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Pepe en 7.000 caracteres

Por Leonardo Borges.

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Caras y Caretas Diario

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En 1932, el diario La Tribuna Popular publicó una entrevista a la aventurera y escritora Rosita Forbes, titulada “Uruguay, un país gobernado por locos”.

“En Uruguay he encontrado […] un gran optimismo, un increíble optimismo. Todo se construye para el futuro […] En Uruguay existe la creencia de que la educación es el supremo fin, cuando no deja de ser un medio”.

Forbes fue una viajera empedernida, amiga de Lawrence de Arabia, que recorrió Asia y África, visitó Kufra (la ciudad prohibida escondida en el desierto del Sahara), condujo ambulancias en la Segunda Guerra Mundial y hasta recibió medallas de honor por ello. Entrevistó a Benito Mussolini, Lawrence de Arabia, Adolf Hitler, Haile Selassie, Roosevelt, Kemal Ataturk, Getulio Vargas, Juan B. Justo, el rey Faisal.

¿Por qué una de las periodistas más importantes del siglo XX, observadora de tantas realidades, nos veía de esa forma?

“He visitado numerosas escuelas en Uruguay y me ha asombrado ver que los niños sabían quién es Bernard Shaw o Lenin, pero desconocen en absoluto el nombre de los apóstoles”.

Ese Uruguay -para bien o para mal- fue marcado a fuego por un personaje clave, presidente en dos oportunidades y protagonista de lujo de los primeros 30 años del siglo XX: don José Batlle y Ordóñez. Más allá del diálogo permanente de este movimiento con la generación del 900 y todos los pelos y partidos, el reformismo marcó a fuego aquel Uruguay.

El 21 de mayo de 1856 nacía José Pablo Torcuato Batlle y Ordóñez, hijo del general Batlle y de Amalia Ordóñez, a quien apodaban el Patón de Piedras Blancas, pero que la historia recordará como Pepe Batlle. Llegó al mundo en los establecimientos de la Aguada que pertenecieron a su abuelo paterno. Hijo del general Lorenzo Batlle, presidente entre 1868 y 1872, cuando el joven Pepe era ya un jovencito inquieto, hizo estudios universitarios que no culminó, en la carrera de abogado. Formó parte de sociedades científicas y hasta llegó a ser bibliotecario del club Joven América. También fue bibliotecario en el Ateneo del Uruguay.

 

El colorado popular

De regreso de su viaje por Europa, comenzó a actuar en política en oposición al gobierno de Máximo Santos desde las páginas del diario La Razón.

En 1886 fundó su propio diario (que se convirtió en su mayor instrumento político), llamado El Día, junto a su amigo Juan Campisteguy. Su grupo político fue denominado por aquellos años como los Colorados Populares, en clara contraposición con los colectivistas de Julio Herrera y Obes.

Su carrera abarcó ser jefe político de Minas (1887), diputado por Salto (1890-1893) y

senador por Montevideo (1899-1902) y hasta fue presidente por casi un mes en 1899 hasta que asumió Juan Lindolfo Cuestas.

 

El presidente

En 1903 llegó finalmente a la presidencia en una elección muy particular, en la que su candidatura fue apoyada por el blanco Eduardo Acevedo Díaz.

Fue presidente durante dos mandatos, 1903 a 1907 y 1911 a 1915. En 1904 se enfrentó con la revolución blanca de Aparicio Saravia. Aquella fue la última gran revolución blanca. 15.000 revolucionarios se enfrentaron a más de 30.000 gubernistas durante ocho meses. Mansavillagra, Fray Marcos, Tupambaé, Paso del Parque y finalmente Masoller fueron las batallas más terribles.

El 1º de setiembre, pasando revista en Masoller, una ráfaga de metralla hirió de muerte a Saravia. Diez días después falleció y así culminó la revolución -ya sin caudillo-, marcando un antes y un después en la historia de Uruguay.

