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¡Que no se detenga!

Por Eduardo Alonso.

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“Se puede seguir avanzando en el nuevo sistema tributario alterando selectivamente la presión tributaria sin afectar la competitividad sectorial. Por ejemplo, a la población de más alto ingreso, a los sectores con ganancias extraordinarias o poderosos patrimonios, al consumo importado de bienes suntuarios o competitivos con la producción nacional con una muy baja calidad”.

Bases programáticas del tercer gobierno nacional del Frente Amplio 2015-2020

Cuando el 20 de enero el compañero Javier Miranda informó a la Mesa Política del Frente Amplio (FA) que Tabaré Vázquez le había solicitado la opinión de la fuerza política sobre las priorizaciones a hacer en el presupuesto de los próximos tres años (2018-2020), para algunos de nosotros fue la comprobación de que el compañero presidente de la República, tal como ocurriera con el episodio del TISA, estaba reclamando “espalda” para dotar de mayor energía la profundización del proyecto progresista.

Sin duda a Tabaré no se le escapa que, como la realidad regional lo indica, el estancamiento es retroceso; el no profundizar en los cambios operados en estos doce años en el país sólo genera condiciones para la vuelta de la derecha y ello no significa otra cosa que la restauración de las prácticas capitalistas más salvajes con el consiguiente rebajamiento de la democracia.

Así, a partir de 1985 se sucedieron las razzias y la estigmatización de los jóvenes, la sistemática aplicación en respaldo de la impunidad del artículo IV de la Ley de Caducidad, la no convocatoria a los Consejos de Salarios y la persecución sindical, el intento privatizador de las empresas públicas, el desmantelamiento sistemático de la industria nacional, el aumento de la desocupación, el crecimiento sideral de la deuda externa en relación al PIB, la firma de las cartas de intención con el FMI, la depresión del mercado interno, la volatilidad del dólar, la desregulación del sistema financiero con las consiguientes estafas “peiranescas”, más una larga lista de etcéteras que tiene como frutilla el achicamiento del gasto público social en todos los rubros presupuestales. De esto hablamos cuando hablamos de restauración.

Por eso, para el FA, como lo demostró la resolución de la Mesa Política del viernes 3 de marzo, el único camino posible es no asumir el estancamiento como algo fatal, sino todo lo contrario; se trata de profundizar con ahínco y creatividad en todos los terrenos, con el objetivo de seguir transformando la realidad a partir de “priorizar el gasto público social en educación, sistema de cuidados, seguridad y convivencia, salud, vivienda y lucha contra la violencia género”.

Lo que de ninguna manera quiere decir que sean los únicos temas que revisten importancia, pero sí son los prioritarios, aquellos que hay que impulsar con más énfasis y con más recursos, porque son una señal inequívoca al conjunto del cuerpo social en el sentido de graficar que ni por asomo el proyecto de izquierda está agotado como pretende mostrar la derecha, pero muy especialmente, además, apuntan al fortalecimiento de nuestro vínculo, el del FA, dentro del bloque social y político de los cambios.

Del mismo modo, y como prioridad también, es necesario para darle sostenibilidad desde el punto de vista de los recursos –además de redistribuir asignaciones– plantearse con firmeza para disminuir el gasto en otras áreas no presupuestales, tales como el Servicio de Retiros y Pensiones Militares (reforma de la Caja Militar), que le están costando al Estado, al día de hoy, nada menos que un aporte anual de 400 millones de dólares, así como una mayor eficiencia en la recaudación. Y si la necesidad para poder cumplir con estas prioridades demanda reforzar las entradas por la vía tributaria, no generar mayor presión “sobre los salarios, las capas medias y mas pobres de la población”.

El desafío es seguir aplicando el programa 2015-2020 y eso inevitablemente conlleva la voluntad política de seguir generando condiciones para que “pague más el que tiene más”, y fue en ese sentido que, con absoluta convicción, intentó manifestarse la Mesa Política en el documento entregado al compañero Tabaré Vázquez el pasado lunes 6 de marzo, cuando hace alusión a esas bases programáticas.

En síntesis, desde nuestro modesto punto de vista, la contradicción fundamental es entre estancamiento y profundización; el FA ya decidió, en forma absolutamente democrática, como no lo hace ningún otro partido político en Uruguay, con un debate franco y abierto que abarcó desde sus comités de base en cada rincón del país a su Mesa Política Nacional, y una vez más se definió por seguir profundizando en el desarrollo de los compromisos programáticos asumidos en la campaña electoral de 2014.

Esta definición requerirá rodear su tratamiento parlamentario de una vasta movilización concertada con la sociedad civil organizada, en primer término con las organizaciones del campo popular –las clásicas y las del nuevo tipo–, que permita encarar con posibilidades ciertas las negociaciones con el resto del sistema político, al mismo tiempo que dinamizar y fortalecer el bloque de los cambios. ¡Que no se detenga!

Salute.

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