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«El carnaval no es una entelequia, refleja lo que se vive»

Elizabeth Emilia Alfaro es profesora de historia e investigadora especializada en los temas de estudios del origen y en la evolución histórica del carnaval.

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A Milita Alfaro recurrimos para hablar de la política en el carnaval desde sus orígenes y en los distintos tiempos.

Todos los carnavales son diferentes y todos tienen temas que los hacen distintos. El carnaval está entre nosotros hace más de dos siglos, no hay otro fenómeno cultural y social que se pueda medir en términos de siglos.

Obviamente ha tenido muchos cambios y muchas permanencias, evidentemente hay una tradición que hunde sus raíces en la colonia y que llega hasta hoy y tiene un hilo conductor que nos identifica y que ha ido cambiando. Pero en última instancia lo que cambia no es el carnaval, es la sociedad, es el contexto en el que el carnaval se celebra, ahí es donde uno percibe un entorno como el de hoy, bastante particular, un ambiente en el que se recoge una cantidad de cosas que son clásicas en nuestros carnavales, como por ejemplo eso, por lo que hay gente muy asustada, diciendo que el carnaval se politizó, que el carnaval se partidizó.

Esto de la diferencia entre politización y partidización es medio compleja. ¿Dónde trazás la frontera en carnaval? Porque el carnaval no habla de la política en términos generales, trata los temas de una manera tal que comenta la actualidad y los conflictos que están presentes en la sociedad, inevitablemente el conjunto queda de un lado o del otro.

Por eso me parece que politización y partidización quedan bastante mezcladas. Ahora una como otra son ingredientes centrales de nuestro carnaval en términos históricos, pero no como se dice que la década del 90 trajo estas novedades. El otro decía comentaba que si los llevás a 1890 tampoco puedo estar de acuerdo, hablar de carnaval politizado a partir de 1990 es un disparate. Pero en 1890 también es un disparate, porque las cosas que se le decían al entonces presidente de la república, que era Julio Herrera y Obes, eran durísimas, pero si lo fechás ahí te salteás todo lo que se le dijo antes a Andrés Lamas, a Lorenzo Batlle; lo que fueron las controversias que se ventilaron en carnaval entre principistas y candomberos fueron tremendas y estamos hablando de 1860-1870, o sea que es un ingrediente sin el cual es inimaginable el carnaval montevideano.

En general el carnaval tiene esa simbología de cuestionar al poder, de ser irreverente, de señalar aquellas cosas que se descubren, las fallas, las tramoyas, las trapisondas del poder y todo lo demás, el carnaval siempre y en todos lados ha sido así, pero sobre todo en una sociedad como la nuestra en la que los niveles de politización son altísimos, esta es una sociedad muy politizada, que al igual que en otros aspectos de nuestra vida social ha volcado en el carnaval todo eso”.

¿El carnaval es políticamente de izquierda? Hay un debate muy propio de estas fechas sobre si el carnaval es o no de izquierda. ¿Qué piensa?

La izquierda tuvo tradicionalmente muy mala vinculación con el carnaval; si nosotros vamos a las primeras décadas, diría que hasta mediados del siglo veinte el discurso oficial de la izquierda respecto al carnaval era tremendo. Eran los espejitos de colores, era el opio del pueblo y todos lo demás, para una dirigencia de izquierda a la que le importaba que el pueblo hiciera la revolución, que luchara por sus reivindicaciones y un mundo mejor, se veía como una fiesta en la cual los burgueses distraen a las masas de lo que son sus verdaderos intereses.

Ese fue un discurso de toda la izquierda en sus diferentes manifestaciones, socialistas, comunistas, anarquistas. Las cosas que he recuperado de la prensa de izquierda en las primeras décadas del siglo veinte son tremendas. Recién en la década del sesenta comienza a cambiar, era el Uruguay de la crisis y la polarización, allí aparecen cambios muy significativos. Las murgas anteriores a esos años no es que fueran adictas al gobierno, tenían un perfil crítico muy importante, pero hay un hecho que no se puede soslayar, durante todas esas décadas previas la intendencia estuvo en manos del Partido Colorado, el gestionar la fiesta le dio la posibilidad de aprovechar eso tan importante que son los usos políticos del carnaval y de cualquier otra fiesta. Siempre en una interacción con la sociedad en la cual el Estado genera una estructura para el carnaval, la sociedad se apropia de esa estructura y a veces hace lo que el Estado espera y otras no, pero lo cierto es que el Partido Colorado hasta los años sesenta es un actor clave”.

Entrada la década del 60 aparece un cambio en el discurso, por lo menos recuerdo a Diablos Verdes, en 1969, o La Soberana que presenta letras que ya reflejan ideas de izquierda muy notorias.

Yo diría que La Soberana es la primera murga que sale con un discurso de izquierda. Incluso ese discurso oficial de la izquierda que antes miraba con tanta prevención al carnaval empieza a percibirlo como un posible escenario para difundir sus ideas; esto en el marco de una izquierda que empieza a adquirir la preocupación por un perfil hacia lo popular que antes no tenía; esto es bien interesante verlo también en el fútbol donde se dio la misma situación en años diferentes. Es lo que decíamos antes, no son cambios en el carnaval, son cambios en la sociedad que se reflejan en el carnaval. Pero en el período de la dictadura es una coyuntura muy particular donde el régimen clausuró la inmensa mayoría de los canales habituales de expresión, que muchas veces estaban asociados a la izquierda a nivel de teatro y en una cantidad de otras cosas. Eso determinó que mucha gente que ya no tenía la oportunidad de hacer lo suyo en sus ámbitos naturales se volcara al carnaval, allí se generó un vínculo entre artistas y todos los demás integrantes de las distintas expresiones que tiene diferentes consecuencias. Una de ellas en lo que tiene que ver con las propuestas, esa gente que está formada de otra manera trae al carnaval un lenguaje y formas de expresión que antes no tenía, sobre todo a nivel de la murga que estaba muy asociada a ciertos sectores de clase baja, por lo que la murga cambia a nivel artístico”.

Aparece la época de la resistencia

Por supuesto, más en el contexto de la resistencia lo que va a significar el carnaval como uno de los escenarios claves para la reapropiación del espacio público y de la palabra por parte de la sociedad. Ahí la gran diferencia es que no hay polarización, hay una gran politización pero en todo un período, sobre todo en los ochenta, la sociedad en su mayoría está unificada contra los militares. Después de la reapertura democrática vendrán las diferentes formas de entender la democracia, ese es otro tema; pero en los ochenta en el momento de la transición hay una enorme mayoría que en el carnaval se ve en los cientos de tablados que hubo en 1984. Los escenarios fueron un gran bastión de lucha y resistencia por la restauración democrática. Después de eso se generan situaciones de que mucha de la gente que se había acercado al carnaval se queda y otro hecho clave: en 1989 el Frente Amplio gana las elecciones departamentales por primera vez. Entonces toda aquella red que estuvo en manos del Partido Colorado pasa a estar en manos del Frente Amplio; son muchos los factores que determinan el cambio, pero este es clave. Entonces el carnaval comienza a identificarse con la izquierda, pero no diría que a partidizarse con el Frente Amplio. Dicen que durante los últimos quince años no se criticó al gobierno porque respondían al mismo gobierno, incluso se han dicho disparates como que la intendencia frenteamplista subsidiaba a los conjuntos para que estos perdieran independencia y cantaran lo que a los gobernantes les convenía. La intendencia nunca subsidió conjuntos de ninguna clase. Ahora, que los conjuntos tienen un perfil de izquierda, sí. ¿Pero por qué? Por esa larga tradición de que el carnaval es cuestionador del poder y por algo que me pareció bien interesante, el hecho que fuera reconocido por gente que proviene de los partidos tradicionales, porque están los que hablan y no les importa un pepino el carnaval y lo único que quieren es instalar un relato que solo sirve a su discurso y a sus intereses políticos y dicen todos estos disparates, y después hay gente que sí conoce los códigos del carnaval. Leí hace unos días una nota en La Diaria en donde tanto un dirigente blanco como otro colorado reconocían que en cierto momento los partidos tradicionales se bajaron del carnaval, se desentendieron, no les interesó más; todos sabemos lo que le pasa al que se va a Sevilla… parece bastante absurdo que si te vas dejes un cartelito de cómo se tienen que hacer las cosas cuando desertaste de ese escenario. Todo eso llevó a que en este momento sin duda haya una sensibilidad de izquierda que es predominante en el carnaval, a pesar de eso son muy pocas las murgas que dicen su adhesión a un partido político, porque además es absolutamente falso que no se criticó al gobierno del Frente Amplio durante los quince años de gobierno. Lo sé como espectadora y carnavalera, pero en este momento estoy trabajando especialmente en ese tema, la cantidad de letras que recupero de las cosas que se le dijeron al Frente Amplio desde el tablado en estos quince años es realmente impresionante, se lo criticó como es lógico que lo hagan las murgas, porque si no lo hubieran hecho se habrían muerto, la esencia de la murga es esa, evidentemente criticó desde una visión de izquierda pero no partidizada”.

