En estos días en que comienza el otoño, se está librando dentro del Partido Nacional (PN) un dramático enfrentamiento, incubado largamente en silencio, entre los acaudillados por Luis Pompita Lacalle Pou y diversos grupos que se están formando y cuyo destino final sería unirse en uno solo que finalmente sacara del podio de la candidatura presidencial al joven caudillito, que tal vez no alcanza “la talla” para ganar la presidencia de la República en las elecciones de 2019.
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La tan mentada “unidad de los blancos” ha sido siempre el talón de Aquiles del Partido Nacional, que estuvo 90 años sin acceder al poder por las rivalidades internas que le impedían acumular votos. Las mismas cristalizaron a partir del golpe de Estado del 31 de marzo de 1933, dado por la dupla Gabriel Terra-Luis Alberto de Herrera, y el PN se fracturó entre el lema controlado por el herrerismo y el Partido Nacional Independiente. Cuando el PN se reunificó en 1970 estuvo a punto de obtener la presidencia de la República, lo cual fue evitado por el escandaloso fraude electoral perpetrado por Jorge Pacheco Areco, y su inconstitucional maniobra reeleccionista, y el futuro dictador Juan María Bordaberry, con apoyo del sector del general Mario O. Aguerrondo, militar blanco, fundador de la logia Tenientes de Artigas y decano de los golpistas por ese entonces.
Desde 1971, el PN se divide en wilsonistas y lacallistas, aunque los primeros fueron paulatinamente abandonando las banderas históricas del líder blanco después de su muerte, como sus propuestas de realizar una reforma agraria por la vía impositiva, nacionalizar la banca y regular fuertemente el comercio exterior; y se dejaron en parte dominar por el neoliberalismo que ya impera en todos los partidos, excepto el Frente Amplio (FA).
La unidad blanca que se había logrado en 1970 se resquebrajó en 1989, al imponerse la hegemonía de Luis Alberto Lacalle, que fue implacable con el wilsonismo, bastando mencionar el caso de los cuestionamientos que le hiciera Alberto Zumarán y la respuesta que tuvieron.
La fisura alcanzó su máxima profundidad con Pompita, que llegó a proscribir el nombre de Wilson en las elecciones de 2014, y ha realizado en reuniones semiprivadas declaraciones muy ofensivas sobre el caudillo y dirigentes que provenían de su sector. Esto se complementó con las infinitas afrentas y burlas que disparó desde tantos estrados sobre el sufrido Guapo Larrañaga, quien –en una de sus declamaciones– acaba de jurar que no será nuevamente candidato a la vicepresidencia, o sea que no sumaría, luego de una eventual interna perdidosa, su esfuerzo ni sus votos al bisnieto de Herrera.
Nada de esto es secreto en Uruguay.
Ahora bien, hace ya tiempo que Pompita comprendió, pese a su rencor irreconciliable, que tenía que formar una “columna wilsonista” si quería obtener la totalidad de los votos blancos, muy heridos una y otra vez por los constantes desprecios del joven patricio.
Aconsejado por Jaime Durán Barba, el mismo asesor de imagen del ingeniero Mauricio Macri, finalmente accedió al viejo consejo de varios de sus seguidores, como el polémico pediatra Javier García y el intendente de Florida, Carlos Enciso, de levantar la imagen del último caudillo blanco, así como robustecer una imagen de seriedad, más afín con el mundo de los blancos que la pompa de jabón glamorosa de La Tahona y la Barra de Maldonado que lo envuelve entre las bravías olas, dándose contra la costa en el apasionante deporte del surf.
Pero la política es dinámica y, aprovechando el lento transcurrir del tiempo, se formaron varios grupos con aspiraciones electorales, mientras algunas personalidades, como Verónica Alonso, Sergio Botana, el propio Larrañaga, la belicosa Adriana Peña y Jorge Gandini, iniciaban nuevos caminos con una parada ineludible: derrotar a Lacalle Pou.
