Bad Bunny tuvo una idea: no haría gira por Estados Unidos, para promocionar su próximo álbum, sino una residencia en Puerto Rico natal para revalorizar su tierra, reimpulsar la economía y mostrar al mundo la cultura de la isla. Podría haberlo hecho en cualquier gran ciudad de los EEUU, pero en cambio prefirió Latino América en medio de las críticas que ha lanzado contra la política migratoria y racista de Estados Unidos.
En una entrevista reciente con la revista I-D, el cantante dijo que le preocupaba que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) perfilara y arrestara a sus fans en sus conciertos en Estados Unidos continental.
Una inyección millonaria en la economía de la isla
El impacto fue enorme, según Gaither International, la residencia dejó 713 millones de dólares en la economía local, con más de 3.600 empleos creados en producción, transporte, turismo y hospitalidad. La industria hotelera volvió a respirar, con más de 37.000 noches reservadas solo en San Juan. Puerto Rico se mostró al mundo no solo como cuna de reguetón, sino como un destino cultural de primer nivel en el Caribe.
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No me quiero ir de aquí, un homenaje a las raíces.
Un concierto convertido en legado
El clímax llegó con “No me quiero ir de aquí: Una Más”, transmitido globalmente por Amazon Music, Prime Video y Twitch. Allí, Bad Bunny rompió otro récord: la actuación más vista de un artista en la historia de Amazon Music, superando a Kendrick Lamar. La proyección mundial fue acompañada de un desfile de figuras como Marc Anthony, Arcángel, De La Ghetto y Jowell & Randy, mezclados con plena y jóvenes talentos que reafirmaron las raíces de la isla.
Orgullo, resistencia y Puerto Rico en el corazón del mundo
Más allá de los millones, lo que quedó grabado fue el mensaje: “No nos vamos a quitar. Todavía estamos aquí”. En el aniversario del huracán María, el artista levantó la voz desde La casita, una réplica de las viviendas tradicionales, recordando la fuerza de su gente. En las gradas, LeBron James, Penélope Cruz, Kylian Mbappé y Lin-Manuel Miranda fueron testigos de cómo Puerto Rico se alzaba en el mapa cultural global.