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Mundo Angola | prisión |

Racismo y discriminación persistente

"Angola", la prisión estadounidense con legado esclavista

En la prisión "Angola", los presos negros trabajan recogiendo algodón, tal como lo hicieron sus antepasados esclavos en las plantaciones coloniales.

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En el corazón de Luisiana, Estados Unidos (EEUU), se encuentra una prisión que lleva el nombre de Angola, un sombrío recordatorio de una época oscura en la historia del país. Poco se habla de esta institución, pero es esencial destacar su vínculo con el racismo y la discriminación que continúan afectando a la comunidad negra en EEUU.

Angola ha sido comparada con un "gulag" capitalista, ya que los presos negros trabajan recogiendo algodón, tal como lo hicieron sus antepasados esclavos en las plantaciones coloniales del siglo XIX. A pesar de que la esclavitud fue abolida hace más de 150 años, sigue siendo legal como castigo para los presos condenados en este estado del sur.

En las últimas elecciones de medio término en Estados Unidos, hubo un intento de eliminar el trabajo forzado en las cárceles, y algunos estados progresaron en esa dirección. Alabama, Oregón, Tennessee y Vermont decidieron erradicar las exenciones que permitían la esclavitud o la servidumbre involuntaria, buscando poner fin a esta práctica inhumana. Sin embargo, Luisiana optó por mantener la legalidad del trabajo forzado en sus prisiones, lo que levanta interrogantes y críticas.

Luisiana cuenta con uno de los sistemas penitenciarios más notorios del país, y la Penitenciaría Estatal de Luisiana, conocida como "La Alcatraz del sur" o "Angola", es la prisión más grande de EEUU y alberga a más de 5.000 hombres, con una proporción significativa de ellos siendo afroamericanos.

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La industria penitenciaria en EEUU es multimillonaria, y unos 800 mil presos trabajan actualmente en condiciones precarias, ganando centavos o, en muchos casos, nada en absoluto. Siete estados ni siquiera pagan salarios a los prisioneros por la mayoría de sus tareas, y aquellos que se niegan a trabajar pueden ser castigados.

En Angola, la historia parece repetirse, con los prisioneros cultivando y cosechando algodón bajo amenaza de castigo si se niegan a hacerlo. Incluso algunos de ellos trabajan como peones en las casas de los capataces, realizando tareas de limpieza y cocina, recibiendo salarios ínfimos que solo pueden gastar dentro de la propia prisión.

En las elecciones, la iniciativa para abolir el trabajo forzado en las cárceles de Luisiana contó inicialmente con el apoyo del legislador estatal demócrata Edmond Jordan. Sin embargo, posteriormente retiró su apoyo, temiendo que la redacción alternativa de la propuesta pudiera tener efectos no deseados y potencialmente permitir la continuidad de la esclavitud. El caso de Angola y su vínculo con el racismo y la discriminación sigue siendo motivo de cuestionamientos y descontento para muchos.

A pesar de que algunos estados avanzan hacia la abolición de estas prácticas inhumanas, todavía queda un largo camino por recorrer. Varias legislaciones estatales permiten la esclavitud y la servidumbre involuntaria de los presos, mientras que otros estados ni siquiera mencionan estas cuestiones en sus leyes.

Es esencial recordar que el legado de la esclavitud sigue presente en la sociedad estadounidense, y que la lucha contra el racismo y la discriminación continúa siendo un imperativo moral y social. Angola es un símbolo de esa lucha inacabada y una llamada de atención para seguir avanzando hacia una sociedad más justa e igualitaria para todos sus ciudadanos.

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