Textos: Alfredo Percovich
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Producción: Viviana Rumbo
Hace unos años estuvo en un campamento para refugiados en la guerra de Irak porque quería contar la historia desde el lugar de las víctimas y hoy sigue creyendo que el periodismo debe embarrarse las patas, leer, cuestionar, pero no dedicarse a sostenerles micrófonos a los gobernantes.
La nueva directora de TV Ciudad no podría vivir sin poesía. Respira letras y palabras y sueña con rayuelas y cronopios. Se ha abrazado a causas que son más justas que la propia justicia y las ha transformado en su motor de vida. Para mucha gente, ella es esa voz de las trabajadoras y los trabajadores, la que se sube los 1° de mayo a los estrados a hablarle a la multitud, a los suyos, a los que son como ella, para transmitir y compartir mensajes solidarios que llegan de otras centrales sindicales de España, EEUU, Cuba, Argentina, China, Alemania y de tantas partes.
Alejandra Casablanca, tan sobria como apasionada, es al mismo tiempo la periodista exigente, meticulosa y precisa, de mirada profunda como el mar más profundo y también es la melómana que canta a Dylan, Pedro Guerra o Pedro Aznar a los cuatro vientos aunque tenga a su frente a un ministro aguardando salir al aire. Casablanca no sabe de agendas -las tritura-, arrasa con cualquier lógica razonable de oficina o de cierta desconexión laboral. Y también es la que se emociona en silencio, sin que la vean, cada vez que recuerda a Luisa Cuesta, esa “viejita tan querida, tan adorada y tan valiente” con la que entabló un vínculo entrañable, de profundo amor por la vida, la justicia y la memoria.
Comenzaste en el periodismo en la temática de los derechos humanos y tu voz sigue asociada a la causa de Madres y Familiares. Y también a los trabajadores y las trabajadoras, al movimiento sindical.
Soy eso. Lo primero que tengo es condición de clase. Con el paso de la vida vas ocupando distintos lugares, trabajos profesionales y responsabilidades, pero la esencia no se pierde y yo soy una trabajadora. Eso lo aprendí de mis viejos, el respeto por el trabajo y esa permanente búsqueda de que trabajando en equipo se pueden lograr cosas fantásticas. Y que si trabajás a la par de quienes te rodean, el otro te siente su par. Que la central sindical me invite a subirme al estrado un 1° de mayo es el honor más grande que puedo recibir. Desde que tengo 18 años he integrado los sindicatos de todos los lugares en los que trabajé. He sido dirigente sindical, delegada de todos los lugares en los que estuve. Y ese es un honor inmenso, como lo es subir al estrado y poder transmitir nuestras reivindicaciones como trabajadores.
¿Cómo definirías tu vínculo con Madres y Familiares y con otras organizaciones vinculadas a los DDHH?
Tengo una relación muy particular, personal, muy intensa. Comencé a trabajar en periodismo hace mucho y mis inicios estuvieron vinculados a los derechos humanos. A lo largo de mi carrera y mi vida he tratado de acompañar todas las causas vinculadas a los DDHH, no solamente Madres y Familiares, también los ex presos, mis queridos compañeros y compañeras de Hijos. La vida te lleva por caminos personales que te trazan, te marcan y te terminan moldeando el ser que sos. Así sucedió con mi vida. Yo no he tenido que sufrir desapariciones en mi familia. Sí viví y sufrí la desaparición y la cárcel de padres de amigos cercanos con los que compartimos el exilio. Así fui estrechando lazos y cuando comencé a trabajar en periodismo de manera casi natural lo hice cubriendo DDHH en La 30, hace muchos años. Con Luisa tuve un vínculo muy fuerte, muy intenso, y por supuesto con los familiares que continúan ahora, con Elena, Ignacio, Óscar.
El pasado fin de semana hubo una manifestación en Buenos Aires en la que expusieron y colgaron en plazas y calles bolsas simulando contener cadáveres con los nombres de Estela de Carlotto y distintos actores políticos y sindicales. ¿Qué pensás de los embates de odio hacia Madres y Familiares en Uruguay, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina?