La historiografía nacional ha visto aquí la lucha entre el último caudillo rural y el primer caudillo urbano. La revolución culminó con la muerte de Saravia y finalmente con la Paz de Aceguá, el 24 de setiembre de 1904.

Finalizado su mandato presidencial, Batlle se embarcó en un largo viaje, dejando en el país como presidente a un hombre de su confianza, Claudio Williman.

Durante su viaje recorrió y visitó, pero también observó y analizó leyes e instituciones europeas, que tiempo después querrá instaurar en Uruguay.

 

El reformista

Ya en su primera presidencia había asomado algo de su política intervencionista o su pensamiento social. Las clases altas más conservadoras lo verán como una amenaza, algunos hasta lo tildaron de socialista, comunista y hasta anarquista, aunque Batlle siempre fue un liberal en lo político. Pero lo cierto es que fue electo nuevamente presidente para el período 1911-1915.

Este fue el tiempo de las reformas políticas, sociales y económicas; su opinión y su trabajo en pos de la igualdad de la mujer frente al hombre, su anticlericalismo militante, su humanismo, las nacionalizaciones, estatizaciones, monopolios estatales.

Nada más frío y más claro que la cronología.

  1. Creación de la Caja de Jubilaciones Civiles.
  2. Alta Corte de Justicia, ministerios de Industria y Obras Públicas.
  3. Estatización del Banco Hipotecario.
  4. Estatización de la Usina Eléctrica de Montevideo.
  5. Creación del Banco de Seguros del Estado.
  6. Estatización del Banco República.
  7. Creación del Instituto de Pesca.
  8. Creación del Instituto de Química Industrial.
  9. Ley de liberalización de importación de materias primas para abastecer a la industria.
  10. Creación de liceos departamentales de Enseñanza Secundaria.
  11. Nacionalización del Banco Hipotecario.
  12. Monopolio de la energía eléctrica. Universidad femenina.
  13. Ley del divorcio por la sola voluntad de la mujer.
  14. Ley sobre accidentes de trabajo.
  15. Facultades de Ingeniería y Arquitectura. Ley sobre jornada laboral de ocho horas.
  16. Administración Nacional de Puertos.
  17. Ley de pensiones a la vejez y a la invalidez.

Y no se olvidó de la violencia hacia animales -prohibió el tiro de la paloma, las riñas de gallos, las corridas de toros-.

Abolió la pena de muerte y hasta presentó un proyecto para prohibir los deportes violentos como el boxeo.

En 1915 llegó a la presidencia Feliciano Viera y les puso freno a las reformas de su amigo por considerarlas demasiado radicales. A aquello se le denominó “El alto de Viera”; un freno, según el historiador Carlos Real de Azúa.

“Hasta aquí hemos estado de acuerdo con el señor Batlle. Para el futuro no podemos decir lo mismo porque no sabemos qué quiere Batlle […] El Partido Colorado no es socialista ni va al socialismo” (8 de abril de 1919).

En 1917 se reformó finalmente la Constitución nacional y las ideas de Batlle y Ordóñez fueron derrotadas. El Colegiado –su sueño – no pudo llevarse a cabo en toda su inmensidad. Batlle pretendía que el Poder Ejecutivo no fuera unipersonal, sino compartido, colegiado, una idea que tomó de su viaje por Europa. Pero sí logró su más preciado afán, la secularización definitiva de Uruguay, la separación de la iglesia y el Estado, que se había iniciado en 1861.

De esta forma los colorados populares de Batlle se transformaron en reformistas y finalmente en batllistas. Y ese sello quedó en la memoria colectiva.

Batlle falleció el 20 de octubre de 1929 y así nació el mito.

“[…] probablemente en ningún país del mundo, durante los dos pasados siglos, hubo un hombre que haya dejado una marca tan profunda de sí mismo sobre la vida y el carácter de un país como la que dejó sobre Uruguay, José Batlle y Ordóñez”. (Russell H. Fitzgibbon).

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