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Juan Sartori: “Todos nos portamos mejor a la luz del día que en nuestra propia casa”

¿Quién es Juan Sartori? ¿Por qué quiere ser presidente? ¿Cuáles son sus ideas? ¿Dónde tiene su dinero? ¿Cómo construyó su fortuna? Un reportaje a fondo con un candidato exótico.

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¿Cómo llegaste a tomar la decisión de  presentarte a la precandidatura a la presidencia de la República?

No fue fácil, aunque piense mucha gente que fue de un día para el otro. Creo que mi historia de vida, el haber nacido acá, crecido en Uruguay, y después el haberme desarraigado cuando mi madre se fue a Europa, a un mundo desconocido donde teníamos que aprender desde los idiomas hasta cómo funcionaba todo desde la nada, separarse de los amigos, creo que me generó la conciencia de que para mí, mi país era lo más importante de mi vida; aunque sea desde el fútbol y hasta los negocios, todo el tiempo estuvo vinculado con una convicción interna de que quería hacer algo por mi país de la manera que fuera. Apenas pude, en mi vida empresarial, empecé a hacer negocios en Uruguay, traer inversiones por más que no siempre fueran las más rentables, o las que más se justificaran por lo que estaba haciendo en otros lados. Y fueron diez o quince años desde que terminé la Universidad, para armar un grupo económico muy importante en relativamente poco tiempo, y llegó el momento, que tal vez correspondió con el momento en que empecé a tener hijos y me cambió un poco la visión de la vida, en que me estaba desprendiendo de la parte operacional de varias de las empresas, lo que me consumía mucho tiempo, y empecé a sentir que tenía ganas de hacer algo distinto, algo más enfocado en los demás después de haber logrado lo que me había planteado en lo empresarial y en lo económico. Lo empecé a hablar con mi familia, a hablarlo con gente que estaba dedicada a la política en Uruguay para tratar de entender cómo podía utilizar mi experiencia y mi capacidad para tener impacto en mi país. De ahí conocí a gente como Alem García, que hoy me acompaña, y que toda su vida sirvió al país en la vida política, y comencé a convencerme cada vez más de que el problema que yo veía en Uruguay, no sobre lo que había hecho, hoy era más de circunstancia política y de ciertas decisiones hacia el futuro. Entonces a la vez que me convencía de eso y que más personas me decían que estarían dispuestas a acompañarme si lo hacía, es que decidí en una primera etapa ir a recorrer el país y visitar mucha gente y tratar de comprender qué es lo que estaba pasando. Esa fue una primera etapa, que fue hace unos meses, en la cual recorrí ciudades del interior, me reuní con gente con la que nunca antes me había reunido y tuve el tiempo de hablar en profundidad, con maestros, con profesores, con gente que trabaja y me fui comprometiendo con la misión. Terminé convencido de que era algo a lo que yo quería dedicarle seguramente el resto de mi vida: tratar de aportarle a mi país lo que yo aprendí, que es distinto, y mi perfil. Todo esto terminó en una decisión personal que tomé con mi familia y nos establecimos de vuelta en Uruguay, y me presenté a la cabeza de una agrupación del Partido Nacional a la presidencia de la República.

Este proyecto, ¿es de origen personal o un proyecto colectivo? ¿Te fueron a buscar o vos buscaste a las agrupaciones que impulsaran tu candidatura? 

Es una mezcla de las dos cosas. Primero, tiene que estar abierto personalmente a querer hacerlo. Yo estoy convencido de que tomo la decisión sabiendo que va a ser un sacrificio importante en muchos aspectos. Después, por supuesto, si esas ganas y esa disposición personal no se encuentran con ningún tipo de apoyo institucional, entonces al no juntarse las dos cosas no se puede generar algo viable. Y la tercera etapa es que esto es imposible sin la aprobación de la gente en un proceso electoral en el cual lo único que podemos hacer es presentar propuestas, una manera de pensar, una visión del Uruguay para tratar de recibir el apoyo de la gente durante todo este año. A mí muchos me dicen que piensan que es imposible una candidatura sin estructura o sin tradición política, y yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que el mundo cambió, que antes estaba mucho más lejos la decisión del ciudadano de las estructuras o de la política tradicional, hoy en realidad está todo más cerca; creo que un político puede estar cercano a la gente y comunicar directamente, y la gente puede decidir con menos intermediarios quiénes la van a representar. Por supuesto que lo vamos a ver durante este año, pero creo que la tecnología y la evolución sobre cómo se disemina la información permiten hoy un contacto más directo y quizá una respuesta más directa de aprobación o rechazo a ciertas ideas o ciertas candidaturas.

