La Copa del Mundo que nos tuvo entretenidos durante casi un mes terminó para Uruguay y se largó de lleno la campaña electoral que nos conducirá a la elección de la próxima presidencia de la República. La primera etapa por la que deberá atravesar todo el sistema político es la selección de las precandidaturas que disputarán a la interna de los partidos y se anticipa competencia verdadera en las tres formaciones principales. En el Frente Amplio (FA) hay un precandidato cantado, el intendente de Montevideo, Daniel Martínez. Según los sondeos de opinión pública, su postulación cuenta con el beneficio de la simpatía de una parte importante del electorado, pero así y todo no tendrá un camino simple porque ,aun cuando en el universo amplio y difuso de la ciudadanía su nombre concita aprobación, Martínez es más resistido en el núcleo de los politizados, donde sus ideas se conocen menos que su estilo autorreferencial y evasivo a las definiciones políticas e ideológicas. Ya es seguro que al Plenario del FA va a llegar otro candidato: el ministro de trabajo, Ernesto Murro. Es una candidatura potente aunque en cierto modo inesperada. Murro no estaba entre la camada de nuevos nombres que venían circulado los últimos años, a saber: la ministra Cosse, el intendente Orsi o el presidente del Banco Central, Mario Bergara. Pero ahora su postulación surgió con fuerza inusitada luego de que el expresidente José Mujica fuese a la sede del ministerio a proponérsela. Pepe hizo toda la coreografía para instalarlo de una. Si hubiese querido explorar la alternativa de Murro de un modo más discreto, seguramente habría concretado una reunión privada en su chacra en lugar de desplazarse hasta la sede ministerial, en plena jornada laboral y a la vista de todos. Pero por si algo no quedaba claro, para completar el movimiento ese mismo día Mujica ofreció una conferencia de prensa en la que ratificó su decisión de no ser candidato a la primera magistratura más allá del pedido explícito que le hizo el ejecutivo de su propio sector, el Movimiento de Participación Popular (MPP). A su manera, Pepe Mujica intentó concretar en dos actos casi simultáneos la transferencia de sus votos al nuevo candidato, y el ministro Murro, que cuenta con una base de respaldo propia no menor y de larga data en el movimiento sindical y entre los jubilados, aceptó de inmediato el ofrecimiento que puede ser la solución que esperaban la mayoría de los sectores que no se sienten comprometidos con Daniel Martínez: es un frenteamplista inobjetablemente independiente, representa una sensibilidad a la izquierda del equipo económico y no se le conoce por hacer seguidismo. En los hechos es de los pocos que se ha animado públicamente a enfrentar al ministro Astori -aunque lo reivindica como el mejor ministro de Economía de la historia- o a polemizar con los más encumbrados miembros del FA cuando no está de acuerdo. Si las cuentas no le salen mal a Pepe Mujica, a Murro lo tienen que respaldar el MPP y el Partido Comunista de plano. Pero, además, otros sectores del FA, como el PVP y muchos militantes independientes influidos por los movimientos sociales, podrían volcar su adhesión a un hombre reconocido por su gestión revolucionaria del Banco de Previsión Social y una conducción del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social muy cercana a los trabajadores. La candidatura de Daniel Martínez está instaladísima y las encuestas ya le dan más de 40% de apoyo en el seno de los frenteamplistas. Ninguno de los precandidatos que se venían conversando se acercaban a ese número de intención de votos, pero cabe señalar que, salvo Martínez, todos los demás eran conjeturas, candidaturas que podrían concretarse o no en caso de que se cumplieran muchas condiciones, entre ellas, la presentación o el desistimiento de Pepe Mujica o Danilo Astori. En el Frente Liber Seregni, la candidatura de Murro plantea un escenario completamente nuevo. No es descabellado pensar que dirigentes como Óscar de los Santos, Carlos Varela o la ministra Liliam Kechichian y hasta Mario Bergara observen con simpatía la postulación; al fin y al cabo, una figura que proviene de un palo bastante más cercano que el de Daniel Martínez, puesto que todos ellos compartieron muchos años de militancia con Murro en el seno del Partido Comunista, y podrían sentirse tentados a contribuir a un consenso que, si no es ganador, se acerca más al triunfo en elecciones internas que una candidatura propia, sectorizada y sin otro apoyo explícito que la base electoral del astorismo. El panorama de las candidaturas del FA se va aclarando. Ya hay dos precandidatos seguros, pero quizá haya espacio para algunos más. Los nombres no pueden ser otros que Carolina Cosse y alguien que provenga del astorismo, posiblemente Mario Bergara o el propio Danilo Astori. No se puede inventar. En el caso de que se presente Cosse, si se analiza en términos políticos, va a disputarle votos a Murro, pero no debe ignorarse que Cosse es mujer, cuando la sociedad demanda fórmulas paritarias en todos lados y una mayor presencia de mujeres en los elencos gobernantes; además, cuenta con mucha adhesión entre los jóvenes por su impresionante gestión en Antel y en el Ministerio de Industria, que ha insertado a Uruguay en los primeros planos en rubros tecnológicos antes impensados, como la generalización de la fibra óptica o la instalación de los data centers. Si se presenta Mario Bergara, el astorismo estaría jugando su mejor carta de renovación, con un cuadro relativamente joven que expresa muy bien los logros de la política económica impulsada por el FA en los últimos 13 años, pero que además tiene más facilidad para dialogar y llegar a acuerdos que Astori, por sus propias características personales. Así las cosas, el Plenario del FA tendrá que lidiar con dos precandidaturas principales, entre cuatro posibles. Las cuatro son candidaturas de peso, con vasta experiencia de gestión pública y trayectoria de militancia política y social. Con esta configuración queda cerrado para siempre el ciclo político de los tres líderes que condujeron los 15 años del período progresista más largo de la historia uruguaya. Pero antes de habilitar las candidaturas, el FA deberá pronunciarse sobre el programa para el próximo quinquenio y será a la luz de ese programa que tendrá que elegirse el mejor candidato para plasmar la letra en realidades que hagan mejor la vida de la gente.
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