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Mundo Brasil | Lula |

Séptimo Diario

Brasil: Quién mató a Marielle Franco 

Mónica Benicio, vereadora del estado de Río de Janeiro, Brasil, habla de la lucha por el esclarecimiento del crimen de Marielle Franco, su compañera.

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Quién mató a Marielle Franco. Tras la reciente victoria en Brasil de Lula de Silva, Mónica Benicio abre el panorama en relación a la necesidad de una agenda de Derechos Humanos, unificada en toda Latinoamérica.

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¿Cómo estás viviendo la victoria de Lula?

- La victoria de Lula es muy importante en muchos aspectos, y sobre todo en el simbólico. Para nosotres que somos “minorías”, negres, mujeres, indígenas, personas LGBT+ hay ahora una nueva oportunidad no solo de tener un gobierno que esté abierto al diálogo como ya se ha comprometido, sino que ponga de nuevo a andar los engranajes de la democracia, que recupere lo que verdaderamente es un Estado de derecho. Esto es fundamental porque todo eso fue lo que perdimos durante el gobierno de Jair Bolsonaro, que siempre ha atropellado a las minorías, que las ha golpeado de manera truculenta con políticas de odio, con fake news y que cerró todo tipo de diálogo. Bolsonaro operó con una política de muerte que fue muy evidenciada en el periodo de la pandemia, en una crisis sanitaria global sin precedentes: determinaba quién podía vivir y quién debía morir. Se perdieron cientos de miles de vidas de brasileros y brasileras

¿Cómo fue resistir en ese contexto?

-Fueron 4 años de gobierno en donde se cercenaron todos nuestros derechos y más aún de las minorías. Por eso es un momento de enorme celebración el del cambio de gobierno. Las mujeres, negres, lesbianas, trans no estamos acostumbrades a tener muchas victorias, así que hay que aprovechar este momento pero además comprendiendo que será un gobierno difícil. El bolsonarismo salió muy fortalecido de las urnas. Fue una de las elecciones más difíciles de la historia de la democracia en Brasil. La pesadilla bolsonarista, latente como estaba, se acabó pero se ha construido al bolsonarismo como concepto político y con mucha fuerza lo cual es muy peligroso. En los últimos 4 años el conservadurismo avanzó mucho y fue en parte gracias al movimiento organizado de las mujeres y lgbt que se pudo frenar. Se articuló un movimiento de resistencia que fue muy fuerte y ese es un gran espacio para fortalecer.

Hace poco dijiste “Cuando gane Lula vuelvo a la oposición”…

-Como decía va a ser un gobierno muy difícil el de los próximos 4 años. Por supuesto que nuestro más completo ideal sería ver todas las políticas LGBT+ por las que peleamos puestas en prácticas. Me gustaría mucho ver a Brasil discutiendo sobre la legalización del aborto, una deuda enorme. Soy muy consciente también de que se ha trabajado mucho para ganar y fue preciso hacer alianzas con la centroderecha, por eso es difícil. El Congreso quedó conformado con una gran mayoría conservadora, con una bancada evangélica que es muy fuerte y en general el conservadurismo religioso está muy presente en la política de estado. Es fundamental conseguir colocar nuestras demandas en agenda, y poder negociar para avanzar y es algo que este nuevo gobierno se ha comprometido a hacer. Cuando hablo de oposición me refiero a eso, desde ese lugar de una oposición calificada que sabe las tensiones y también cual es la importancia de darle lugar a nuestras voces.

¿Cómo es hoy ser lesbiana y política del campo popular?