Pero vos por ahora no hacés propuestas, parece que te ubicás en una posición expectante.

Sí. Lo que pasa es que yo estoy convencido de dos cosas: una, la política debería resolver los problemas de la gente hoy, que es lo que la gente está pidiendo que funcione mejor y eso sólo puede venir de la realidad. No creo y nunca creí, porque yo estudié mucho y viví mucho el mundo académico, que las propuestas se generan por unos genios de tal sector, o acumulando tesis de doctorado y después diciendo: “esto es lo que hay que hacer en un país”. Creo que, al revés, las propuestas tienen que venir directamente de la gente, no sólo en cuáles son sus prioridades, sino también en cuáles son las soluciones. Me sorprendo todos los días: hicimos una reunión en Pando donde éramos unas ochenta personas para charlar, gente de todo tipo de experiencias en la vida, y me dicen: “esto habría que hacerlo así” y no lo había escuchando antes de nadie. Entonces yo no dije que nunca iba a proponer nada, dije que en esta primera etapa de la campaña lo que voy a hacer es tratar de escuchar, de recibir mucha información y mirar a la gente a los ojos y escuchar directamente de ellos lo que están viviendo, y en base a eso vamos a armar un programa de propuestas y de gobierno que va a ser de los más detallados que se hayan visto.

Entiendo, vos construirías tus programas en base a las propuestas que surjan de la gente. Sin embargo, para que la gente te conozca necesita tener una idea de lo que vos querrías proponer y cómo se orienta tu pensamiento político,  ¿o te ofrecés como un gran escucha?

Sí, es que yo no creo que sea bueno venir con una ideología y aplicarla a un país. Yo creo que es bueno ser pragmático. Es verdad que es una visión distinta y no es el guión tradicional de decir, “hace 40 años que venimos diciendo que el mundo debe ir por ahí” y tratar de ajustar la realidad a esa visión que uno tiene. Lo mío es quizá bastante más simple, más realista, más pragmático y quizá sea también una visión política el pensar que la política debe ser solamente resolver los problemas hoy y tratar de dar un camino para mañana, me parece que debe tratar de aprovechar las tendencias del mundo, hacia dónde está yendo, tampoco de manera ideológica sino de manera pragmática. Por ejemplo, hoy veo inmensas oportunidades en el mundo y cómo está cambiando, para que Uruguay se adapte a esas tendencias globales, y que sea de una prosperidad muchísimo más grande que otros países por las características que tenemos. Si mirás las diez empresas más grandes del mundo, ninguna existía hace 20 años. No estamos para tratar de replicar la industrialización de Europa en los años 60, es tratar de entender que el mundo cambió y que las tendencias son mucho más rápidas y que Uruguay tiene la posibilidad de intentar adaptarse e insertarse en esas evoluciones. No por miedo,  sino justamente por potencial. En la ciencia hoy, por ejemplo, la investigación y desarrollo en una cantidad de sectores está limitada por los marcos jurídicos, porque hoy casi que la tecnología y la ciencia van más rápido que la política y la legislación. Estuve hace unos meses en Silicon Valley y te dicen que en muchos casos ya tenemos una realidad tecnológica, pero como no acompaña la legislación, no la podemos hacer. Y Uruguay podría tener una legislación de vanguardia para nuevas tecnologías y nuevos avances científicos que permitan que nuevas empresas se instalen en Uruguay en temas que son del futuro. Y quizá esas empresas sean las grandes empresas del mundo de mañana y estén basadas en Uruguay.

Creo que entiendo tu filosofía, pero no me puedo ir de acá sin saber qué pensás… A ver, te lo planteo como pregunta concreta:  ¿vos pensás que el Estado debe intervenir en la economía o que hay retirar al Estado de la misma?    

Es un poco más complejo, pero ni una ni la otra. El Estado tiene lógica en algunas actividades empresariales. Por ejemplo, hay inversiones fijas como la red de saneamiento, que es una inversión fija que nadie puede replicar y es también un servicio básico que es una obligación de cualquier sociedad. Entonces, hay elementos que el Estado debe hacer y es más eficiente que cualquier empresa privada.

¿Pero debe intervenir en las relaciones laborales?

