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Pepe y los autoconvocados: “El campo no habla”

El expresidente José Mujica recibió a Caras y Caretas en su chacra de Rincón del Cerro para analizar las demandas del movimiento de productores “autoconvocados”. Dijo que no todos están en la misma situación, por lo que aportar soluciones generales es un error. Cuestionó la nula visibilidad que se le da al “costo” que implica el arrendamiento y manifestó su convicción de que la dimensión que tomó la demanda responde a intereses de clase.

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¿Qué opina de la movilización de los productores “autoconvocados” del martes pasado en Durazno? Sintetizar toda esta movilización bajo el término “el campo” lo rechazo, porque el campo no habla. El campo nos soporta. No lo tenemos, nos tiene él. Parece que la propiedad es divina, pero la propiedad, como nosotros, es pasajera. Los que hablan son los hombres, no el campo. Y en ese mundo de productores hay un universo complicado, al que quieren hacer aparecer como uniforme y no son todos iguales, ni viven de la misma forma ni tienen las mismas penurias. En primer término, creo que sigue habiendo una cúspide de poseedores de grandes superficies de tierra, directa o indirectamente. Lo digo porque se ha hablado mucho de cuestiones vinculadas a la producción agropecuaria pero nadie menciona las cifras de arrendamiento que tienen los productores. Los arroceros tienen arrendado 80% de la tierra que trabajan, los lecheros andan por 50% y con esas cifras nos damos cuenta de que hay un sector de terratenientes, no de productores, que no hacen nada y sacan plata a baldes. Ese sector terrateniente tiene una importancia fenomenal en los costos y en el trabajo uruguayo. Al punto tal que hay estudios que no se han podido rebatir que dan cuenta de este fenómeno. Allí se establece que en 2016 el Estado percibió por todo concepto unos 250 millones de dólares mientras que los arrendatarios percibieron cerca de 640 millones. Quiere decir que el costo mayor en la producción no es por pagos al Estado, sino por pagos al dueño de la tierra. Este costo incide principalmente en los sectores más críticos, en la lechería por ejemplo. Los lecheros chicos que han tenido que arrendar tierra han tenido que competir con la soja y han tenido que pagar renta para poder retener la tierra ante el boom sojero. Soportaron una crisis de precios en ese sector y, claro, tienen terribles problemas. Pagan una renta cara porque, de lo contrario, se llevaban la tierra los sojeros y tuvieron que vender barato. Un desastre. Los arroceros tienen otro problema. Desde el momento en que empiezan a plantar están perdiendo de 30 a 32 bolsas de arroz. De pique, ese es el costo por el arrendamiento anual. Y en muchos casos tienen una obligación de dejar una pradera después de dos siembras consecutivas. Naturalmente eso influirá al final, en el costo final. Lo otro que no se pone en la discusión, en el análisis de los costos, son las actividades de acopio e industriales para la exportación. Así sean los frigoríficos o los molinos arroceros. Ellos exportan a un precio que incluye los costos internos que puedan tener las industrias, más las utilidades, y recién después se descuenta lo que le pagan al productor. No aparece ningún estudio de eso, nadie habla de eso, si esos costos son inflados o no, en fin. Hay elementos para sospechar.   Habló del campo, del sector lechero y el arrocero. ¿Cuál es la realidad del sector ganadero? El sector ganadero pierde varias tropas en el sistema de remate. Una de las cosas que más duele es que no se haya podido llegar a algún sistema de comercialización de la hacienda. No pudieron llegar al escalón frigorífico. No hay que pensar que gente de la economía de mercado netamente capitalista vaya a tener una conducta socialista, no. Hay que esperar que tenga una buena conducta burguesa, y si son productores de carne y se quejan permanentemente, entonces es lógico que evolucionen para que tengan sus propios frigoríficos y sistemas de venta. Esa es la tendencia, pero no, acá no, porque tienen buenas gremiales, buenas instalaciones, locales comerciales en cuanta feria existe, pero no tienen un buen sistema de comercialización de ganado que lo dominen ellos y no dependa de rematadores, donde pierden la tropa más grande. Porque las tasas de ganancia de los intermediarios en la comercialización de ganado son imponentes. De eso no se habla.   