Una vergüenza. Un acto de barbarie. Son innombrables. Yo creo que hay mucho por trabajar. Creo que todos esos embates de odio nos muestran que se hizo poco y nada por el tema, porque nadie cuestiona, por ejemplo, que la semana pasada el gobierno de Israel, a través de Alemania, haya procesado a Friedrich Karl Berger, de 95 años, un guardia de un campo de concentración. Pero acá siguen hablando de que cómo los va a procesar la justicia si son unos viejitos y que eso debe quedar en el pasado. Aquí nadie, ningún integrante de los partidos tradicionales, cuestiona que la justicia siga juzgando a los criminales nazis. Lo aplauden, van a los actos de la B´nai B´rith y celebran el compromiso que tiene la comunidad judía con la memoria y el recuerdo de sus víctimas. Sinceramente creo que falta mucho trabajo de nuestra generación hacia las nuevas generaciones porque de lo contrario ganará el discurso de los dos demonios, y volverán las revisiones sesgadas de odio que revictimizan a las víctimas. Es nuestra responsabilidad y no podemos dejarla en manos de las generaciones anteriores ni siquiera en manos de los Familiares que ya tienen bastante ellos y cargan con tanto sobre sus espaldas y han soportado con tanta dignidad a lo largo de este tiempo de espera y paciencia. Puedo equivocarme, pero creo que Madres y Familiares son las personas más estoicas que tiene este país y que han tenido que escuchar barbaridades y mentiras durante tantos años.
También hay una embestida muy fuerte de odio hacia los feminismos. ¿Era previsible que eso sucediera?
Por supuesto, es lógico que suceda, cuando hay algo fermental, algo que mueve las estructuras y revolucionario -en el mejor sentido de la palabra revolución- es lógico que haya embates. Nadie quiere que le muevan su propia estructurita, mediocre y chiquitita y los movimientos de mujeres han sido la revolución más grande en los últimos años en todo el mundo. ¿Cómo no van a atacarlos? Es sentido común. ¿Cómo no atacar algo que sigue surgiendo, que cada vez es más grande, potente y logra convocar a las generaciones más jóvenes? Porque las que sostienen ahora las banderas, las que ponen el cuerpo, tienen 20, 25, 30 años. En Argentina les dicen las pibas y las viejas. Y ahí están ellas.
Hay ataques más o menos previsibles como decís, pero hay algunos ensañamientos que han sido brutales. Lo que le han hecho a Fabiana Goyeneche no tiene precedentes, ¿no?
Sí, por supuesto. Yo creo que todo lo que no sea blanco, heterosexual, masculino y políticamente correcto va a sufrir ataques. Esas personas, solamente por ser mujeres y no necesariamente feministas, LGTB, negros, van a sufrir los ataques porque eso tiene que ver con una estructura que se intenta romper, que es patriarcal, que resiste con uñas y dientes y se van a agarrar de lo que sea. En las redes no se fijan en la ropa de los candidatos o en su aspecto. Se fijan y atacan la ropa de Beatriz Argimón, de Carolina Cosse, dos mujeres en el poder, o si tal referente feminista está gorda o tiene marido. Y si está sola, dicen que seguro es una histérica o lesbiana como estigma descalificador y no como una opción personal. Todo esto es parte de la lucha. Hay que resistir los embates y tener buenas espaldas de amigos, de colegas, de compañeros, de gente que te empuja hacia adelante porque claramente estar sometida a ataques continuos te puede mellar, desgasta a cualquier ser humano.
¿Cuáles serán los ejes de tu gestión al frente de TV Ciudad?
