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La guerra de las monedas

Por Enrique Ortega Salinas.

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Caras y Caretas Diario

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Era inevitable. Los sistemas anacrónicos se resisten a morir y combaten de todas las maneras posibles a los proyectos innovadores, tanto por defender intereses de grupos de poder como por miedo o ignorancia.

Uruguay no debe ni puede mantenerse neutral ante el conflicto que acaba de encenderse ni creer que los choques de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, con la OEA, Estados Unidos y la abusiva banca internacional, es un tema de un pequeño país centroamericano que nada tiene que ver con nosotros.

Vamos por partes.

En la última década, se han multiplicado las criptomonedas. Entre ellas se destacan Ethereum, Ripple, Aave, Algorand, Bitclout, Doguecoin, Dash… Incluso Venezuela tiene el Petro, su propia criptomoneda. Hay más de 2.000 divisas virtuales en el mundo; pero la estrella es el Bitcoin (BTC).

Las criptodivisas no están representadas con billetes o monedas, sino con códigos. El sistema utiliza la criptografía para dar seguridad y celeridad a las transacciones. No están reguladas por los bancos centrales y la confianza de los usuarios ha ido multiplicando de manera increíble su valor, sobre todo, el del BTC.

El día en que desaparezcan los billetes, los hurtos, rapiñas y homicidios se reducirán a su mínima expresión. Es el futuro que nos está golpeando la puerta.

 

El colectivo que Uruguay perdió

A fines de 2019 la crisis argentina amenazaba la temporada veraniega en Uruguay. El presidente argentino presentó en el Parlamento un paquete de medidas impositivas y sociales bajo el rótulo “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva”. Parte de ella nos tenía al borde del nocaut, ya que apuntaba a gravar con 30% la compra de pasajes y paquetes turísticos, hospedaje y gastos en otros países, compras en dólares con tarjeta de crédito y dinero de efectivo en el exterior, lo que se conoce como “dólar turista”. Ante tal problemática, en enero de 2020 publiqué la nota “Solución para el problema del turismo argentino”, proponiendo que todos los operadores turísticos aceptaran el BTC como sistema de pago.

Demasiado pedir a un país esencialmente conservador.

En enero de 2009, un BTC no valía nada, porque estaba en etapa experimental; en julio de 2010 pasó de US$ 0,008 a US$ 0,08 en cinco días.

En 2017 el BTC cotizaba a menos de 1.000 dólares. Para febrero de 2011 alcanzó la paridad con el dólar. Cuando publiqué mi sugerencia para la industria turística, un BTC fluctuaba (tras una caída histórica) entre 3.400 y 3.700 dólares; pero el miedo a lo desconocido hizo que miles de operarios turísticos perdieran la oportunidad de multiplicar sus ganancias como nunca lo hicieron en toda su vida.

Al momento de escribir esta nota, a fines de octubre de 2021, un BTC se cotiza en el entorno de los 60.000 dólares; y si Brasil llega a hacer lo que Bukele (adoptar oficialmente el BTC), se irá por las nubes.

 

Contra viento y marea

El BTC tendrá altibajos porque no deja de ser una moneda de alta volatilidad; pero como es un bien finito (la cantidad de criptomonedas en el mercado es fija) y la cantidad de usuarios crece diariamente, está destinado a multiplicar su valor. Pasa lo mismo que con la tierra: siempre será la misma cantidad; pero la población aumenta, lo que hace que comprar terrenos sea una gran inversión, porque la demanda aumentará siempre, y a mayor demanda, mayor precio.

La crisis económica provocada por la pandemia en 2020 no pudo frenar al BTC y tuvo un crecimiento impresionante.

China prohibió el BTC en septiembre de 2021, con la excusa de que favorece el lavado de dinero (como si los bancos comunes no lo hicieran) y porque «distorsiona el mercado». Solo las dictaduras pueden impedir su avance. Si la excusa es que las criptomonedas favorecen el lavado de dinero, habría que prohibir la banca privada, las offshore, los casinos, las joyerías, el mercado del arte (sobre todo el de pinacotecas), las inmobiliarias y un sinfín de actividades comerciales.

La solución no pasa por prohibir esta iniciativa de particulares, sino por regularla adaptándose a una nueva era.

Con la medida tomada por China, los agoreros de siempre pronosticaron la muerte de la criptodivisa; pero en el mismo mes El Salvador la adoptó como moneda de curso legal. Increíblemente, la pulseada no la ganó el gigante asiático, sino el país de 6.326.000 habitantes. El BTC pasó de 41.000 dólares a 61.000 en un mes.

