La caótica presidencia de Donald Trump buscó diferenciarse de las anteriores y rompió muchas tradiciones. Pero hay una que mantuvo: la de dejar la Casa Blanca firmando indultos para criminales condenados por delitos federales.
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Esa es una de las atribuciones presidenciales más controvertidas que tiene la democracia estadounidense, pero ningún mandatario se ha privado de utilizarla en el último siglo.
Trump concluyó el martes su última jornada completa como presidente con una larga lista de indultos bajo el brazo, horas antes de ausentarse de la toma de posesión de su sucesor, el demócrata Joe Biden —una de las tantas tradiciones que sí decidió quebrar—, y presentó una lista de 73 indultados.
Uno de los indultos más resaltantes sería el entregado a su exasesor, Stephen Bannon, imputado por defraudar a donantes para la construcción del muro fronterizo.
Bannon, tan solo es uno de los que resalta en la oleada de perdón concedidas por Trump de la lista de condenados que se encuentran aún bajo investigación.
«Los fiscales procesaron al Sr. Bannon por cargos relacionados con fraude derivados de su participación en un proyecto político. El Sr. Bannon ha sido un líder importante en el movimiento conservador y es conocido por su perspicacia política.» cita el documento oficial.
En la lista figuran una mezcla de criminales de cuello blanco y personas cuyos casos han sido defendidos por activistas de la justicia. Los indultos más controvertidos que llegaron a barajarse eran para personas como Edward Snowden y Julian Assange, pero a pesar de la presión social, fueron negados.
Trump ya ha perdonado a una gran cantidad de asociados, incluido su ex presidente de campaña, Paul Manafort; Charles Kushner, el padre de su yerno; su viejo amigo y consejero Roger Stone; y su exasesor de seguridad nacional Michael Flynn.