En 1913 el arqueólogo Vittorio Spinazzola descubrió en la ciudad de Pompeya dos cuerpos entrelazados que a lo largo del pasado siglo se transformaron en un motivo icónico de esta ciudad sepultada por el Vesubio. Inicialmente se asumió que las figuras eran de un hombre y una mujer. Algunas versiones decían que en realidad bajo la ceniza había dos mujeres, una madre y una hija. Sin embargo, el director de las excavaciones en Pompeya, Massimo Osanna, ha hecho pública recientemente la verdad: los restos son de dos jóvenes de entre 18 y 20 años de edad que no pertenecían a la misma familia. Estas conclusiones fueron extraídas a partir de la realización de diversos análisis con técnicas modernas de estudio, como estudios de ADN y TAC (tomografía axial computarizada). «No podemos decir que los dos eran amantes, pero teniendo en cuenta su posición, es de suponer. Sin embargo, es difícil determinarlo con certeza», ha declarado el arqueólogo al Corriere del Mezzogiorno. «No sería un padre y un hijo, porque uno de ellos tiene 18 años y el otro 20», añadió. Esto supone un nicho de conocimiento acerca de la sociedad que habitaba la misteriosa ciudad. «Los cuerpos, al descomponerse a lo largo de los siglos, habían dejado espacios vacíos bajo la lava. El arqueólogo Giuseppe Fiorell los rellenó con yeso líquido introducido a través de los agujeros abiertos en la corteza creada sobre Pompeya tras la erupción. En esa cámara vacía, donde la materia orgánica había desaparecido, Fiorelli obtenía moldes de extraordinaria precisión que reflejaban los últimos momentos de la vida de esas personas», explicó ABC.
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