-Ser una lesbiana hoy en Brasil es un desafío, y ser una lesbiana feminista que ocupa un espacio en la política institucional es aún más duro. Brasil es todavía un país muy patriarcal, muy racista y misógino en el cual la política es un lugar mayormente dominado por los hombres blancos hetero cis, incluso fundamentalistas. Pero es verdad que también encontré mucha contención desde que sucedió el asesinato de mi compañera Marielle Franco. Es muy difícil desde muchos lugares pero también me refugió mucho nuestro movimiento feminista y LGBT+ que tiene una solidaridad enorme con lo que sucedió, la empatía, la generosidad, el enorme afecto que recibí e incluso el reconocimiento internacional que. Perder a mi compañera fue el peor dolor que atravesé en mi vida y todo ese reconocimiento que decía también se volvió político. La lucha por los derechos de las mujeres, los derechos LGBT+, es lo que hoy le da sentido a mi vida. Si bien el desafió de ser una lesbiana en Brasil hoy es demasiado grande también toda esa solidaridad y esas redes de afecto que se construyen es lo que da sentido para seguir.

¿Cuál es el legado que dejó Marielle?

-Ver cuántas personas se inspiran a través de su historia para seguir con el proyecto de sociedad que ella soñaba. Eso es un sentimiento colectivo. Marielle era una mujer socialista feminista y es en esa colectividad donde ella se reconocía. Esa voluntad de construir de forma colectiva que sigue viva es para mí es muy simbólica. Marielle era una mujer negra, de la favela, una mujer que representaba mujeres, que amaba mujeres y todas esas facetas estaban tan fuertemente expresadas tanto en su cuerpo como en lo que ella hacía con su vida y cómo encaraba el mundo. Ella podía ver belleza en medio del caos y son cosas como esas las que generaron una reacción popular, una manifestación social que se armó alrededor de la imagen de Marielle. Como su compañera hoy veo que no hay solo una Marielle y que no fue en vano su muerte. Se convirtió en una figura pública y ya no es solo mi compañera, la que dormía a mi lado. Es muy bonito ver hoy en ella esa imagen popular, esa imagen que inspira a tantas personas a pelear por una sociedad más justa.

¿Podemos decir que su imagen también visibilizó y puso en la tapa de los diarios el tema de los lesbicidios?

-Marielle representa muchas luchas distintas, de las mujeres, de lo LGBT+, de la negritud, de los pobres favelados y periféricos. Son tantas y tantas luchas inspiradas a través de una única imagen que le da visibilidad a todas esas luchas. Muchos que estaban escondidos o con miedo pudieron tomar mucho de ella, encontraron el coraje y la osadía para dar las peleas. Siempre digo que su asesinato me llevó incluso a mí a aparecer públicamente como lesbiana y eso es un acto político, me afirmó para ocupar los espacios en la Cámara Municipal. Aunque sea en una entrevista, en una mesa de bar, reivindicarse lesbiana es un acto político.

¿Cómo te impacta en lo personal aún hoy seguir siendo, después de cinco años, reconocida como la compañera de Marielle?

-No es fácil la sensación cuando pasa el tiempo, la verdad. Yo esperaba que calme pero no calma. No calma porque siempre tengo que reabrir y revisitar recuerdos. Una de las maneras de pedir justicia por Marielle es justamente tener la necesidad de siempre hablar. Siempre estoy revisitando la noche del 14 de marzo que fue el momento más violento de mi vida, el más profundo y oscuro. Momentos como esos los tengo que hablar y recordar porque entiendo que son importantes para la lucha por la justicia, la preservación de la memoria.

Siento también que me toca una tarea de enorme significado: contar lo que fue nuestra relación de amor, porque es la historia presente también de muchas lesbianas. Nuestra historia fue muy difícil porque había mucha lesbofobia desde la propia familia hasta la sociedad. Van 4 años y 6 meses sin que el Estado responda quien mandó a matar a Marielle. Van 4 años y 6 meses en los que me pregunto por qué mi esposa no vuelve cada noche y por qué nuestros planes de la vida en común fueron interrumpidos.

¿Cuál es el estado de la causa al día de hoy?

