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Rumbo a Catar

Mucho marketing, poco fútbol: la Copa Mundial y Uruguay

La Copa del Mundo estuvo de visita en Uruguay, pero poca gente la vio pese a estar envuelta en una intensa campaña de marketing.

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Carlos Enrique

La breve escala uruguaya del trofeo de la Copa Mundial de fútbol en su tour previo a Catar 2022 cumplió el que, al parecer, y será recibida por la presidenta de la República en ejercicio, Beatriz Argimónera su cometido: promocionar la marca de gaseosas Coca Cola y al final del recorrido, si acaso, tomarse una foto con el trofeo dorado.

Cientos de aficionados acudieron al mítico Estadio Centenario de Montevideo a ver la codiciada pieza, pero muy pocos se detuvieron a recorrer su relieve, aquilatar su magnitud simbólica o contemplarla sin más, pues luego de media hora de paseo por estaciones de juego y del bombardeo audiovisual de la famosa soda, el tiempo ante la Copa era minúsculo.

La figura de oro macizo y 6,142 kilogramos llegó al país el viernes 28 de octubre, en su propio avión, y fue recibida como si de un dignatario o una reliquia se tratara, y trasladada del Aeropuerto Internacional de Carrasco al coloso del capitalino Parque Batlle entre una alharaca de sirenas, vehículos y luces.

Desde inicios de mes había expectativa por la llegada de una gira iniciada en mayo pasado en Dubái, y que pasa por los 32 países que lograron su boleto al Mundial que arrancará el 20 de noviembre en Qatar, con el duelo entre el once anfitrión y la selección nacional de Ecuador, en el estadio Al Bayt.

Antes de recalar en esta orilla del Río de La Plata, la Copa pasó por Corea del Sur, Japón, Australia, Irán, Ghana, Senegal, Camerún, Marruecos, Túnez, Portugal, España, Croacia, Serbia, Polonia, Países Bajos, Dinamarca, Alemania, Bélgica, Francia, Gales, Inglaterra, México, Brasil y Argentina.

Como escolta de lujo llegó el exdefensor Lucimar "Lucio" da Silva Ferreira, quien alzó esta Copa cuando Brasil se coronó en la Copa del Mundo que en 2002 organizaron en conjunto Japón y Corea del Sur, y ahora tuvo la responsabilidad de traerla a Uruguay, nación que organizó y ganó el primer torneo mundial, en 1930.

El otrora zaguero del Bayern Múnich alemán ofreció el trofeo a los uruguayos y les deseó suerte, con toda la honestidad que un brasileño puede desearle la victoria a una nación responsable del Maracanazo de 1950, el peor fiasco de la "Canarinha" a nivel de selecciones, al menos hasta el 1-7 ante Alemania, como locales, en la semifinal mundialista de 2014.

Sin mirar mucho la Copa, quizás para no "gafarla" (traer mala suerte), la vicepresidenta de Uruguay, Beatriz Argimón, afirmó que recibir el trofeo se vincula "con la más rica historia" del país.

"Esa mezcla de sensaciones que tiene que ver con ese pasado que tanto nos provoca y nos convoca, pero créannos que tiene que ver con la esperanza y el entusiasmo", afirmó Argimón.

Y aunque todavía faltan casi dos meses para saber quién alzará finalmente la Copa, este Mundial ya tiene un ganador, al menos en términos de marketing y ventas: Coca Cola.

Creer es mágico

Cualquiera diría meses atrás, cuando el portugués Cristiano Ronaldo le hizo un desplante a Coca Cola en una rueda de prensa, echando a un lado las botellas de soda y mostrando una de agua, que la multinacional y el fútbol tendrían algún rifirrafe, pero nada más lejos de la verdad.

De hecho, la compañía afianzó su alianza con la FIFA y volvió a hacerse cargo de sacar a pasear la copa por el mundo, un buen pretexto para visibilizarse y poner a media humanidad a tararear la canción del Mundial, y a saciar con sus refrescos (sin azúcar, para no engordar).

Así, los uruguayos que aspiraban a ver la copa tuvieron que comprar 6 productos de 2.25 litros de Coca Cola en mercados locales, reclamar un cupón y generar un código QR que les permitía entrar al Centenario para el evento: según los precios y el cambio local, asistir costaría unos 25 dólares, relativamente poco.

Célebre por la solidez y originalidad de sus propuestas publicitarias, en Coca Cola conocen la importancia de invertir en promoción, y esta vez la firma también apostó en grande para, como el resto de los patrocinadores de la cita mundialista, sacar su tajada en un Mundial cuyo presupuesto total ronda los 1.696 millones de dólares.

Por eso la experiencia de este tour fue más allá de (mal)observar un trofeo, con el apuro de los demás asistentes y por los encargados del evento, que exigen mantener abierto el navegador de los teléfonos celulares, supuestamente para cargar una foto tomada de lejos y rápido, aunque más bien parecía una treta para evitar "selfies" y agilizar todo.

Igual, tampoco faltó quien hizo "guerrilla", personajes anacrónicos que echan de lado la vanidad de atrapar el instante en una foto para alardear en redes sociales, y se tomaron unos momentos para ver de cerca uno de los objetos más codiciados de un planeta donde la gente suele abandonarse al fútbol, al consumo, o a ambos.

(Vía Sputnik)

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