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La Revista | relaciones | abogada | narco

Cenizas y diamantes

Relaciones peligrosas

Ella es una de las jóvenes abogadas penalistas que defienden a acusados de narcotráfico, una especialidad por demás lucrativa, marcada por cierto estigma y compensada por cuantiosos ingresos

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Ella llegaba a la Cárcel Central en clave de éxito. Una melena rubia y un maquillaje muy cuidado era un marco cinematográfico para un rostro muy bello.

La doctora se acercaba a la cárcel con el estilo elegante de quien se exhibe en una pasarela.

El look impactante, la falda un poco encima de la rodilla, de un tailleur ajustado de color azul cielo.

Los zapatos rojos Christian Louboutin con tacos estilete de 12 cm elevaban su altura y a su paso por los controles de identidad causaba estupor.

Había estacionado su despampanante Mercedes Benz a dos cuadras y caminaba con paso decidido hacia el agente de la puerta que la saludó con una sonrisa inusual.

A simple vista se trataba de una ganadora pisando fuerte.

Llevaba un costoso portafolio de cuero color café, una cartera Louis Vuitton al tono, una pañoleta gris piedra cubriendo el cuello y, al guardar las llaves del auto, descubrió una gruesa pulsera de oro con brillantes, uñas pintadas de color sangre y muchos anillos incrustados con piedras preciosas en casi todos los dedos de la mano.

Al pasar la primera puerta y la vigilancia de seguridad se encontró con un inspector de la Policía que la saludó con discreción, pero como si la conociera desde hace tiempo.

Casi se besaron, pero ella retiró la cara al ver que una chica uniformada la miró sonriente.

La abogada volvía casi todos los día al viejo edificio de San José y Yi porque tenía en Cárcel Central alguno de sus clientes más cargados, particularmente dos acusados de narcotráfico que ella había logrado trasladar al Centro desde un sector muy complicado en el Comcar, en donde habían sido recientemente amenazados.

Ella es una de las jóvenes abogadas penalistas que defienden a acusados de narcotráfico, una especialidad por demás lucrativa, marcadas por cierto estigma y compensada por cuantiosos ingresos.

Joyas, ropa costosa, autos de alta gama y domicilio en barrio privado compensan una fama turbia, los chismes del ambiente carcelario y la mirada obscena de los policías.

Eran otros Gómez

La historia de los encuentros y amistades entre abogados y magistrados es larga. Hay peñas icónicas en la historia reciente que tuvieron sus momentos de gloria.

Otras ocurrieron con mayor discreción, algunas fueron extinguiéndose con el tiempo y otras permanecieron hasta ahora, aunque sean mucho más discretas.

Al principio del año 2000 las luces se posaban sobre el club Armonía en el Parque Rodó.

Allí se reunían a comer un asado y jugar al truco una o dos veces a la semana jueces de la rama civil y penal, abogados, generales y coroneles en actividad y retiro, políticos blancos y colorados, empresarios, periodistas y ministros.

Yo concurrí a tales tertulias cuando recién salían a la calle las primeras ediciones de Caras y Caretas, por lo que soy testigo de primera mano.

Allí conocí a algunas personas que aún son mis amigos, tomé distancia de otras y conservé una relación afable con muchas de ellas.

Muchos se han muerto en circunstancias diversas, otros se han retirado de sus actividades, otros siguen su carrera empresarial o profesional.

Tal vez algunos se siguen reuniendo o haya otras reuniones semejantes y menos mediáticas o famosas.

Hasta hace poco, tal vez hasta hoy día, una de esas tertulias se realizaba en otro club de pescadores a unos cientos de metros del Armonía.

Ahí participaban, entre otros magistrados, abogados y periodistas, el propio Alejandro Balbi y el rey de la mala leche, el periodista Ignacio Álvarez, autor de numerosas operaciones que involucraban a medios, letrados y policías.

En esas reuniones de pescadores nadie pescaba peces aunque estaban repletas de peces gordos.

De los asistentes al Armonía algunos magistrados integraron tribunales, otros fueron elegidos miembros de la Corte, ascendidos a generales, indagados por causas relacionadas con los derechos humanos, algunos empresarios fueron agraciados por la prosperidad, otros se han fundido, alguno ha sido procesados y hasta hubo uno que fue secuestrado por algunas horas.

