El cineasta francés Jacques Rivette falleció el pasado jueves en París a la edad de 87 años. Su figura fue clave en la generación que integró la conocida como Nouvelle Vague, ya que se desde sus inicios participó activamente en los ambientes que darían lugar al histórico movimiento cinematográfico.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Autor de joyas como La Religiosa (1966), L’amour fou (1969), Out 1 (1970 – 1974) o La Bella Mentirosa (1991), la contribución de Rivette a la historia del cine se dió tanto a nivel expresivo con su extensa obra caracterizada por la experimentación y la libertad discursiva, como a nivel teórico, siendo parte de los críticos de la revista Cahiers du Cinema.
En sintonía con la atmósfera creativa predominante en su generación, sus películas ofrecían un discurso a menudo abierto, que exigía al espectador una actitud activa para poder completarlo con su bagaje propio.
Figuras femeninas como Jane Birkin, Bulle Ogier, Géraldine Chaplin, Sandrine Bonnaire, Emmanuelle Béart o Jeanne Balibar inmortalizaron varios de sus personajes principales, otorgando una identidad particular a su filmografía. La improvisación, las estructuras laberínticas o la fascinación por el teatro son estilemas propio de la obra de este autor.
“Un filme es un organismo como cualquier otro cuerpo. Los cuerpos son más o menos armoniosos, pero lo importante es que sepan caminar, que sean autónomos y que estén vivos, con sus defectos e incluso sus discapacidades”, declaró en 1995.