Por Ricardo Pose
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En año electoral las sensibilidades son otras y, además, muy sensibles. En cada actuación del oficialismo de la oposición inmediatamente emerge, en las reglas de este juego electoral, la obsesión por transformar en inmediata factura política cualquier traspié o encontrarle un pelo al huevo.
Hay candidatos presidenciables que, estoy convencido, harían un aporte a su campaña electoral si resistieran la tentación de sentirse obligados a opinar de todo. Pero, por otro lado, es conveniente a mis intereses que siempre me den material de calidad.
De terror
Con respecto a los últimos sucesos acaecidos en el Tribunal de Honor, el por segunda vez candidato presidenciable Luis Lacalle Pou declaró a la prensa el primero de abril: «Primero, por una investigación periodística nos enteramos de hechos aberrantes que sucedieron en nuestro país…”.y sigue la declaración; pero esta contundente afirmación, dicha como al pasar, como una suerte de banal introducción, nos hizo pensar.
Porque si bien es conocida la leyenda de que aun siendo hijo del presidente en ejercicio, el muchacho no estaba para la militancia política, nos negamos a creer que en el mundo del pituquito haciendo su carrera de Derecho, jugando al rugby y perdiendo la virginidad en un yate no hubiera siquiera escuchado, en 1990, lo que todo el país estaba discutiendo.
Es el candidato presidenciable que parece vivió indiferente durante toda la discusión pública sobre la ley de Caducidad, la segunda campaña masiva que el país conoció de recolección de firmas, luego de la de Fucvam, que no se dio por enterado que destacadas figuras de su partido como Matilde Rodríguez Larreta, Carlos Julio Pereyra y otros se sumaron a las filas de quienes apostaban a derogar la infame ley, dicho sea de paso luego de una durísima interna con Wilson Ferreira Aldunate quien abogó por la misma, que más allá de aquel resultado el tema continuó con tanta vigencia que se siguieron realizando esfuerzos institucionales para acceder a la verdad, y que finalmente la Justicia, por la brecha del Artículo 4º, pudo procesar a algunos de los responsables de los delitos de lesa humanidad.
Pero el grado de irresponsabilidad es tan grande que en el año 2017, ante el envío al Parlamento por parte del Poder Ejecutivo del proyecto de Ley Integral Antiterrorismo, Luisito se vio en la necesidad, cumpliendo algún mandado, de presentar su propio proyecto.
Mono con metralleta
Su proyecto de Ley, que quizás lo presente como informe en minoría, no tiene siquiera chance de ser tratado por gente que habla seriamente de estos asuntos.
Pero es candidato a ser presidente, está liderando en la interna de su partido, y estas declaraciones de actualidad tienen la misma lógica filosófica (por llamarlo de alguna manera) que la presentada en aquel proyecto de ley que nos parece bueno la gente conozca.
Con fecha 7 de marzo presentó, en un arrojo de coraje intelectual, su proyecto: “Delito de Terrorismo-Normas” que fue enviado a la Comisión de Constitución y Legislación del Senado.
Un asunto tan importante que se discute a nivel planetario, resumido en ocho artículos.
Y en ninguno de esos ocho artículos alude a la discusión más fundamental, más debatida, menos consensuada: qué es terrorismo, y por lo tanto, quiénes son terroristas y quiénes tienen la potestad de definirlo. Nada. Ni una sola mención. Como hombre que exhibe colgado en una pared el título universitario en Derecho (desconozco si las fachadas de las viviendas de La Tahona permiten la colocación de placas) se despacha sobre el tema, vomitando un conjunto de normas.
Las normas, a decir verdad, tampoco son una genialidad de la pluma de Lacalle Pou o su séquito de asesores.
La redacción de algunos artículos (los ocho) delatan un recorta y pega de definiciones impulsadas desde los centros imperiales de poder.
En todo caso, el texto es una brutal guiñada a muchos de los contactos internacionales de los que el Partido Nacional hace alarde y ha cultivado.