Lo que pasa es que el Estado está a cargo de poner el marco en el cual actúa la sociedad. Es la responsabilidad del Estado hacerlo. Pero creo que no puede el Estado intervenir en todo. Creo que la vida privada de las personas no es algo sobre lo que se deba legislar tanto. Hay libertades fundamentales que hay que hacer respetar. Seguramente para mí el Estado ideal es el que hace lo más posible para que se garanticen las libertades y las posibilidades básicas de las personas, pero que en cierto momento deja el paso a la libertad individual y a la libertad empresarial, porque al final eso tiene más dinamismo. Pero te lo contesto concretamente en varios casos: a mí me parece que a un monopolio de los combustibles no le veo ningún beneficio social y, por el contrario, le veo muchas desventajas económicas. Porque tenemos la nafta más cara del mundo y eso hace que sectores del Uruguay sean totalmente improductivos. Y no sólo eso: la persona que pone nafta en el tanque de la moto para ir a trabajar en la mañana también sufre lo mismo. Tenemos una nafta que es de las más caras del mundo y con la lógica de que la haga una empresa que además pierde plata. Es ineficiente para la sociedad e ineficiente para el Estado como manera de administración.

Uruguay tiene una característica diferencial en relación con muchos países de América Latina: mantiene empresas públicas muy poderosas. Algunas de las empresas más grandes de Uruguay son públicas. En un eventual gobierno tuyo, ¿pensás que habría que privatizar?

No. Creo que lo más importante es darle más transparencia. Las dejaría con control estatal. A mí no me interesa privatizar para nada, me importa mejorar la gestión y la eficiencia. Las empresas, por más que sean del Estado, son empresas y deben ser eficientes. Tienen que administrarlas gente que sepa de empresas. Lo que no me gusta es decidir quién va a administrar una empresa del Estado porque es amigo político o porque se tiene una ideología común. Eso es algo que hay que evitar. Después, creo que la transparencia en las empresas, y me refiero a la transparencia absoluta, cuánto gasta el Estado y las empresas en cada cosa, permite validar si se están haciendo las cosas bien. ¿Qué más queremos que cualquier ciudadano que tenga ganas de dedicarle el tiempo pueda ver cómo se está administrando una empresa pública, o como se está gastando su dinero? A la luz del día todo funciona mejor: todos nos portamos mejor a la luz del día que en nuestra propia casa. Por lo tanto yo creo que es mejor darle más transparencia y mejor gestión, pero no necesariamente privatizarla.

En tu opinión, en los períodos del gobierno del Frente Amplio, ¿el Uruguay mejoró o está peor?

Mejoró en algunas cosas y empeoró en otras. Soy el primero en decir en mis discursos que todo el mundo hace cosas buenas y cosas malas. Soy el primero en decir lo bueno que hacen los demás. No creo que sea algo absoluto. Creo que hay cosas buenas y otras que están mal. Cosas que hay que guardar, cosas que hay que mejorar.

Pero te insertaste en el principal partido de la oposición.

¿Y en qué tiene que estar enfocada la oposición? En tratar de mejorar lo que se puede. Lo que hicieron bien, está bien.

Detallame algunas cosas que para vos se hicieron bien.

El desarrollo de la nueva matriz energética. Que Uruguay haya pasado de 0 a casi 100% de energías renovables. Y eso, con inversiones públicas y privadas transparentes, que generan puestos de trabajo y que hoy son una realidad, hacen de Uruguay uno de los países con más y mejores energías renovables del mundo.

¿Y en las telecomunicaciones? 

En telecomunicaciones creo que… a veces anda bien y a veces anda mal. Hay bastante comunicación. No creo que sea un tema ni muy bueno ni muy malo.

¿Y cuáles son para vos los principales rasgos negativos de este proceso?

Para mí son dos. Y todo es una mezcla entre acción y contexto. No hay ninguna duda de que la inseguridad es un desastre, me lo dice todo el mundo. Hay un problema en Uruguay que es la inseguridad y no lo teníamos antes. Y no pasaba hace 10, 15, o 20 años. Ahí no hay ninguna duda de que el resultado es negativo y es algo que hay que mejorar ya. Eso no es algo que digamos “tengamos una política que de acá a diez años, si la economía mejora, la inseguridad bajará”.

¿Estás a favor de que los militares tengan participación en la seguridad interior?

Todavía no tengo una propuesta tan concreta.

¿Y tenés posición sobre el plebiscito?