El surfista no hace pie
La primera barra en formarse, o mejor dicho en resucitar, es lo que fue hasta 1999 el “Grupo de El Cordobés”, que nucleó a los intendentes blancos rebeldes contra Luis Alberto Lacalle, y en el que revistaban, entre otros, Rodolfo Nin Novoa (que ahí puso fin a su carrera en el Partido Nacional), Jorge Washington Larrañaga, Eber da Rosa, Héctor Bolita Leis y el Vasco Walter Echeverría
Actualmente este grupo resucitó con las presencias de Sergio Botana (Cerro Largo), Adriana Peña (Lavalleja), Dardo Sánchez (Treinta y Tres), Eber da Rosa (Tacuarembó) y el herido (por las efectos colaterales del “banco” Nelson) Enrique Antía (Maldonado), quienes cuentan con buenos vínculos con la astuta y ambiciosa senadora Verónica Alonso y con el diputado Pablo Iturralde y Jorge Gandini. Este grupo se autodenomina Reflexión Blanca, se reúne muy asiduamente, coincidiendo físicamente en estos momentos en la festividad de La Patria Gaucha. Dardo Sánchez declaró a la prensa que la idea es “crear un espacio wilsonista radical”, una suerte de “populismo blanco” de “gente con pata en la calle”, lo cual entronca directamente con las declaraciones de Botana en el sentido de que a Pompita y sus glamorosos rugbiers “les falta mediotanque, fútbol y carnaval”. Sánchez dijo asimismo que el PN siempre tuvo un sector herrerista, conservador, y otro wilsonista, socialdemócrata y progresista.
Este grupo, así presentado, exhibe una capacidad electoral de enorme potencial y con muy serias chances de derrotar a la aceitada y añejísima maquinaria herrerista que navega con la muerte en el alma, conducida por un doctorcito bronceado en las islas griegas y con melenita rubia teñida con Clarion.
Sin embargo este grupo tiene una dificultad fundamental, ponerse de acuerdo en el/la abanderado/a. Menuda tarea.
El segundo grupo, que intenta utilizar la imagen de Wilson sin citar una sola de sus propuestas, es el formado por Jorge Larrañaga, Carlos Moreira, exdirector de Ancap, senador Carlos Camy, el senador Guillermo Besozzi Arocena y Walter Zimmer. Este grupo perdió al diputado Daniel Peña, que ahora revista con Edgardo Novick.
A la derecha del centro derecha está el grupo de Pompita, Todos, integrado por tres sectores: Aire Fresco (Álvaro Delgado), Espacio 40 (Javier García) y la inoxidable 71, que orienta el muy disminuido diputado Gustavo Penadés.
Este grupo está intentando también darse un matiz wilsonista mediante aquelarres como el recién realizado en la histórica Casa de los Lamas con la inexplicable presencia del nonagenario Carlos Julio Pereyra (que parece decidido a terminar su prestigiosa vida fraguado con el ultraneoliberal Lacalle Pou), con el Espacio 40 del muy machucado Javier García y una amplia campaña de Carlos Enciso, intendente de Florida.
Además de estos grupos, las encuestas que maneja Lacalle Pou señalan que hay una gran cantidad de gente independiente que es necesaria para alcanzar el 40% al que aspiraría el PN. Esto estaría indicando la masa de origen wilsonista, que no está conforme con ninguna de las dos grandes cabezas, ni Pompita ni Larrañaga, y que pasó a ser el botín electoral que se disputan a dentelladas para 2019.
Los analistas detectan debilidades ideológicas, doctrinarias (lo cual en el PN es muy importante) y en materia de liderazgo en la dirigencia actual. Algunos observadores y varios encumbrados dirigentes han resumido esto en una frase: “Con Lacalle Pou y con Larrañaga no le ganamos al Frente”.