Es decir que no todos los sectores viven una realidad homogénea. Claro, hay productores, particularmente chicos y arrendatarios, que están en situación difícil. Pero no son todos. Y hay muchos grandes que tienen terrible espalda.  La escala es distinta. Hay una masa que debe andar por los 36.000 productores que trabajan en 500 hectáreas. Y después existen 6.000 o 7.000 que están por encima de eso. Esa masa grande, la inmensa mayoría de los productores, apenas cubre 25% del territorio uruguayo, mientras que los otros 7.000 cubren más de 70%. Ya ese hecho nos habla de un mundo que tiene diferencias abismales. Algunos son empresas con toda la barba y por su forma de tributar descuentan IVA. Su gasoil, por tanto, descuenta IVA. Pero hay una inmensa mayoría que por su forma de tributar no pueden descontar IVA, su gasoil no puede descontar IVA, entonces el combustible ya es distinto para unos y para otros.   Los más chicos tienen gasoil más caro Claro, el más chico tiene todo más caro, la compra, el fertilizante, el riego. Hay una diferencia, por ejemplo, con Conaprole. Porque ellos tienen una empresa de insumos que amortigua, que mitiga estas cosas. Pero los otros, como están dispersos, no han podido hacer algo parecido a Conaprole, y entonces se joden. Para ellos el IVA es costo y lo tienen que pagar. Estas cosas están jugando. Por eso tomar medidas generalizadas va a favor estrictamente de los más grandes, y no se va a resolver el problema de los chicos. Creo que hay que ayudar a los que efectivamente tienen problemas, pero no todos tienen problemas.   Algunos voceros del grupo “autoconvocado” dicen que este planteo busca dividirlos. Nadie quiere dividirlos, los dividió la vida. Tienen intereses distintos. Si soy un arrendatario que trabajo 150 cuadras y tengo que pagar mes a mes el valor de una tierra, tengo una situación distinta al dueño de la tierra, que no se mueve y cobra todos los meses. No estamos en el mismo barco ni tenemos el mismo problema. Me detengo mucho en este asunto de la propiedad de la tierra. Incluso no es que la tierra sea cara, es que la propiedad de la tierra tiene una característica única como mercadería, es la única cosa que una vez adquirida genera con el paso del tiempo más valor por sí misma, no por el trabajo que sobre ella se desarrolle. Se nota muy bien en estos años. La tierra, promedio, en 2003 o 2004 valía 400 dólares y hoy vale 3.600. ¿Cómo fue posible esto? Con la evolución de la sociedad. No hay fábrica de tierra, no la va a haber, es un bien escaso. Quiere decir que aunque el arrendatario reciba poca renta anual, en el mediano plazo tiene una capitalización. La respuesta que te dan los productores es que no venden tierra, sino trigo, soja, etc. Sí, macanudo, pero el hijo de tu peón no va a heredar y el del arrendatario sí va a heredar. Y van a tener un arranque, al día de nacidos, absolutamente desigual. Y ese valor no lo generó tu trabajo, lo generó la sociedad.   ¿Habría que discutir la herencia también? Ah, sí. Esa es otra discusión. Pero en estos casos la herencia puede tener un valor incuestionable cuando es hija del trabajo, pero en este caso de la tierra es hija del tiempo y de la evolución de la sociedad. Hay un valor social que está privatizado y ese valor social es la evolución. La gente lo sabe bien. Es como aquella parejita que compró un solar pelado y sin alambres hace 40 años. La sociedad fue creciendo y ahora el solar vale oro. De repente nadie le dio pelota, pero una vez que se murió el viejo, aparecen los hijos y lo van  vender y vale una fortuna y se pelean todos los herederos en la casa del escribano.   