“China mintió porque no tenía otra opción; es un régimen comunista que surge en 1949 que está un poco solo contra todos. No fue simple con la Unión Soviética ya en aquel momento, lo cual se verificó en los años 60 cuando se produjo el cisma entre la URSS y China, y es un país que continuamente construye su política en una lógica de combate, en una lógica en que el fusil guía la política, en el sentido metafórico del término”, dijo Christian Harbulot en una reciente entrevista en Francia. Un hombre de 67 años definido como un estratega especializado en inteligencia económica. Es director de la Escuela de Guerra Económica y director asociado de la firma de consultoría Spin Partners.
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La meta de China es el año 2049, cuando se cumplirán 100 años de su revolución. Para entonces, los chinos aspiran a convertirse en el mayor país manufacturero del mundo. Sus desafíos son tres: productividad, deuda externa y desarrollo desigual entre regiones. Así fue definido, en 2019, como objetivo estratégico fijado para el año 2025. El gobierno chino anunció en 2015 el “Made in China 2025”. Se trata de un plan audaz para revolucionar la imagen de China en el mundo. Las nuevas políticas buscan mejorar la innovación y la eficiencia de la producción.
Ahora, en medio de esta pandemia, entre el 21 y 23 de mayo, se realizaron las sesiones de este año, aplazadas por más de dos meses, del XIII Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (Ccppch). La sesión anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP), que congrega habitualmente a unos 3.000 delegados procedentes de todo el país en el Palacio del Pueblo de Pekín, posee “un significado especial en vista de las perturbaciones que la epidemia sin precedentes del nuevo coronavirus suponen para los esfuerzos del país en la eliminación de la pobreza absoluta y la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada”, según la agencia oficial china Xinhua.
Las tareas son abrumadoras. Para el final del año pasado había todavía millones de personas pobres, y la epidemia ha complicado aún más los desafíos. La epidemia ha impactado negativamente la economía china, como lo evidenció la disminución del 6,8 por ciento interanual en el producto interno bruto del país en el primer trimestre, agrega Xinhua.
El presidente Xi Jinping destacó el sábado 23 de mayo la necesidad de que se analice la situación de la economía china a partir de una perspectiva integral, dialéctica y a largo plazo, y urgió esfuerzos para fomentar nuevas oportunidades en medio de los desafíos y cosechar nuevos logros en época de cambios.
Seis frentes y seis áreas
“Es necesario realizar esfuerzos para aprovechar el potencial y el papel de China como el mercado más grande del mundo, aclarar la dirección estratégica de la reforma estructural del lado de la oferta, y consolidar la tendencia básica de crecimiento económico constante con un sólido impulso en el largo plazo”, dijo Xi Jinping.
Pidió consolidar el papel fundamental de la agricultura, asegurar la estabilidad en los seis frentes y la seguridad en las seis áreas, y cumplir los objetivos y tareas de construir una sociedad modestamente acomodada en todos los aspectos y de ganar la batalla contra la pobreza.
Los “seis frentes” se refieren al empleo, el sector financiero, el comercio exterior, la inversión extranjera, la inversión doméstica y las expectativas. Las “seis áreas” se refieren a la estabilidad laboral, las condiciones de vida básicas, las operaciones de las entidades del mercado, la seguridad alimentaria y energética, la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro, así como el funcionamiento normal de los gobiernos a nivel de base.
China tiene el mayor sistema industrial del mundo con las categorías más completas, fuertes capacidades de producción, sectores de apoyo completos, así como más de 100 millones de entidades de mercado y una reserva de talentos de 170 millones de personas, dijo Xi.
El país tiene un mercado doméstico supergrande de 1.400 millones de personas y un potencial masivo en demanda de inversión, dijo.
Una nueva guerra fría
El pasado 24 de mayo, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi acusó a Estados Unidos (EEUU) de llevarlos al borde de una nueva guerra fría.
Si las relaciones eran ya espinosas antes de la pandemia a causa de la guerra comercial -agravada por la lucha por la supremacía tecnológica-, no han dejado de deteriorarse tras la aparición del coronavirus, cuyos primeros casos se detectaron en China y que ha causado ya casi 100.000 muertos en EEUU y ha dejado 39 millones de desocupados. China alega tener apenas 4.634 fallecidos por la pandemia al 26 de mayo.
El laboratorio Wuhan P4
En 2017, se inauguró el famoso laboratorio Wuhan P4, construido en colaboración con el instituto Mérieux de Francia, en presencia del primer ministro francés, Bernard Cazeneuve.
Cada vez, es el mismo proceso. Francia firma un acuerdo de asociación con China a cambio de firmar grandes contratos. En la práctica, esto da como resultado un intercambio de conocimientos para trabajos y grandes controles. Sin embargo, con el tiempo, parece que las promesas chinas no se cumplen, dicen los franceses.
El último ejemplo hasta la fecha fue la construcción del famoso laboratorio P4 en Wuhan, donde algunos sospechan que está en el origen de la pandemia mundial de coronavirus. Originalmente, Francia debía supervisar su establecimiento y desarrollo. Sin embargo, con bastante rapidez, los puentes se rompieron entre el laboratorio chino y el de Lyon, que serviría de modelo.
Entre otras acusaciones, los franceses mencionan una práctica muy cuestionable, revelada hace solo unas semanas en el manejo de las máscaras quirúrgicas. Para Géraldine Monti, enfermera y miembro de la asociación Dafoh, los chinos habrían organizado la escasez de estos accesorios de protección al comienzo de la epidemia para venderlos mejor una vez que la pandemia se volviera global.
“China ha pedido ayuda a la comunidad internacional para obtener máscaras y Equipos de Protección Personal (EPP), diciendo que es una nueva amenaza no revelada», recuerda.
