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Los pases políticos

Por Enrique Ortega Salinas

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Caras y Caretas Diario

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Traiciones, delaciones, calumnias, puñaladas, promesas imposibles de cumplir, demagogia al por mayor, pactos secretos y públicos que varios no van a honrar, besos a niños, termo en manos de quienes jamás toman mate, camisas remangadas y sin corbata, voces quebradas por una supuesta emoción, alegorías con hortalizas, frases populistas y frases populares, gestos ensayados una y otra vez frente al espejo, Photoshop al salvataje, viejos que se muestran al lado de jóvenes y jóvenes al lado de viejos, los que salen mal parados en las encuestas dicen que son compradas y los que las compran las defienden con uñas y dientes, los encuestadores son los astrólogos de la política y sin importar cuántas veces erraron les siguen comprando sus pronósticos, algún que otro delirante que tuvo su minuto en los medios cree que todo un pueblo le seguirá adonde vaya, candidatos que solo quieren mirar hacia el futuro porque no les conviene que recordemos su pasado…

Bienvenidos a una nueva temporada de elecciones.

A medida que nos acercamos al día de las internas, cada uno de los contendientes está analizando si tiene chances reales de ganar o le conviene dar un paso al costado y apoyar a otro y qué le pedirá a cambio. Algunos dan una patética imagen gritando con voz semiafónica que van a ganar, cuando no tienen ni un 2% de los votos y ni el gritón se lo cree, mientras su público aplaude por compromiso y con menos convicción que él.

Hagamos una recorrida por todas las tiendas para ver cómo van las cosas y analicemos lo que puede ocurrir en cada una, dejando claro que este análisis puede quedar totalmente fuera de lugar dentro de un mes, porque muchos aciertos y errores (productos del entusiasmo y la desesperación) llevarán a más de uno a precipitarse y precipitarse, dicho en alusión a la famosa frase de Luis Batlle Berres: “En política, el que se precipita, se precipita”.

 

Navegantes a la deriva

Navegantes integraba La Alternativa, no un grupo de rock de la década del 60, sino un sector al que también pertenecían partidos de derecha: Partido Independiente, Avanza País y Unir. La Alternativa fue uno de los proyectos más breves de nuestra historia política, ya que Mieres se ofuscó con Andreoli cuando a esta le preguntaron a qué partido apoyaría en un presunto balotaje entre el Frente Amplio y el Partido Nacional. Andreoli, que no está tan a la derecha como Mieres (y aclarando que era su posición personal), dejó claro que no votaría a los blancos, lo cual provocó una inocultable molestia en Pablo Mieres, que desde hace tiempo viene coqueteando con ellos para vender sus votos a cambio de vaya uno a saber qué cargos. En resumen, el Partido Independiente (que hoy es de derecha gracias a él) abandonó La Alternativa, y como la misma se iba a presentar bajo el lema del mismo y ya no puede usarlo, los demás grupos quedan a la deriva, porque el plazo para presentarse como nuevo partido venció el 31 de enero.

El mito de la indivisibilidad del átomo

A pesar de que átomo significa ‘indivisible’, en realidad está formado por varias partículas subatómicas. Si no entienden, fíjense que el Partido de la Gente se está dividiendo, lo cual parecía imposible. Solo falta que el Partido Independiente se fraccione en dos partículas de la derecha en el espectro político.

El exfiscal Gustavo Zubía, impulsado por el diputado Guillermo Facello, pretendía disputarle la candidatura al creador del Partido de la Gente, cosa que no le cayó muy bien que digamos a Edgardo Novick y le dio un voleo al primero, que equivale a decir a ambos. Sin embargo, Novick aceptó de buen grado la competencia de Fernando Carotta porque sabe que no va a hacerle mella.

Zubía está ahora probando suerte en el Partido Colorado, donde Julio María Sanguinetti se va con la fusta bajo el brazo y Ernesto Talvi va comiendo polvo muy por detrás del expresidente. Si Edgardo Martínez Zimarioff (exministro de la Corte Electoral) no creciera, no hay dudas que dará su apoyo al octogenario líder, ya que no coincide en casi nada con el neoliberal. En cuanto a Amorín Batlle, no parece probable que vaya a bajarse; pero si lo hiciera, también apoyaría a Sanguinetti. En pocas palabras, Talvi solo corre para llegar segundo.

Poderoso caballero Don Dinero

A mucha gente le atraen los candidatos adinerados. En su momento fue Novick, ahora Sartori -el paracaidista- y mañana será otro millonario que crea que un país se arregla igual que una empresa. Son los émulos de Donald Trump; pero la culpa no es del chancho, sino del que le rasca el lomo.

Verónica Alonso, según ella la elegida por Dios (pavada de padrino político), criticó a Sartori y ahora le aporta su 4% de intención de voto. El 10 de noviembre, Verónica publicó en Twitter: “Varios me preguntan quién es Sartori; el candidato del PN que surge ahora. No lo conozco. Nunca lo vi y no sé qué piensa. Bienvenidos todos los que ayuden a sumar en el Partido pero alguien que vive hace más de 20 años fuera del país no parece el más comprometido con los problemas de Uy”.

O sea…

Un político se vende como la pasta dental: con una sonrisa y muchos dólares invertidos en publicidad y a Sartori no le va mal con este concepto. Su figura llegó para quedarse y, marketing mediante, es el candidato que más crece en las encuestas. El problema, como ya dije alguna vez, es que se supone que el pomo del dentífrico debe tener por lo menos un poco de contenido.