-Hasta ahora los únicos acusados son los ejecutores del asesinato. Tanto Ronnie Lessa como Elcio de Queiroz aún siguen en una instancia de “acusados” del asesinato porque todavía no fueron elevados a juicio y por ende no tenemos las respuestas que necesitamos. Lo que se reclama es que vayan a juicio común. Es función del Estado probar que esas personas son las ejecutoras del asesinato pero también cuales fueron las motivaciones del asesinato. No habrá democracia plena en Brasil hasta que no se respondan esas preguntas. Este nuevo gobierno de Lula me da esperanza y sé que estamos cada vez más cerca de esa respuesta, el gobierno de Bolsonaro nunca demostró interés en la solución del caso, ni el propio gobernador del estado de Rio de Janeiro, Claudio Castro se interesó en ningún momento.

Toda Latinoamérica ha pedido justicia por Marielle y en Argentina tuvo mucha repercusión. ¿Cómo es hoy tu relación con el transfeminismo argentino?

-Es una gran inspiración. Justo vengo de una conferencia cuya temática era la política de cuidados, una temática que en Brasil es muy incipiente, muy nueva. Es fundamental pensar un Estado que se haga cargo de esas políticas de los cuidados porque solo así vamos a conseguir discutir de hecho la igualdad de género en la sociedad. Por esas cosas el feminismo argentino me es muy inspirador porque dialoga con el socialismo, tiene vetas anticapitalistas, es un feminismo en su gran mayoría donde no cabe la transfobia, y es altamente antiracista. También hay mucha discusión sobre la agenda de Memoria, Verdad y Justicia que Brasil no hay. Es muy rico intelectualmente estar acá.

¿Cuáles son las estrategias a futuro para vos? ¿Cómo cruzan las fronteras esas agendas?

En Brasil hay también una nueva composición en las Cámaras con identidades que nunca habían podido acceder, indígenas, negras, trans, entre otras. Avanza el fascismo pero también los movimientos populares como respuesta…

-Parte de la resistencia es entender que esos representantes de las minorías fueron colocados ahí por la población y que esa población se ve representada por esas figuras. Que elles hoy ocupen esos espacios de poder pone sobre la mesa el debate sobre la centralidad de ese poder. Es importante poder reconocer nuestras victorias también porque hablan de mucha resistencia, de una articulación popular, de la decisión de nuestra sociedad que no quiere una ola de fascismo avanzando y que lo dijo en las urnas de forma democrática. Por eso elegimos a Lula y esa victoria es importante que sea reconocida. Bolsonaro tenía la maquinaria pública del Estado a su servicio, tenía el dinero, el poder de ser presidente de la república, la policía federal que mandó a las rutas para impedirle votar a la gente, usando políticas del odio, comprando políticos para poder hacer acuerdos espurios. Es muy importante entender esta victoria porque fue la victoria del pueblo, una victoria popular.

¿Cómo se están viviendo los discursos de odio allá?

-Brasil es uno de los países que más produce fake news en el mundo. Es un país que dialoga todo el tiempo con la mentira. Como vereadora intenté presentar un proyecto contra las fake news y ni siquiera fue debatido en el plenario, fue archivado directamente por ser supuestamente inconstitucional. La política del odio está muy asociada a esa política de las fake news por eso es muy importante crear políticas públicas y mecanismos para frenarlo.

¿Cómo te va a encontrar el 2023, con qué proyectos?

-Antes de ser una mujer feminista, soy una lesbiana y eso orienta mi hacer político. El lugar de militancia y lucha por los derechos humanos ocupa un lugar muy central en mi vida no sólo por la democracia en Brasil sino por una América Latina unida y libre. Veré como sigo o si sigo con mi tarea de vereadora -concejala- para 2024 pero también estoy muy concentrada en poder comunicar y elegir de qué manera hacerlo. Es fundamental pensar otra forma de hacer política, no bancar la política que no nos represente, que no nos cabe. Trabajar en la construcción de una política que esté hecha con afecto, con solidaridad pero también con firmeza para que nuestras luchas sean respetadas y podamos disputar los espacios de poder. Porque les guste o no, no voy a pedir permiso para pasar, voy a pasar.

Por Lia Ghara (vía Soy)

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