión de clase desembozada y, para colmo, plagada de sospechas de corrupción que lentamente comienzan a ventilarse en la justicia, en un camino que se ha mostrado lleno de obstáculos, pero que no va a detenerse en mucho tiempo, porque más temprano que tarde muchos de ellos van a tener que desfilar frente a los tribunales para explicar lo inexplicable.

Hace rato que vengo insistiendo con que no nos gobierna un elenco político ideológicamente lejano, sino una runfla. Pero nunca pudimos imaginarnos que llegaría a este punto, donde un senador está a punto de ir preso por explotación sexual de menores, otro senador ejerce a tiempo parcial su cargo mientras oculta la declaración jurada de su cónyuge a la Jutep, una senadora se la pasa insultando y amenazando en redes sociales, otro “cenador” (sic) destila odio en Twitter y justifica pasarse por el traste las reglas de tránsito, entre otras exhibiciones de un arrogancia sin sustento intelectual; dos ministro indagados por entregarle un pasaporte a un capo del narcotráfico, un ministro en pareja con una mujer imputada internacionalmente por lavar 70 millones de dólares, un intendente que defiende el trabajo infantil, otros intendentes que acomodan parientes como si las arcas públicas fueran de ellos y un presidente al que se le coló una asociación para delinquir en la Torre Ejecutiva, a cargo de su jefe de seguridad y que todo el mundo tiene la sensación de que zafa porque la que tenía que investigarlo no estaba para “inmolarse” y ahora, ya retirada, está lanzada a la carrera política en el partido del presidente (¡!).

Cuando la izquierda retorne al gobierno, algo que las encuestas anticipan y la sociedad mayoritariamente asume como lo más probable, no puede dejar de investigar todas estas cosas. Porque una cosa es no convertir el gobierno en una máquina de auditar, pero entre armar un ministerio de la venganza y no hacer absolutamente nada hay un trecho enorme. Es indispensable investigarlo todo, determinar hasta dónde llegó la podredumbre, porque luego de que dejen el gobierno, van a dejar también una cantidad de colocados, como una siembra extensa de sus cuadros, la más de las veces completamente inútiles, pero en ocasiones distribuidos para boicotear, como una infiltración masiva de impresentables, cuando no malhechores.

Hay que dar una lección de probidad y también una respuesta a la impunidad. Basta de usar el Estado como guarida, como instrumento para el clientelismo, porque un partido político es una herramienta para la democracia y no una agencia de colocaciones, un Manpower de adeptos y adictos con los recursos de la gente, cuando cada vez más uruguayos la pasan mal, no tienen para parar la olla o emigran porque no atisban un futuro dentro de nuestra patria.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO