Todos recordamos que hace unos meses no había programa de gobierno de Juan Sartori. Es más, a Juan no los lo conocía ni el loro. El joven se mostraba para que lo conocieran como un muchacho alegre, educado, simpático, sencillo y bonachón, y como un empresario pragmático, exitoso y, sobre todo, rico.
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El Sartori político era una novedad que ni él mismo conocía y solo ofrecía escuchar a la gente, sentido común, experiencia de gestión, audacia y ambición.
Sobre sus ideas se sabía aun menos. En verdad, interrogado sobre las mismas, decía no tenerlas, negaba incluso las ideologías y comunicaba que era casi una obra en construcción.
Seis meses después, se han ido aclarando las cosas. Sabemos que Sartori quiere ser presidente, que sus principales enemigos son, por ahora, Jorge Larrañaga y Luis Alberto Lacalle, que el camino más redituable hacia las elecciones internas es pescar en la pecera de su propio partido, que las únicas ideas que hacen pie en el Partido Nacional son las ideas de la derecha, que entre los blancos no hay más lugar para el auténtico wilsonismo, que billetera mata galán y que sus adversarios están temerosos porque Sartori promete cualquier cosa y parece bastante inmune a las críticas de quienes pretenden bajarlo de la carrera.
Parece que son tan malos sus adversarios y tan contaminados por el pasado de su partido y de sus conductas políticas, que cualquier personaje nuevo hace redoblar las campanas. Aunque traiga ideas viejas en envase nuevo.
Si no nos equivocamos, ya conocemos a Juan Sartori, y salvo que suceda un acontecimiento no previsto, habrá que digerirlo con sus bondades y defectos, con su suegro medio delincuente y multimillonario, con su pasado ignoto, con su empresa fundida y deudora del Banco República, con sus promesas demagógicas, con sus invocaciones al sentido común, su experiencia de empresario capitalista, su habilidad para el engaño, su bella esposa rusa, su sonrisa encantadora y su franqueza implacable.
Pero ahora también conocemos el programa que Sartori nos decía que se elaboraría escuchando las contribuciones de la gente de a pie, oyendo a las maestras que recogió en las rutas, mateando con el peón flaco que cepillaba las vacas lustrosas de la Rural, y reuniéndose e intercambiando ideas con dirigentes obreros de la central sindical.
El programa se presentó como Bases programáticas de gobierno/El plan de todos, y del mismo surge que sus propuestas económicas son bastante más regresivas (en el sentido de privilegiar a los más ricos, haciendo soportar todo los costos de funcionamiento del país a los trabajadores y jubilados) que todas las que se han postulado nunca en nuestro Uruguay.
Es más, parecen haber influido más en su programa los empresarios que lo rodean, los inversores que conversaron con él en Davos, los que asistieron a su encuentro con Bolsonaro o con el presidente de Paraguay, los militares que lo acompañan y los inversores y banqueros que apalancaron sus negocios, que la señora que conversó con él en la feria creyendo que sus opiniones incidirían en su proyecto de país.
Yo lo lamento muchísimo porque también a mí me resulta simpático y amigable, pero me temo que si Sartori ganara, no tendríamos ni Consejos de Salarios, ni aumento de las jubilaciones, ni educación pública de calidad ni medicamentos gratis. Tendríamos, sí, militares en la calle, cadena perpetua y allanamientos nocturnos como lo quiere Larrañaga y cerraríamos el capítulo de las víctimas de la dictadura olvidando a los desaparecidos y a los culpables de los crímenes.
Me parece que con la presidencia de Juan Sartori tendríamos un típico gobierno de ricos para ricos, como los de Donald Trump y Mauricio Macri.
Lo bueno que tiene Juan es que “no se maquilla”, aunque también es verdad que promete el cielo sin recordarnos que nos está vendiendo un producto que no tiene devolución porque, como todos los humanos, Sartori sabe que del paraíso no se vuelve.
Dice casi toda la verdad de sus intenciones y eso es muy bueno para todos.
Sin duda, es una buena noticia también para todo el arco opositor que ve con temor creciente cómo Pompita Lacalle Pou “no da la talla” para ser el presidente que los conservadores de este país están esperando y deseando casi con ferocidad.
Es interesante, además, que haya llamado a silencio a Verónica Alonso sobre la agenda de derechos y sus invocaciones a Dios.
Me da pena por Pompita porque sus propuestas son el resultado de una reflexión más o menos seria sobre las causas de su derrota en las elecciones pasadas y sobre lo que puede y no puede hacer en un eventual gobierno de las fuerzas dispersas que hoy están en la oposición y porque pone en evidencia que esta idea de la evolución atemoriza a los viejos cuadros del herrerismo o a personajes como Ignacio de Posadas o los jefes de la Asociación Rural , que tienen muchas dudas de que este mozuelo aderezado sea capaz de llevar adelante una ley de urgencia, un ajuste y una devaluación como la que reclaman, una desregulación de las relaciones laborales como la que quisieran, una reforma de la seguridad social como la que piden el Banco Mundial y el Fondo Monetario y las medidas represivas para resistir un movimiento popular dispuesto a defender sus conquistas y acallar demandas legítimas de multitudes.
En cambio, Juan Sartori al menos es más explícito, como Pacheco, lo ha hecho y sabe cómo hacerlo, no era nadie en la política nacional y en seis meses está segundo en la interna del partido desafiante.
Es, además, un empresario avezado que no sólo festeja sus éxitos, sino que asume sus fracasos, más de una vez le ha dado malas noticias a sus inversores, sabe llenar la chanchita cuando llegan las de ganar y retirarse de la escena cuando llegan las de perder (políticas contracíclicas).
