El pasado 14 de setiembre el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas aprobó, con el voto de Uruguay, una moción de censura al gobierno de Israel por la violación de los derechos de las mujeres y niñas en los territorios palestinos ocupados.
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Ante estos hechos el diputado colorado Ope Pasquet hizo un pedido de informes al Ministerio de Relaciones Exteriores en el entendido que el voto uruguayo “lastima los sentimientos de los judíos uruguayos”.
Pese a tratarse de un hecho menor, el pedido de Pasquet aparece como un nuevo desencuentro en la coalición liderada por Luis Lacalle Pou.
No se trata de la primera vez que el legislador tranca duro. Ya lo había hecho al cuestionar el uso de la imagen presidencial en la campaña electoral.
La solicitud de Pasquet señala que Israel “es una democracia asediada” y que “es notorio que trata a las mujeres de manera incomparablemente mejor que los estados musulmanes de la región”.
No obstante, la resolución no condena a Israel por su conducta en su territorio sino por cómo se comporta en los territorios ocupados.
Reafirma la declaración que “ la ocupación israelí sigue siendo un grave obstáculo para las mujeres y las niñas palestinas en lo que respecta a la realización de sus derechos, así como a su adelanto, autosuficiencia e integración en el desarrollo de la sociedad palestina”.
Sostiene “la necesidad de lograr un arreglo pacífico de la cuestión de Palestina, núcleo del conflicto árabe-israelí”.
Desacuerdos
La política exterior del gobierno de coalición aparece como uno de los rubros en los que los acuerdos son precarios.
Desde la renuncia de Ernesto Talvi a la Cancillería al desacuerdo del expresidente Sanguinetti por el respaldo uruguayo al candidato de Estados Unidos para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la política exterior es un cúmulo de desacuerdos.
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