En noviembre de 2015 la empresa japonesa Takata, líder en la fabricación de airbags, había sido multada en Estados Unidos con 70 millones de dólares, luego de que se descubrieran fallos en sus infladores, los cuales pueden abrirse demasiado fuerte y proyectar fragmentos a los pasajeros, incluso en choques leves. Tras el escándalo de los airbags defectuosos millones de autos tuvieron que revisarse millones de autos alrededor del orbe y varias marcas, como Nissan, Honda y Fuji Heavy (que manufactura a Subaru) anunciaron que dejarían de equipar a sus unidades con los infladores de Takata, lo que arrojó incertidumbre sobre el futuro del emporio nipón. Ahora la empresa prevé cerrar sus fábricas en Europa y recortar puestos de trabajo en sus instalaciones de Norteamérica y Sudamérica. En Uruguay desde 2012 existe una planta de la empresa en donde trabajan cerca de 600 personas. Aunque se ha anunciado que habrá despidos en varias de las 49 plantas que tiene en 18 países, aún no se ha determinado cuántos serán despedidos de entre los cerca de 49 mil trabajadores de Takata. La medida se incluiría dentro de un plan de reestructuración que se presentará en abril, con el cual se buscará la viabilidad de la compañía. Debido al defecto de sus airbags, que se ha asociado a la muerte de al menos ocho personas, Takata deberá pagar en Estados Unidos 200 millones de dólares, además de que las llamadas a revisión de millones de autos le costará unos 219 millones de dólares por año. Al producirse el escándalo de los airbags, en noviembre de 2015, desde la gerencia de Takata Uruguay se aclaró que la planta que mantiene en el país, ubicada en el departamento de San José, no fabrica esos dispositivos, sino bolsas. Dichas bolsas se exportan a Brasil, en donde se continúa con el proceso de la fabricación de los infladores, que finalmente culmina en México.
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