Todos eran sujetos de sexo masculino como en la masonería y Parva Domus, como en los Tenientes de Artigas dicho sea de paso. Se trataba de una auténtica cofradía de machirulos. Por algún motivo no explícito las mujeres no entraban a ese gallinero. Todos eran uruguayos, como una expresión variopinta de la burguesía nacional.

Que en ese lugar había lobbies y lobistas nadie lo podía ignorar, aunque podría asegurar que no se trataba de una secta clandestina.

Si se pescaba algo, era un chisme, una noticia, un negocio, un contrato, un cargo.

La mayoría de las veces un buen pulpón de vacío, un whisky. Casi nunca una flor con 37.

Semejante tertulia era sin duda sospechosa siendo que parecía más conspirativa que otras más institucionales.

También podría decirse que hay un lobby en la parroquia Stella Maris, en la masonería, en el Opus Dei o entre los padres de The British Schools, que hoy detentan un grupo de amigos con poder desde la llamada “mesa chica” y “les pone la banda” la tabacalera Montepaz.

Si en el Armonía se arreglaban los jueces de los clásicos, los fallos de los tribunales de la AUF, se intercedía por un preso, se gestionaba un ascenso o se negociaba cierta impunidad, eso quedaba dentro de lo privado de tales reuniones. Nadie hablaba de eso.

Se tejían relaciones y cada uno las usaba para lo que fuera de su interés, algunos solo charlar, otros para zafar del control de su esposa por algunas horas, otros para hacer una gauchada, jugar al truco, tomar un buen vino con amigos, establecer vínculos fuera de sus círculos habituales y, naturalmente, la mayoría se sentía cerca del poder y sentía que un poquito de ese poder se le contagiaba.

Todos eran alumnos del Viejo Vizcacha y sabían que siempre era útil “hacerse amigo del juez”. También los jueces lo sabían.

El tiempo ha pasado y la tierra ha dado como 10.000 vueltas alrededor del sol.

El mundo no es el mismo y los narcotraficantes de hoy son más peligrosos que los hermanos Peirano.

Las tales reuniones de hombres resultarían tan anacrónicas como el Club de Toby, en el que no se admitían mujeres.

Veinte años después hay algunas decenas de militares presos por violar los derechos humanos y alguno de esos contertulios fue acusado de tales delitos. Uno de ellos, desgraciadamente se quitó la vida.

Los fiscales de hoy tienen más poder que los jueces. Son más activos, más mediáticos y más ambiciosos.

Hoy hay más juezas que jueces, más abogadas que abogados, hay mujeres ministras, legisladoras, fiscales, integrantes de la Corte y tal vez hay suficientes empresarias como para realizar eventos de este tipo en donde los hombres estén excluidos.

Tal vez haya narcotraficantes poderosas como la Reina del Sur. Así como te besan, te matan.

Hoy el clima político se ha crispado de manera que sería imposible admitirme entre esa curiosa fauna del club Armonía, las empresas se han vuelto transnacionales, hay más desconfianza, menos inocencia, más astucia.

Hoy el dinero es más poderoso que los jueces, los fiscales, los miembros de la suprema corte, los generales y los abogados.

El poder ya no se reúne en un club de pescadores del Parque Rodó, sino en el Piso 40 del Wold Trade Center .

El poder está de avenida Bolivia al Este y come panchos en La Pasiva de Arocena.

En ese mundo nuevo hay una especie nueva a la que estaría bien seguir con atención sus pasos, los abogados de los narcos y eventualmente algún narcoabogado que está jugando al borde del reglamento. En esa curiosa especie no se sabe bien cuáles son los límites.

Estos letrados defienden a los narcos en el proceso penal, se entrevistan con el preso, negocian con los fiscales, exponen en el juicio oral y público, instruyen a los testigos, le facilitan al narco hacer una transferencia bancaria, le ingresan una arma en el penal, le coordinan una entrevista con otro preso, le consiguen un traslado, le asesoran en ingeniería financiera y dicen las malas lenguas que ha habido casos en que tiene relaciones sexuales en “la conyugal”.

Hay más de una o uno que ha sido procesado por pasar esos límites, a otros les han prohibido entrar a Cárcel Central.

Y todo eso por plata, porque el narcotraficante compra todo, porque la plata es infinita y porque, aún preso, el negocio continúa produciendo renta.

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