La guerra de las mascarillas
El pasado 2 de abril, Francia denunció intentos de EEUU de llevarse sus pedidos de China, pero París también ha provocado cortes de suministro a otros países, como España.
La gran carencia internacional de mascarillas, uno de los productos claves para evitar la propagación del coronavirus, está provocando fuertes tensiones entre aliados tradicionales como Europa y EEUU, sumidos todos ahora en la misma carrera vertiginosa por adquirir el tan escaso bien. Pero las batallas también se libran dentro de las fronteras europeas, como demuestra la reciente incautación por parte de Francia de un lote de mascarillas procedente de Suecia y que debía viajar hasta España.
Según la revista L’Express, el incidente que provocó fuertes tensiones entre París y Estocolmo, y que tuvo como víctimas colaterales a Madrid y Roma, se produjo a comienzos de marzo. El día 3, el presidente francés, Emmanuel Macron, decretó la requisa de todas las existencias de mascarillas en territorio francés. Dos días más tarde, en Lyon, las autoridades se incautaron de cuatro millones de máscaras protectoras fabricadas por la empresa sueca Mölnlycke en China y que, tras llegar al puerto de Marsella, se encontraban en Lyon, donde el gigante nórdico tiene una plataforma logística. La mitad de ese pedido debía partir hacia España e Italia, que habían adquirido, en cada caso, un millón de mascarillas.
Los médicos franceses llevan meses repitiendo sin cesar que la epidemia de coronavirus pone en evidencia la falta de preparación del país para afrontar una crisis de esta envergadura. Ni mascarillas suficientes ni equipos de protección para quienes están en la primera línea de batalla frente al virus.
“Lamentablemente no estábamos preparados para tener mascarillas y equipos de protección por una decisión adoptada hace 9 años”, dijo Philippe Juvin, jefe del servicio de urgencias del hospital Georges Pompidou de París.
La portavoz del gobierno francés, Sibeth Ndiaye, explicó que en 2011, después de la gripe H1N1, se decidió que Francia ya no necesitaba almacenar mascarillas FFP2 porque la producción mundial era suficiente para garantizar el suministro en caso de epidemia.
Un error estratégico porque el principal fabricante de mascarillas mundial (China) tuvo que detener su producción por el coronavirus. El resultado es que Francia se encontró sin este tipo de mascarillas en stock y solo el 27 de enero hizo los primeros encargos masivos.
Después de que comenzó el brote de coronavirus, China importó 2.000 millones de tapabocas. Francia ordenó 1.000 millones y prometió volverse autosuficiente para finales del año. El gobierno estadounidense ha hecho comparativamente poco para coordinar las compras y asegurar que los gobiernos y los hospitales estadounidenses no compitan entre sí.
En marzo, los funcionarios federales de EEUU aceptaron comprar aproximadamente 600 millones de mascarillas N95 a lo largo de los siguientes 18 meses. Sin embargo, muchos estados y hospitales están desesperados por obtener suministros en este momento, y al gobierno ya casi se le ha acabado el suministro de equipo de protección de la reserva nacional. El jueves 2 de abril, la Casa Blanca dijo que había recurrido a la Ley de Producción para la Defensa, una ley de la década de 1950, para asegurar que el gigante de la manufactura 3M envíe cierta proporción de sus cubrebocas a EEUU, informó The New York Times.
El arte de la guerra
“Fuerte en apariencia, pero en realidad es un tigre de papel incapaz de resistirse al viento y la lluvia”, decía Mao Zedong del imperialismo estadounidense. Desde entonces ha llovido mucho y, paralelo al aumento de su agresividad militar, EEUU ha ido convirtiéndose en algo parecido a un Estado fallido, descubierto ante el mundo durante el huracán Katrina (2005), dice Nazanín Armanian, licenciada en Ciencias Políticas iraní, exiliada en Barcelona desde 1983.
Sun Tzu fue un general chino, estratega militar , escritor y filósofo que vivió en el período oriental de Zhou de la antigua China, nacido en el 544 AC. Es el autor de El arte de la guerra, un influyente trabajo de estrategia militar. Sus obras se centran mucho más en alternativas a la batalla, como la estratagema, el retraso, el uso de espías y alternativas a la guerra en sí, la creación y el mantenimiento de alianzas, el uso del engaño y la voluntad de someterse, al menos temporalmente, a más poderosos enemigos.
El texto describe las teorías de la batalla, pero también aboga por la diplomacia y el cultivo de las relaciones con otras naciones como esenciales para la salud de un Estado.
“Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y puedes pelear mil batallas sin desastre”, escribió Sun Tzu.
Durante la Guerra de Vietnam, algunos oficiales del Vietcong estudiaron extensamente El arte de la guerra y, según los informes, podían recitar pasajes enteros de memoria. El general Võ Nguyên Giáp implementó con éxito las tácticas descritas en dicho tratado durante la batalla de Dien Bien Phu, poniendo fin a la importante participación francesa en Indochina y conduciendo a los acuerdos que dividieron Vietnam en el norte y el sur. El general Võ, más tarde el principal comandante militar en la Guerra de Vietnam, era un ávido estudiante y practicante de las ideas de Sun Tzu. La derrota de EEUU allí, más que cualquier otro evento, trajo a Sun Tzu a la atención de los líderes de la teoría militar estadounidense.
El arte de la guerra se ha aplicado a muchos campos fuera del ejército. Gran parte del texto trata sobre cómo librar guerras sin tener que luchar realmente: da consejos sobre cómo burlar al oponente para que la batalla física no sea necesaria. Como tal, ha encontrado aplicación como guía de entrenamiento para muchos esfuerzos competitivos que no involucran combate real.
China parece seguir aplicando sus milenarios conocimientos.