El alcalde de Miami, Francis X. Suárez, también lo está comenzando a implementar y hay un proyecto de ley en Brasil, presentado por el diputado federal Aureo Riveiro, que ya fue aprobado en comisión, en apoyo al BTC. «Queremos separar el trigo de la paja, crear regulaciones para que se pueda comerciar, saber dónde se está comprando, saber con quién se está tratando y tener este activo para comprar una casa, un automóvil o ir a McDonald’s a comprar una hamburguesa. Será moneda de cambio en el país como ocurre en otros países», ha dicho el legislador. En la misma línea iría el proyecto presentado por el senador uruguayo Juan Sartori.

En Turquía, varias cafeterías y establecimientos turísticos aceptan el BTC como forma de pago. En Irán se permite su circulación con la condición de cambiar los BTC por efectivo en el Banco Central, aunque los problemas energéticos de este país (bloqueado por Estados Unidos) quizá le lleven a imponer algunos cambios, ya que el gobierno ofrecía energía barata a las mineras de criptomonedas.

No en todos los países es rentable producir criptomonedas, debido al alto costo energético. En Uruguay, por ejemplo, es inviable; pero sí es rentable en Paraguay y El Salvador, donde el presidente Nayib Bukele aprovecha la energía geotérmica proveniente de los volcanes. El Salvador se ha convertido en una megaminera de la nueva divisa.

 

Desdolarización

El 9 de enero de 2000, el presidente Jamid Mahuad inició el reemplazo del sucre por el dólar estadounidense. El economista Rafael Correa criticó la dolarización; pero al llegar a la presidencia de Ecuador, dijo que, a esa altura, ya no era viable volver a la moneda anterior porque “sería peor el remedio que la enfermedad”. Al año siguiente, el colón salvadoreño también comenzó a ser sustituido gradualmente por el dólar y al día de hoy, las dos monedas de curso legal en El Salvador son el dólar y el BTC.

El BTC amenaza la supremacía del dólar, lo cual no le causa mucha gracia a la Reserva Federal de los Estados Unidos. Bukele, primer presidente en adoptar la moneda virtual, se enfrenta al neoliberalismo, a la OEA de Almagro, a la Casa Blanca y a la abusiva banca internacional. El presidente, refiriéndose a la wallet usada en su país, ha expresado con razón que “Chivo no es un banco; pero tiene más usuarios que cualquier banco en El Salvador y se está moviendo más rápido para tener más usuarios que todos los bancos en El Salvador juntos”.

Sus compatriotas están ahorrando centenares de millones de dólares al enviar sus remesas desde el exterior a sus familias evitando las elevadas comisiones de los sistemas tradicionales, mientras que cada día más empresas se van habituando a usar el BTC en lugar del dólar.

Como era de esperar, a Nayib Bukele ya lo tildan de dictador, como a Maduro, y comienzan a circular las fake news. A mediados de octubre circuló la noticia de que el presidente había prohibido las manifestaciones políticas en su contra. La verdad es que, como han hecho muchos países a los cuales no se les considera una dictadura, se tomaron medidas para intentar frenar la propagación de la covid-19. Las manifestaciones están permitidas, aunque con la obligación de tomar las precauciones establecidas por el Ministerio de Salud y el gobierno. Dicha medida fue aprobada por 63 legisladores a favor y 17 en contra y solo regirá por un mes y medio, hasta el 8 de diciembre. Si eso es dictadura, también la tenemos en Uruguay; porque rigen las mismas restricciones y tenemos personas formalizadas por desacatarlas.

Este “dictador” está promoviendo una reforma constitucional que incorpora los recursos de referéndum y plebiscito, como en Uruguay, y el revocatorio, como en Venezuela.

La popularidad de Nayib Bukele estará ligada al BTC y sus vaivenes. No descarto que, tras alcanzar un pico histórico en setiembre, el BTC tenga una baja importante de manera transitoria; pero a la larga, la trayectoria será ascendente, como lo ha sido desde 2009. Hasta que todos comprendan cómo funciona esta criptomoneda, el sistema tendrá tropezones; pero, de a poco, los beneficios que proporciona la irán posicionando por encima de las monedas tradicionales.

Esta historia continuará; pero con Bukele o sin Bukele, se vienen cambios inevitables para el mundo.

 

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