Dice en su Artículo 1: (Organizaciones o grupos terroristas)
A los efectos de la presente ley, se considerarán organizaciones o grupos terroristas aquellas agrupaciones que, formadas por más de dos personas, con carácter estable o accidental, tengan por finalidad o por objeto provocar, crear o mantener un estado de zozobra, alarma o
temor en la población, en un sector de ella o en los miembros de un colectivo social, político o profesional, realizar actos contra la vida, la integridad física, la salud, la libertad y seguridad personal o contra el patrimonio, contra la seguridad de los edificios públicos, vías o medios de comunicación o de transporte de cualquier índole, torres de energía o transmisión, instalaciones motrices o cualquier otro bien o servicio, empleando armamentos, materias o artefactos explosivos o cualquier otro medio capaz de causar estragos o grave perturbación de
la tranquilidad pública, el orden constitucional o afectar las relaciones internacionales o la seguridad de la sociedad y del Estado.
Quienes promovieren, constituyeren, organizaren, dirigieren o participaren en una organización o grupo terrorista serán sancionados con pena de penitenciaría de ocho a dieciséis años.
No parece necesario aclarar a los inteligentes lectores la nada sutil diferencia entre considerar y definir.
Esta vaga redacción, en la que internacionalmente muchos abrevan, por ser muy genérica, no ha sido utilizada, por ejemplo, para calificar el manual de Gene Sharp, De la Dictadura a la Democracia como un tratado de instrucción sobre terrorismo, o la ejecución pública de Muamar Gadafi luego de una serie de acciones que cumplen todos los requisitos para ser definidas como terrorismo, o las que podemos visualizar diariamente en las redes que se llevan adelante en Venezuela o en Nicaragua, la campaña de ejecuciones de Bolsonaro en Brasil, etc.
Terquedad vasca
El compromiso del gobierno del padre del candidato con el Estado español contra las luchas autónomas pareció quedar en el siglo pasado, pero, hijo de tigre al fin y al cabo, Luisito reafirma aquella obsecuencia, estampando en el proyecto una norma que las delegaciones españolas se han encargado de impulsar, casi como una línea que separa aguas, en cuanto ámbito internacional discute el tema.
En el literal F del Artículo 4º expresa: “Cualquier forma de acción económica, ayuda o mediación hecha voluntariamente con la finalidad de financiar las actividades de elementos o grupos terroristas”.
Las organizaciones que desarrollaron políticas con armas, y que una sutil lista confeccionada al barrer por la Casa Blanca tildó de terroristas, emigraron a la creación de organizaciones políticas que actuaban en el marco de la legalidad vigente y que se integraban a la disputa electoral luego de arduos y públicos procesos de desmovilización con la entrega de armas.
Acusadas de ser una fachada legal, una suerte de cobertura de organizaciones de pasado con acción militar, una de las medidas fue la represión sobre quienes apoyaban alguna forma de financiamiento de las noveles organizaciones políticas, incluidas las compras de bonos de colaboración o rifas.
En todo caso, parece incongruente la postura asumida por el nacionalismo criollo en la comisión de Financiamiento de Partidos Políticos, cuando se adhiere alegremente a estas imposiciones internacionales.
Solo sé que no sé nada
Pompita dice que se enteró la primera semana de abril de este año por la prensa de los hechos aberrantes denunciados durante más de cuarenta años. Distraído el botija.
Quizás sea por esa ignorancia, por hacer foco en las cosas importantes, como por ejemplo ir mejor preparado al programa televisivo “En la Mira” o hacer la bandera en un poste, que en su proyecto de ley no menciona el Terrorismo de Estado; Terrorismo aplicado desde el Estado por sus fuerzas de seguridad con legitimidad civil, o las acciones terroristas de un Estado contra otro.
La superficialidad, la liviandad para presentar proyectos de ley y opinar sobre todos los temas, no se subsana justificando desconocimiento.
El proyecto de ley de Pou sobre terrorismo es lo que nos hace pensar, sumado a sus declaraciones en la campaña pasada sobre el tema de los detenidos desaparecidos, que no se enteró por la prensa de los hechos aberrantes que justificó a su manera. Es claro que si algún tétrico Parlamento votara su proyecto de ley los volvería a justificar.
También es cierto que algunos personajes políticos, hablando de terrorismo, son de terror.