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La mala leche del Bocón

Por Alberto Grille.

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Tal vez el lector haya visto en un algún quiosco un ejemplar de EL BOCON cuya tapa tiene mi foto y un titular con grandes letras que dice que Sanabria evitó que me metieran preso.

Aunque sea difícil de creer, el hecho referido y ampliado con un pequeño artículo en el interior de esa edición ocurrió hace tres o cuatro años.

La mentira del Sr. Bonica, director de esa miserable publicación fue publicada ya en esa época y rectificada una vez que yo le hice notar el error y su evidente mala leche. La nota en cuestión decía que yo me había negado a someterme a un análisis de alcoholemia que me habría indicado la policía y por eso me habían llevado preso.

En realidad nada de eso era verdad. Dos policías en motocicleta habían detenido mi vehículo en la Rambla de Punta del Este, al parecer por haber cruzado una bocacalle con luz roja. Me pidieron la documentación mía y la del vehículo y yo se las entregué. Cuando me dieron la boleta pedí que me devolvieran la libreta de propiedad y los policías se negaron a hacerlo. Me autorizaron a irme y yo me negué si no me devolvían la libreta de propiedad. En la discusión ellos me dieron la libreta que yo me guardé en el bolsillo y a partir de allí no me permitieron retirarme. En esa discusión absurda yo reclamé que me llevara a la comisaría en donde, en el peor de los casos, me pasarían al juez que decretaría mi libertad inmediata. Entre pitos y flautas me pidieron,muy violentamente, que los acompañara a un retén de radiopatrulla y desde allí me condujeron en un patrullero, junto a mi hijo, hasta la comisaría en la península. Llegado allí nos invitaron a esperar sentados en la puerta en un sofá. Una hora después la recepcionista nos preguntó porque estábamos sentados allí y le dijimos que creíamos que estábamos presos. La policía de la recepción nos dijo que si estuviéramos detenidos no estaríamos sentados en la puerta y esperamos una hora más. Cuando ya había pasado dos horas mi hijo pidió para pasar al baño y se lo invitó a entrar en la comisaría. En el patio interior vio a los dos motociclistas que estaban tomando mate. Esperamos una hora más y como nadie nos venía a buscar yo llamé a Wilson Sanabria y le expliqué lo que estaba pasando. En realidad, llamé a Sanabria porque no conocía a nadie más en Punta del Este que pudiera terminar con esa estupidez. Unos minutos después vino el comisario, me dijo que los muchachos estaban nerviosos porque trabajaban muchas horas, nos indicó que podíamos retirarnos y como le dijimos que el vehículo nuestro estaba en medio del bosque en un retén al que no sabíamos llegar, nos llevó en su propio vehículo.

Esta es la pura verdad, efectivamente me multaron por cruzar con una luz roja, la multa la vio Bonica porque yo se la envié cuando todavía creía en su buena fe. Nunca, ningún policía habló de alcoholímetro, al que no tengo inconveniente de someterme en cualquier oportunidad porque no bebo ni una gota antes de conducir. Nadie me llevó preso ni siquiera me mantuvieron demorado, aunque pasé tres horas pelotudeando en la puerta de la comisaría. No hay ni puede haber ningún registro en la comisaría que diga que fuimos detenidos. Lo que sucedió fue un abuso, un atropello agravado porque los policías le fueron a contar a Bonica-tremendo botón al servicio de los servicios-. Lo único verdadero es lo Sanabria porque yo se lo conté a Bonica después que él había escrito la mentira de que el que me había rescatado de semejante barbaridad fue Oscar de los Santos.

Con los años he aprendido que hay tres clases de gente: la que como Bonica si te puede hacer daño te lo hace, la que si puede no dañarte no te daña y la que si puede darte una mano te la da. Tal vez Sanabria tiene hoy muy mala prensa pero era de éstos últimos.

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