 

Uno de los temas centrales este año en las letras de los conjuntos es la ley de Urgente Consideración y el próximo referéndum sobre ella. Los detractores de las murgas lo señalan como una prueba de esa partidización de las murgas.

Sería asombroso que esos temas no aparecieran en carnaval, es inevitable. Más allá de eso creo que es un carnaval muy particular, hay cosas que no le hicieron bien al carnaval, por ejemplo el hecho de estar aguantándose dos años las ganas de decir un montón de cosas, es como que te abren las gateras y salís como desbocado y eso se nota. Y por otro lado que el carnaval caiga en el marco de una campaña electoral. Está bueno por la crítica política, el señalar cosas y el tomar posición frente a determinados temas, eso está siempre. Pero me da la sensación que cuando no se vive en el marco de una polarización tan grande como la que hay hoy y encima amplificada por el referéndum, el carnaval toma cierta distancia y puede plantear los temas desde otra perspectiva. Es muy temprano para arriesgar una opinión, esto recién empieza, pero dentro de lo que he visto se nota como una crispación en el carnaval que tiene que ver con este contexto, porque la crítica que tiene que estar hecha desde el humor y el ingenio, falta en algunos conjuntos que he visto. Claro que están las distintas formas de plantear las cosas, ahí va el gusto personal, desde el punto de vista artístico me gustan las cosas un poco más sutiles, más creativas, buscarles un poco más la vuelta y no eso que es medio común. El carnaval no es una entelequia, el carnaval refleja lo que se está viviendo y lo que hoy hay es una gran polarización en función de los cambios políticos que se produjeron en los últimos años”.

 

¿Qué valoración hacés de todo el entorno sanitario determinado por la pandemia en nuestro país, cómo impacta en este carnaval?

Ese es otro tema, todos los condicionamientos que le pone al carnaval una serie de protocolos que son tremendos y que han variado una cantidad de códigos y cosas muy disfrutables del carnaval; pero era eso o nada, entonces hay que adecuarse a esos protocolos. Y después está la pandemia en sí, otro tema que me interesa mucho, el humor asociado naturalmente al carnaval siempre ha sido una de las herramientas a través de las cuales la humanidad echa mano ante sus miedos, ante sus angustias; entonces me interesa mucho ver en la pandemia, cómo incluso la fiesta del carnaval ha sido tradicionalmente una forma de transgredir, de exorcizar la muerte a través de la risa y la parodia; quiero saber si todavía hoy somos capaces de poner sobre el tablado esos códigos que parecen como medio de otra época o si ya estamos tan disciplinados, tan políticamente correctos que no nos animamos, ese es un gran tema.

 

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