Demuestra con este programa que es capaz de decir en la cara de los uruguayos todo lo que piensa, que es lo mismo que piensan millonarios como Donald Trump y Mauricio Macri: que los costos de hacer funcionar el país, que se pagan con impuestos, los sostengan con su sangre, sudor y lágrimas los trabajadores y los jubilados.
Como sus rivales del Partido Nacional, a los empresarios y los ricos, todo: el dinero, el poder y la gloria.
Para los que crean que exageramos, les publicamos completa su propuesta económica. Lo hacemos con un poco de dolor y hasta de desilusión porque podía haberse hecho con anestesia.
La propuesta económica de Juan Sartori
“2. Actividad económica.
Para lograr lo anterior, proponemos:
- Reducción progresiva de la imposición al patrimonio en el sector
agropecuario, porque hoy la carga tributaria hace inviable cualquiera inversión del sector.
- Supresión de la tributación sobre dividendos sin distribuirse ya que
se trata de una carga impositiva que desestimula la reinversión del
capital en las empresas.
- Reducción de la alícuota explícita del Impuesto a la Renta de las
Actividades Económicas (IRAE) en hasta 5 puntos porcentuales, en
función de generar un entorno más amigable para las inversiones y
un desincentivo a la evasión.
- Reducción de la carga tributaria del Impuesto Específico Interno
(IMESI) sobre los combustibles bajo un programa de eliminación progresiva de dicho tributo.
- Liberalización de la importación y venta de combustibles.
- Suprimir el mayor número de reglamentaciones que afecten a la
inversión privada con énfasis en las pequeñas empresas y el sector
agropecuario.
- Restablecimiento de la máxima transparencia posible para todas
las transacciones económicas sin infringir normas de carácter internacional y sustituyendo el criterio de obligatoriedad de la inclusión financiera (Ley 19.210) por el de facilitación del uso de los medios electrónicos de pago.
- Tenderemos hacia la simplificación tributaria bajo el criterio de
respetar los derechos del contribuyente. Flexibilizaremos las fechas de pago de tributos (de forma que se adapten al ciclo productivo, de acuerdo con cada sector de actividad).
- Adecuaremos las normas internas de modo de crear un entorno amigable para la instalación de empresas de tecnología financiera, favoreciendo las exportaciones de servicios financieros de calidad y
restableciendo la confianza en la plaza financiera local en el marco de las exigencias internacionales aplicables.
- Modificaremos la Carta Orgánica del Banco Central del Uruguay para incrementar su independencia y conservadurismo mediante la instauración de la estabilidad general de precios como objetivo prioritario y la implementación de contratos de inflación para los jerarcas, quienes serán electos de forma externa al poder político.
- Se dispondrá, ni bien se instale la próxima administración el 1º de marzo de 2020, la negociación de créditos contingentes con organismos multilaterales de crédito, de forma de aprovechar el
actual panorama amigable en materia financiera internacional, al tiempo que se envíe una inequívoca señal al sector privado en el sentido de que el país dispondrá de acceso a financiamiento que haga posibles las reformas propuestas.
- Impulsaremos la aprobación de un proyecto de ley que establezca una regla fiscal que implique un acuerdo de balance estructural, establezca un tope de endeudamiento y permita la toma de deuda
únicamente para financiar inversiones, todo esto para asegurar la sustentabilidad de la economía en el largo plazo”.
Sartori es el hombre, Pompita no le llega ni a los tobillos. Como se ve, ni una palabra, ni una mentira piadosa sobre desarrollo económico, crecimiento, justicia social, equidad ni nada que se le parezca. Sólo se habla de eliminar los impuestos a los sectores más privilegiados. Los grandes productores agropecuarios y los terratenientes no tendrán que protestar más si gana Sartori, tampoco los importadores, ni los exportadores ni las grandes fortunas, que además pagarán sus impuestos cuando lo deseen. El capital financiero será bienvenido y su actividad será estimulada y desregulada, el Estado se debilitará, Ancap se reducirá a la mínima expresión, los ricos podrán mover su dinero sin control, Uruguay volverá a ser plaza financiera y se incrementará sin control el endeudamiento externo. Las autoridades del Banco Central serán elegidas por las cámaras empresariales y la Academia de Economía, o el Fondo Monetario o los militares.
Habrán visto que no se menciona una reducción del IVA o el IRPF (impuesto a la renta del trabajo), aunque más adelante dice una letanía sobre reducir de a poco el IASS.
Para los que quieren ajuste fiscal, no habrá ajuste fiscal más brutal que este, con una transferencia de recursos de pobres y trabajadores como nunca se ha dado.
Como sabemos, la economía de un país es un “juego de suma cero”: una situación en la que la ganancia o la pérdida de un participante se equilibra con exactitud con las pérdidas o ganancias de los otros participantes. Si le doy algo a algún sector, se lo estoy sacando a otro. Así de claro e inevitable. Y el programa de Juan Sartori elige con claridad a sus ganadores y a sus perdedores. Presentó este Programa en el Cerro, demostrando que es capaz sacarle un hueso de la boca al mastín más feroz.
Para los que no lo crean, aquí va el link: https://juansartori.uy/plan-de-todos-bases-programaticas-juan-sartori.pdf.
Ni Pompita se hubiera animado a presentarlo a sus vecinos de la Tahona. Así que si usted quiere ganarle al Frente Amplio y desandar todo el camino ya avanzado en estos 15 años de progresismo, no hay Pompita que valga, ni Manini, ni Novick, ni Talvi ni Sanguinetti.
Juan Sartori sabe cómo hacerlo. De un solo tajo.