Es la vida. Sí, sí, la vida. Y cómo sucedió todo este desbarajuste, se preguntarán. Y bueno, la sociedad creció y le dio terrible valor al campito. Yo lo digo porque lo viví. Esta chacra tiene 12 hectáreas y nos costó 15.500 dólares porque tuve que pagar 500 dólares de comisión. Ahora cada hectárea vale 25.000 dólares, un delirio. Me acuerdo que la hipotecamos cuando nos cerraron la radio. Hacía seis o siete año que andábamos acá y la tuvimos que hipotecar y vino Braglia, que lo mandó el banco, para saber cuánto salía. Y el hombre ni miró los ranchos, recorrió la chacra y dijo que valía 75.000 dólares. Yo miré a la vieja y le pregunté si había escuchado bien. Pero si la compramos en 15.000 hace seis años. Bueno, dijo, ahora vale 75.000. Este es el secreto del latifundio.   ¿Qué opina sobre las críticas, a veces violentas, que muchos productores han hecho contra el gobierno? Es que estos telefonitos y las redes sociales también te muestran la mentalidad que hay abajo. Antes por lo menos no te las decían, pero ahora a cualquiera se le ocurre un dislate y te lo larga en Twitter. Así se establece un paréntesis de confrontación en este país. En términos declarativos la proclama y los planteos eliminan la agresividad inicial, pero es cierto que esas cosas se dijeron. También es cierto que hay gente que en la izquierda considera que todos los productores son lo mismo y no es cierto, no son todos iguales ni viven todos lo mismo. El mundo mayoritariamente es gente chica que tiene sus angustias; y hay gente a la que le va bien y está tratando de aprovechar la oportunidad.   ¿Esos son los que lideran este movimiento? Si no lo lideran, andan cerca.   Le digo porque una cadena nacional de medios privados apoyando una movilización de estas características no debe ser casualidad. La verdad, Andebu no tuvo el más mínimo pudor. Salieron con las dos patas. Este movimiento no es político partidario, es de clase. En el fondo son los patrones que asumen, a partir de esta rendija que se abre, una posición beligerante.   ¿Es una disputa por reivindicaciones o por poder? Creo que hay reivindicaciones y creo que hay un problema auténtico en ciertos fragmentos de productores chicos. Pero la escala que tomó esto es por el fogoneo de otros sectores que buscan otra cosa. Apuntan a un cambio total de la política económica.   ¿Hay espacio para satisfacer algunas de esas demandas? No sé. Hay espacios para entender cosas sectoriales de gente que auténticamente tiene problemas. Pero eso de manejar el dólar me parece un cataclismo. Nadie pensó en los que tienen deudas en dólares, que es medio Uruguay. Todos los que compraron un autito, una moto, cualquier cosa. Si esos uruguayos endeudados en dólares, que somos todos, despertamos un día con un dólar a 36 pesos, nos matamos. Esa película ya la vimos. Los productores rurales también tienen deudas en dólares. Los arrendamientos son muchas veces en dólares. Solo gana el arrendatario con ese negocio. Y lo del combustible hay que verlo. Las situaciones son distintas. Si el arroz tiene un precio ajustado a nivel internacional, puede ser que como medida coyuntural vos atiendas el reclamo sobre el combustible, porque podés promediar cuánto gasoil se gasta por hectárea y podés atenderlo coyunturalmente por los precios internacionales. Es una forma de sostener. Pero eso no tiene nada que ver con el combustible que gasta la ganadería, que en general es para ir al boliche. La electricidad es otra. Para un tambero es importante, para la ordeñadora y para la máquina de frío. Pero para el pastoreo, no parece. Y para el rematador, ni te digo.   Qué opina de todas esas medidas que incluye la plataforma reivindicativa referidas a autos oficiales, disminución de la publicidad, menos funcionarios. Personalmente no tengo ningún problema. Que hagan lo que quieran. Que lo discutan y lo extiendan a todas las intendencias. Esas cosas, igual, no mueven la aguja. La gente pide más educación, más policías, más seguridad, más edificios y más de todo. Y cómo hacemos sin gente. No se puede, hay que contratar. ¡Qué querés, papá! Si bajamos la mitad de los autos, bajamos la mitad de los patrulleros, la mitad de las ambulancias…y si hacemos eso te cuelgan.

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