Esta sorda y violenta lucha interna explotó en la sistemática y violenta prédica de Botana contra los dos mencionados líderes. Primero, cuando en setiembre de 2016 el intendente de Cerro Largo dijo en amplias declaraciones a Búsqueda que el partido se había vuelto “pituco” y que a Larrañaga y a Lacalle Pou les faltaba “fútbol, carnaval y mediotanque”, temas que repitió en conferencia de prensa diciendo que intendentes herreristas no fueron al asado con Mujica “porque su mamá no los dejaba”. Nótese la referencia subliminal a la madre de Luis Lacalle Pou, la ex primera dama, candidata presidencial y senadora Julio Pou de Lacalle, que fue quien impuso al joven delfín en la carrera presidencial, y a la que Botana señala como ordenadora en última instancia del grupo Todos, a pesar del odio histórico que le profesa la lista 71, causante de bajarla de la candidatura presidencial en 1999.
El asado con Pepe
El general Perón decía que “del ridículo es lo único de lo que no se vuelve”. Pompita nunca lo entenderá.
Transformó una instancia política “positiva” para el país en una muestra de su incapacidad para gobernar no ya un país, sino una reunión política, dejando a la luz las diferencias dentro del partido que pretende liderar.
Un asado de camaradería convocado en su estancia por Guillermo Besozzi Arocena, exintendente de Soriano y actual senador del larrañaguismo, que reunió a varios intendentes del período 2010-2015 y al expresidente José Mujica, provocó un acontecimiento político que dejó expuesta la fractura blanca, ya que los intendentes que responden a Lacalle Pou resolvieron (o les ordenaron) no ir. Cabe destacar que durante su mandato presidencial, Mujica invitó varias veces a todos los intendentes a asados en la residencia presidencial de Anchorena, sin que entonces hubiera renuncios como el presente.
Concurrieron de muy buen talante Sergio Botana, Bertil Bentos (Paysandú), Wilson Ezquerra (Tacuarembó), Omar Lafluf (Río Negro) y Walter Zimmer (Colonia). Destacaron las ventajas de que dirigentes de partidos políticos distintos se sienten alrededor de una mesa a conversar sobre los temas del país. La señal no es inocente porque parece ser que el próximo gobierno de Uruguay (que estaría entre el FA y el PN) podría carecer de mayorías parlamentarias propias y deberá apelar al diálogo para tener la “gobernabilidad” a la que todos aspiran.
En cambio, no concurrieron Armando Castaingdebat (Flores), Carlos Enciso (Florida), José Luis Falero (San José) ni Benjamín Irazábal (Durazno), seguramente por instrucción de Pompita, quien habría querido dar una manifestación de “fuerza”.
El tiro salió por la culata y la lápida la puso Sergio Botana al declarar: “¿Qué tengo para decir de eso? Que la madre no los deja juntarse con los nenes malos”.
Las dos estrategias quedaron enfrentadas nuevamente.
También participaron los exintendentes Artigas Barrios (Rocha), Marcos Carámbula (Canelones), pero no acudieron los colorados Germán Coutinho (Salto) ni Marne Osorio (Rivera).
Un politólogo afirmaría que quedó dibujado un mapa muy claro del país político que gobernará a partir de 2020 y de quienes se excluyen del mismo.
Como no podía ser de otra manera, todos los asistentes ganaron.
Los blancos recordaron, tras la partida de Mujica, que se abrazó con todos, que en su gobierno hubo logros como la patente única, fondos para caminería rural y arreglo de la deuda de los municipios con UTE.
Obviamente se habló de la necesidad de fortalecer el diálogo en un país que va a carecer seguramente de mayorías parlamentarias de un solo partido, y también de educación, de las movilizaciones sindicales, del costo del transporte y de los cambios en el panorama internacional, incluyendo las posibles estrategias de inserción comercial de Uruguay. Por supuesto también de la carroza de Julio Ríos en el desfile del carnaval de Melo, del Pato Celeste, de los polvos que aspiraba Moria Casán en aquella noche de tamboriles y luces de colores y de los filósofos griegos Platón, Sófocles y Sócrates, a los que Botana invitará al corso de 2018.