Hay simplemente cuatro modificaciones de la ley. No es la solución a todo ni algo que esté mal. Son cuatro propuestas que son válidas y la población ya validó que eso vaya a elecciones. Entonces eso ya es una realidad y ya veremos los resultados. Pero mi propuesta de resolución de esto pasa por tres niveles. O sea, la Policía no está haciendo las cosas mal porque tenga ganas de hacer las cosas mal. Algún problema de motivación hay para que la Policía a veces no esté cumpliendo su trabajo. Y no es una cuestión de cantidad de policías ni de recursos ni de equipamientos, que están bastante bien. Hay un problema de cómo se los apoya en su acción. No hay duda de que hay reglamentos internos y respaldo que darles, pero también hay un problema de eficiencia del sistema judicial. Si la Policía actúa y después el sistema judicial no funciona… El sistema judicial tiene que ser eficiente y rápido. El caso de ahora de que hay uno que se fue de vacaciones y cuando vuelva de la playa quizá cumpla la pena a la que se le condenó… La acción policial se respalda con buenos reglamentos, un sistema judicial que funcione y quizá haya que cambiar alguna ley, pero eso siempre es lo más lento. Porque cambiar las leyes siempre pasa por un sistema que es más lento por toda la discusión. En esos tres ámbitos es que hay que actuar rápidamente para que las cosas mejoren lo antes posible. Así que la inseguridad es algo que está mal y que hay que resolver. El otro tema que para mí va a ser el más importante de mi campaña es el del trabajo. El trabajo asociado a, por un lado, las oportunidades de trabajo para la gente acá en Uruguay, porque yo con quienes hablo me dicen que se quieren ir, los jóvenes no quieren estudiar porque no encuentran trabajo; dicen que se van al exterior; los empresarios se van al exterior porque ganan más en otros lados. Entonces, si todo el mundo se quiere ir, es porque no hay oportunidades importantes. Por otro lado, el que tiene trabajo acá en Uruguay también me dice que no le da para vivir. Ese también es un problema del trabajo. No puede ser que alguien tenga un trabajo y tenga que tener un segundo o un tercero para llegar a la canasta básica de 60.000 pesos. No es fácil ganar 60.000 pesos en Uruguay y entonces no se cubre la canasta básica. Y las jubilaciones. Cuántos jubilados veo que no les da ni para pagar todos los remedios. Una señora me dijo el otro día que había empezado con 30 píldoras por mes y fue bajando a 25, a 24, a 20 porque no le da. No puede ser un país en el que los que buscan oportunidades están pensando en irse y a quienes tienen trabajo no les da por el costo de vida. Para mí el problema principal es cómo generar prosperidad económica y puestos de trabajo para que eso mejore. Y ahí yo veo que poca gente habla de la mayoría de los uruguayos, que son la clase media. Hoy tenemos una clase media que llega justito a fin de mes cuando tiene trabajo; tenemos que mejorar su capacidad de vivir. Y yo pienso que el modelo de Uruguay que puede generar esa prosperidad es el modelo de fomentar más inversiones, más industrias, tecnologías nuevas. Una cosa buena de los últimos 15 años es que vino mucha inversión. Hubo un momento en que nuestros commodities se vendían bien y todo los días aparecía una empresa con muchísima inversión y, de repente, al lado de un pueblo del interior abría un frigorífico y se contrataban 400 personas y todos venían con sus familias, y el almacén, la panadería, el mecánico y el pueblo levantaban por una inversión que, a nivel del mundo, era relativamente chica. Pero a nosotros nos cambiaba mucho. O el caso de las pasteras. Viene una pastera cada 20 años y cambia la economía de Uruguay, un porcentaje enorme del PIB que se genera de un día para el otro. Yo estoy convencido de que si generamos un país que siempre fue confiable para los inversores, que es conocido por ser confiable, ya tenemos una ventaja competitiva con el resto del mundo: Uruguay es confiable, hay reglas claras y podemos atraer muchas de inversiones. Eso genera una prosperidad que está más allá de cómo están los commodities y cómo le va a la región. También creo que Uruguay, que siempre fue un país neutral, no debería estar alineado en lo comercial ni tampoco en lo ideológico. A mí no me gusta que Uruguay piense que tiene que hacer negocios con Venezuela porque cree que son amigos ideológicos.

 Pero Uruguay hace negocios con decenas de países porque se han diversificado mucho los mercados.

¿Pero con cuántos tenemos acuerdos comerciales? Con muy poco. Yo pretendo hacer acuerdos comerciales con el mundo entero. Yo creo que cada acuerdo que podamos concretar con el país que sea, con un intercambio de mutuo beneficio, de bienes, de servicios o de inversiones, es un ladrillito más para construir una economía más próspera. Creo que Uruguay tiene que ser así. Los productos los mandamos a donde mejor nos paguen. Así, por ejemplo, la soja va toda a China. Porque, de repente, China creció y es el que paga más por ese commodity. Todos los años cambia a quién le mandamos nuestra carne porque depende de quién puede pagar por carne de alta calidad. Tenemos que estar abiertos al mundo entero y es un trabajo que hay que hacer de manera proactiva.