Cuando creíamos que nadie podría igualar el papelón de Luis Lacalle Pou frente a Gabriel Pereyra (donde dejó claro que manejaba cifras y datos totalmente falsos sobre el país) Juan Sartori logró la hazaña demostrando que ni siquiera sabe cuál es el Salario Mínimo Nacional. Igualmente promete (sin decir cómo, faltaba más) crear 100.000 puestos de trabajo, lo que permitió a Talvi ser noticia usando la ironía al twittear: “Yo, Ernesto Talvi, prometo crear 300.000 puestos de trabajo, triplicando la mezquina oferta de Sartori de solo 100.000. También prometo hacer todas las calles en bajada y regalar bizcochos las tardecitas de domingo. ¡Tremendo plan de gobierno el mío!”.

Lacalle Pou (otro nene con plata) tendrá que crear alguna propuesta si no quiere seguir perdiendo votos, porque ya bajó un 12%. Sartori se lo viene chupando gajo a gajo por una razón muy sencilla: Entre dos pitucos, los votantes de derecha optan por el más simpático o de más poder económico.

Sartori tiene a favor una sonrisa natural, muy buena presencia, un carisma que sería de tontos desconocer y buena utilización del marketing político. Es el langa que se levantó a una mina millonaria, es el vivo que le dejó un clavo al Banco de la República, es el paracaidista que a fuerza de dinero impuso su nombre, es el artificio y la demagogia en su máxima expresión, es el que besa niños en los spots de campaña (viejo recurso que aún funciona) y es el que se hace filmar oyendo los planteos de los vecinos, prometiendo bajar impuestos y aumentar el bienestar. Un fenómeno… pero cuidado: este fenómeno ha encontrado un filón. Apuntar su discurso a los pequeños y medianos empresarios es un golpe muy inteligente que acaba de dar. Por lo demás, no tiene idea de nada. Si llega a ganar, quizá le pase lo que a Robert Redford en el final de la película El candidato, donde tras ser electo en base a puro marketing le termina preguntando a su director de campaña: ¿Y ahora, qué hacemos?

Por su parte, Larrañaga ya está frito y con posible descenso a tercera.

En cuanto al intendente de Maldonado, Enrique Antía, si bien no tiene chances, lo más probable es que no baje su candidatura, ya que está logrando afianzar un movimiento proveniente del interior, lo cual le asegurará sin dudas una buena parcela de poder en el caso de que su partido gane las elecciones.

Innumerables hechos de corrupción en las intendencias blancas y algo de memoria impiden el crecimiento del Partido Nacional; pero puede que logre captar a muchos jóvenes que no vivieron (o eran muy chicos) cuando gobernó Luis Alberto Lacalle desde 1990 a 1995, en un quinquenio plagado de abusos gubernamentales.

Sea quien sea el que gane, sería interesante ver quién de ellos se atreverá a debatir con Oscar Andrade, incluso de a cuatro contra uno.

Así van los pingos por ahora

Según Eduardo Bottinelli (Factum) hasta ahora y por ahora la intención de voto hacia el Frente Amplio es de 40%, mientras que para el Partido Nacional sólo hay 29%, para el Partido Colorado 16% y para los partidos Independiente y De La Gente 4% respectivamente. Toda la derecha suma 49%, por lo que la izquierda tiene mucho por remar todavía.

Va quedando claro que la mayoría de quienes abandonaron al Frente Amplio no se fueron para los partidos opositores, sino que engrosaron el sector de indecisos o votantes en blanco; pero ante el peligro de que la derecha unida gane la segunda vuelta y poniendo en la balanza no solo los errores del partido de gobierno, sino sus indiscutibles aciertos y avances históricos, están decidiendo retornar para defenderlo y evitar un retroceso lamentable. En apenas un mes, el Frente recuperó dos puntos de sus propios votantes y crece pese a lo que denomino “el síndrome del matrimonio”, es decir, el desgaste que produce el acostumbramiento. A medida que el tiempo pasa (el Frente lleva tres períodos gobernando) los seres humanos tienden a dejar de ver lo positivo de quien tienen a su lado, dejan de valorar las cosas buenas y no paran de buscarle errores para criticar. El Frente crece pese al indiscutible problema de inseguridad que, por múltiples razones imposibles de abordar aquí, padecemos. El Frente crece pese a su también indiscutible e incomprensible incapacidad absoluta para difundir sus logros.

Dentro del oficialismo, Daniel Martínez (que arrancó primero) va cómodo en primer lugar, pero Carolina Cosse se le acerca peligrosamente, dicho esto en términos turfísticos. Mario Bergara no parece poder superar su umbral de 8% y no podemos aventurar a quién apoyaría si declinara su candidatura. En cuanto a Oscar Andrade (el que tiene por lejos mayor capacidad para el debate) ha pasado de 14% a 16% y nadie sabe si seguirá creciendo o no; pero está claro que liderará una de las tres corrientes principales en una nueva etapa del Frente Amplio. Especulemos: Si Oscar, a último momento, uniera fuerzas con Carolina, esto provocaría un tsunami en la interna frenteamplista y podrían superar a Daniel, aun cuando Mario decidiera apoyarlo. El golpe de efecto sería devastador y la elección interna de alquilar balcones dentro de la izquierda.

Cabe destacar que mientras en los partidos de derecha la sangre está por llegar al río, los candidatos frenteamplistas muestran una unidad, lealtad, respeto y compañerismo muy difíciles de ver en alguna otra parte del mundo.

La parada de carro de Tabaré a los militares ha fortalecido su imagen y esto beneficia al Frente; pero si este aspira a ganar en segunda vuelta, tendrá que despertar de su letargo y salir con todo ahora, porque mañana será tarde.

Si gana la derecha, Uruguay retrocederá de una manera que sólo podemos imaginar mirando lo que sucede en Brasil o Argentina, y esto, que parece una frase serena, no lo es. Es un rugido.

No lloremos mañana lo que no supimos defender hoy.

 

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