Caras y Caretas tiene información de que también se habló de la situación generada a raíz de lo acontecido en Cambio Nelson, que alguien llamó jocosamente “Banco Nelson”, nombre que se mantuvo a lo largo de la charla, y de las ramificaciones e implicancias del mismo, que llegarían a complicar a varios dirigente de primera línea del Partido Colorado, como Germán Cardoso y Julio Sanguinetti, y algunos blancos, como Rodrigo Goñi, Jaime Trobo, el intendente Antía y Rodrigo Blas.
Alguien comentó que tenía noticias de que un notorio legislador blanco, vinculado a la CIA, tendría allí depositadas grandes sumas de dinero. También se mencionó al actual edil (PN, Todos, Espacio 40, del cual es uno de sus principales financistas) Juan Curbelo del Bosco, quien, según publicó Carlos Peláez en las redes sociales, figura en Ursec como propietario de radio Global FM de Maldonado, además de ser director de la Administración Nacional de Puertos en representación de su sector. Fuentes indicaron a Caras y Caretas que sería uno de los socios minoritarios de Cambio Nelson, sito en peatonal Sarandí de Montevideo, que forma parte del Grupo Sanabria.
En definitiva, hubo en el asado un clima cordial; nada de lo humano les fue ajeno.
El aniversario inclemente de Wilson
Mientras los sectores del PN orientan sus estrategias a captar sectores centristas del pensamiento nacional acudiendo a la figura de Wilson Ferreira Aldunate, el último gran caudillo blanco fue víctima otra vez del rencor aguerrondo-lacallista.
El miércoles 15 se cumplió el 29º aniversario de su fallecimiento.
A último momento, y por presiones de Jorge Gandini, el Directorio convocó a un homenaje en el cementerio del Buceo a las 11.30. A los legos hay que informarles que entre los blancos la liturgia de conmemorar el día del fallecimiento es casi sacramental, y prueba de ello son los homenajes del 10 de setiembre a Aparicio Saravia (que se hicieron famosos durante la dictadura, cuando los blancos enfrentaban el neoliberalismo militar), a Herrera el 8 de abril y hasta al general Mario Óscar Aguerrondo que, créanlo o no, tiene su “Comisión Permanente de Homenaje”. ¡Estos neoblancos son de campeonato!
En cambio, el pobre Wilson, con el que yo estuve muy cerca en el exilio, y me consta que fue el único caudillo blanco que tuvo un proyecto integral para Uruguay, al que me referiré en otra ocasión, le hicieron de apuro un tributo en donde hablaron… una diputada por Maldonado y una militante de la juventud.
Ni el presidente del Honorable Directorio, Luis Alberto Heber, ni la fórmula Lacalle Pou-Larrañaga, ni ninguno de los terratenientes millonarios que hoy dominan el PN, descendientes de los que silbaron a Wilson en la Asociación Rural cuando les dijo que Uruguay tenía que hacer la reforma agraria.
Con todo, este acto miserable fue más de lo que se le dio en los cinco años en los que gobernó Lacalle Herrera, en que no hubo homenajes a Wilson en el cementerio.
Se hicieron ver junto a la familia Ferreira Sienra el Cuquito, Larrañaga –quienes ni se hablaron a pesar de estar uno junto al otro– Jorge Gandini, Panchito Gallinal, Gustavo Penadés, Pablo Iturralde y Verónica Alonso, que a Wilson no lo conoció ni por fotos.
Como escribió Carlos Quijano sobre Charles de Gaulle: “Es la trágica expiación de la grandeza”.
Por suerte para Wilson, su proyecto está en buenas manos desde hace doce años.