Yo creo que Uruguay es un país que perdió oportunidades enormes de firmar contratos y acuerdo con numerosos de países.

¿Pero vos sentís que Uruguay es un país que está cerrado? Viste que Argentina y Brasil se caen a pedazos desde el punto de vista económico, no hay un solo indicador que les dé bien y Uruguay mantiene crecimiento económico, está como desenganchado. ¿En virtud de qué es eso?

Eso siempre fue así.

 ¿Siempre fue así?

Siempre vivimos mejor en Uruguay que en Argentina o en Brasil.

Pero cuando se caía Argentina se caía Uruguay

Pero igual Uruguay estaba mejor que Argentina. Creo que en Uruguay podemos tener una economía que es más fuerte porque es chiquita. Porque depende más de diversificar sus mercados y donde vienen las inversiones. Desde la última crisis, el porcentaje de negocios de Uruguay y Argentina bajó muchísimo. Estábamos mucho más cerca de Argentina que lo que estamos hoy. ¿Por qué? Porque comerciamos con mucho más países de Asia, de Europa. Estoy de acuerdo contigo en que lo que permitió que hoy la crisis en Argentina no pegue tanto es justamente esa diversificación. Pero hay que hacerlo muchísimo más. Un ejemplo para mí, que viví en Suiza: Suiza está adentro del espacio económico europeo, como nosotros estamos dentro del Mercosur, y además tiene más de 120 tratados bilaterales con países del mundo.

Lo que se dice de Juan Sartori es que es un multimillonario uruguayo que vivía en el exterior. Quiero preguntarte si tu dinero lo tenés en el Uruguay o en el Extranjero.

Tengo muchísimas inversiones en Uruguay y en el exterior.

 Sería muy duro para los uruguayos que un eventual presidente apareciera en los Panama papers o en los Paradise papers con cuentas offshore en paraísos fiscales.

Yo tengo inversiones en el mundo entero. ¿Pero qué quiere decir banca offshore? Fuera de Uruguay. Sí, en bancos internacionales por supuesto. Los bancos hoy están donde están. Estados Unidos es el banco offshore más importante del mundo. Pero yo tengo hoy inversiones y participaciones en Europa, en Estados Unidos y en toda Latinoamérica. Tengo inversiones en Uruguay también y siempre he invertido en Uruguay. Lo importante es que han sido actividades totalmente transparentes, la mitad de las veces cotizadas en bolsa y con mucha regulación por los inversores que yo tenía, y si termino electo presidente, por supuesto que voy a declarar todo mi patrimonio con todos los detalles; cuando tenga que hacerlo, como todo el mundo.

He leído en la prensa inglesa, cuando compraste una parte del paquete accionario del Sunderland de la Premier League o cuando intentaste comprar un equipo en Oxford, que en los medios ingleses se preguntaban quién era Juan Sartori. Y decían que él había construido su fortuna con UAG y con Union Group.

No, no, no.

Quiero saber porque aunque pueda ser incómodo, vos querés ser presidente. Y el origen de la fortuna es una cosa importante, hay que saber dónde se produjo la acumulación originaria del capital

Fue de a poquito y con esfuerzo.

¿Pero qué eras? ¿un broker? ¿O hiciste un uso extremo del capital social obtenido en Suiza? ¿Conociste a es0te y aquel y trasladaste inversiones?

Si querés, te cuento toda la historia. Yo empecé, después de que terminé la universidad, una empresa de inversiones en Suiza que comenzó con 6.000 dólares de inversión. Y después fue creciendo, adquiriendo inversores institucionales de más alto nivel y que fue administrando inversiones en varios rubros distintos, porque hacíamos inversiones cotizadas en bolsa y obligaciones. Esa fue mi primera empresa, que se llama Union Group, que empezó en Suiza y después fue evolucionando con inversiones en otros rubros. Como lo fue a partir de 2010, con algunas inversiones en Uruguay, Perú, y Argentina.

Juan, ¿vos empezaste con una empresa de 6.000 dólares?  

Sí, y de un amigo que dijo “voy a confiar en él”. Porque ni siquiera eran míos, porque no tenía ni eso.

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