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Se trata de la pistola que el expresidente de México, Francisco I. Madero, mandó a hacer como obsequio para el guerrillero revolucionario Francisco Villa, también conocido como El Centauro del Norte. Se desconocen las causas exactas sobre por qué el arma llegó a la isla.
"La relación de nuestros pueblos [México y Cuba] viene de lejos y ha sido muy fraterna, tan es así que el presidente [Miguel] Díaz-Canel me entregó para devolverle a los mexicanos una pistola, que es una joya por su historia: es una pistola que mandó a hacer el presidente Francisco I. Madero para entregársela, para regalársela a Francisco Villa", presumió el mandatario mexicano hace unos días en su conferencia de prensa.
Ahora, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) difunde algunas imágenes de este artefacto que ya es propiedad de la nación y que será resguardado en el Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México, como parte de la exposición temporal, La Grandeza de México.
Historia de un arma famosa
De acuerdo con las autoridades mexicanas, se trata de un revólver de 38 milímetros fabricado por la firma Irióndo y Guisasola, con sede en Éibar, España, a petición expresa de Madero.
El arma está hecha de acero y oro, con figuras en color amarillo, detalles en azul y una letra U con doble corona real como inscripción.
La pieza se acompaña de dos cartuchos de bala percutidos y una caja de madera, nácar y plata que tiene una placa con una dedicatoria para Villa, en la que se lee "Por su valor a la Patria".
Se cree que Madero obsequió a Villa esta pistola en 1910 —el mismo año en el que se promulgó el Plan de San Luis y que se inició la Revolución Mexicana—, como una forma de refrendar la amistad entre los revolucionarios y para reconocer la labor del Centauro del Norte en la lucha que derrocó el régimen de Porfirio Díaz.
De manera oficial se desconoce cómo fue que llegó esta pistola a Cuba, aunque las autoridades mexicanas estiman que pudo haber arribado a La Habana "por algún veterano revolucionario".
La pieza fue conservada durante varios por el historiador Eusebio Leal Spengler, fallecido en julio de 2021, quien dio instrucciones específicas a su hijo, Javier Spengler, para entregar el arma a la Oficina del Historiador, en La Habana, con el fin de que "se restituyera al patrimonio cultural de la gran nación mexicana".
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