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Editorial gobierno | agua |

Sin plan a la vista

No llueve y el gobierno entregado

El estado de situación es catastrófico. Los niveles excepcionales de salinidad autorizados, ya de por sí impresentables, se han superado en varias ocasiones.

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accEste jueves OSE informó que la reserva de agua dulce en la represa de Paso Severino había descendido a 3.790.000 metros cúbicos, algo más del 5% de su capacidad, ubicándose en el mínimo histórico absoluto, y las previsiones de lluvia para la última quincena de junio son magras, casi inexistentes e incapaces de detener la crisis. Mientras tanto, se conoce que la planta desalinizadora que se adquirió en Estados Unidos no podrá arribar a nuestro país antes de un mes porque ningún avión disponible en Uruguay tiene las dimensiones necesarias para trasladarla, así que tendrán que traerla en barco. En cualquier caso, la mencionada planta desalinizadora no puede proporcionar ninguna solución significativa a la crisis hídrica para la población general, aunque aparentemente podría aliviar la situación en hospitales y escuelas… dentro de un mes.

El estado de situación es catastrófico. Los niveles excepcionales de salinidad autorizados, ya de por sí impresentables, se han superado en varias ocasiones esta misma semana y el gobierno ya ni se preocupa de comentarlo. Expertos de la Facultad de Química advierten que no solo el consumo es desaconsejable, sino que hasta bañarse es peligroso, por la exposición a vapor con trihalometanos, cuya concentración se encuentra muy por encima de lo admisible, toda vez que el agua no potable que proporciona OSE requiere mayores tratamientos con cloro para evitar que se propaguen enfermedades infecciosas.

Además, todos los días se hace evidente que el agua corriente de mala calidad afecta los bolsillos de la gente, que ha visto disminuir sus ingresos reales en los últimos años debido a la política económica de ajuste continuo, y ahora debe consumir agua embotellada a precios crecientes y afrontar la rotura de calefones en un invierno que se anticipa duro.

Ya casi no quedan reservas de agua y sin lluvias a la vista la crisis se va a agravar y en pocos días OSE no estará en condiciones ni siquiera de proporcionar agua dentro de los insoportables márgenes excepcionales actuales. Montevideo y el área metropolitana descenderán todavía más en la escalera calamitosa de privación de agua. El gobierno, por su parte, está entregado. Apenas encomendados a lluvias imponderables, prácticamente no hablan del tema y asumen que no se les cae una idea para revertir el estado de cosas.

La oposición ha reunido a sus técnicos y representantes y ha elaborado una batería de propuestas para presentar a las autoridades, pero con muy poco éxito. Si son escuchadas, no son tenidas mayormente en cuenta. Pero, en general, el gobierno escapa a esas instancias de diálogo y se muestra escasamente proclive a darles bola a las ideas de los otros.

Creo que nadie imaginó nunca un escenario de esta naturaleza. Dos millones de personas sin agua potable y un gobierno que actúa como si no pasara nada, sin reacción, grogui y con la toalla al hombro, absolutamente sumido en una inacción pavorosa, cuando ya supera el mes de crisis y no hay lluvias a la vista. Nadie imaginó esto, porque incluso los que creíamos y creemos que no estaban preparados para gobernar un país, salvo para favorecer a los sectores poderosos de la economía, no acertamos a anticipar que serían tan irresponsables y tan incapaces como para someter a la sociedad a una calamidad como esta y, para colmo, perpetuarla sine die, sin ponerse colorados de vergüenza, sin gesto alguno de compasión.

¿Hasta dónde va a llegar esta crisis? ¿Por qué no son capaces de exponer escenarios basados en datos técnicos para que la población sepa a qué atenerse los próximos meses? ¿Es que nos tendremos que acostumbrar a no tener agua potable por un tiempo indefinido? ¿Qué van a hacer si no llueve en abundancia, si la sequía se extiende? ¿No van a poner ninguna obra en marcha? La gente exige algo más que parches y soluciones mínimamente paliativas: soluciones de infraestructuras y políticas de asistencia para los que no pueden destinar semejante cantidad de sus ingresos a comprar agua embotellada como un gasto fijo más. Es imprescindible que se hagan cargo de esta situación, porque son los que tienen la sartén por el mango. Son el gobierno, no un conjunto de espectadores de lujo. Tienen que actuar con la responsabilidad que les otorga la investidura. No pueden seguir haciéndose los idiotas como si no estuviéramos ante un desastre y, para colmo, usando la poquísima energía que exhiben en inventar excusas, coartadas y echarles la culpa a otros. Son una lástima.

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