Asumí el cargo con el mandato de la Dirección de Comunicación de la Intendencia de Montevideo y de la intendenta, de reforzar la pantalla, que TV Ciudad sea una voz diferente a un concierto hegemónico de medios. Se trata entonces de entender lo que representa una televisión pública y trabajar en este sentido. Ese fue el mandato. Darle una potencialidad al servicio informativo de TV Ciudad, con Informe Capital como una especie de columna vertebral y trabajar obviamente con lo que había funcionado y muy bien. Esto te lo digo porque no tengo complejos fundacionales. Este año TV Ciudad cumple 25 años y han trabajado directoras y directores talentosísimos, pero los directores pasamos y los trabajadores quedan. Cada uno tiene sus improntas. La mía es trabajar fuertemente con los trabajadores del lugar en el que asumo responsabilidades y eso fue lo que hice. Nombrar a mi equipo, con los trabajadores del canal con la experticia para cada dirección, gente que está acá hace mucho tiempo. La única dirección que nombré por fuera es la de Innovación y Contenidos con Pablo Arriola con el que ya había trabajado en el canal, no solamente en La Letra Chica sino en otros proyectos. Además, vamos a potenciar la producción propia intentando duplicar lo hecho en esa materia el año pasado yendo de 700 horas a 1.300 horas este 2021 en pantalla.
¿Se trata de buscar otra voz entre voces uniformes?
Se trata de mostrar que es posible una tele diferente, distinta, que no tiene la necesidad imperiosa de la competencia con los canales privados. Obviamente queremos competir, yo quiero mirar las mediciones de audiencia que tenemos en este país y ver que TV Ciudad compite, que los productos de TV Ciudad pueden venderse como los otros. Quiero mostrarles a los montevideanos que es una propuesta igual o mejor que la que puede ofrecer otro tipo de canal. Lo han hecho las televisiones públicas en muchos lugares del mundo, en Francia, Argentina, España y obviamente el caso de la BBC. El canal público de Bogotá es otro ejemplo interesante. Se trata entonces de buscar esa otra voz, salir del periodismo meramente declarativo que hoy se ha convertido en lo central de los informativos. Buscar otros formatos también tecnológicamente en cómo se ofrecen los productos audiovisuales hoy en el mundo. La televisión ya no es la caja, la gente mira televisión de mil maneras distintas en un celular, en YouTube, en aplicaciones y tabletas.
Fuiste productora de La Letra Chica, un programa que impactó en el medio. ¿Cómo sigue ahora el programa con algunos cambios y la incorporación de Denisse Legrand?
Primero fue un hallazgo y un acierto enorme de la dirección anterior, de Federico Dalmaud y todo su equipo. No solamente concebir La Letra Chica sino encontrar esos conductores, con esas características y haber podido generar un equipo de producción muy potente que trabajó muchas horas diarias. Para nosotros el punto de referencia pasaba y pasa por cuidar cada minuto del programa. Desde el tape inicial que te presenta el tema del día, el porqué de la elección de cada entrevistado y obviamente, la búsqueda de la gente que hable con conocimiento sobre esos temas, no trayendo a todólogos. Y también, contar con el respaldo de columnistas que aporten su conocimiento desde el análisis. Fue un fenómeno interesante el que se logró. Este año ya vieron que no está Ana Matyszczyk pero se incorporó Denisse Legrand y en relación a los analistas, no estará Susana Mangana y se incorpora Álvaro Padrón. Personalmente creo que se logró un trío muy potente entre el profe Ricardo Piñeyrúa, Diego González y Denisse Legrand. Estoy convencida que vamos a lograr un producto espectacular. Denisse tiene territorio, es la editora de Feminismos de la diaria y es una periodista muy seria, que estudia mucho. Perdón que insista con eso, pero a veces en esta cosa de la locura, de lo vacío, quiero destacar que es un lujo que La Letra Chica tenga periodistas como los que tiene, a los que hay que sumar a Natalia Uval -que desde el pasado lunes es la directora de la diaria– y mencionar a Ana Laura Pérez. Son grandes hallazgos de la dirección anterior.
Ana Laura Pérez comenzó el programa Relatos, los lunes después de La Letra Chica. Es una periodista muy potente aunque tal vez mucha gente no la tenía visibilizada, ¿no?
Yo la sugerí para Relatos, un programa periodístico con un formato íntegramente realizado en exteriores. Creo que ese programa va a dar que hablar tal como sucedió con La Letra Chica. Para mí, Ana Laura Pérez es una de las mejores periodistas que tiene este país. Y de las más preparadas. Y fue un hallazgo también cómo se mueve en cámara, que no es fácil. Ella te genera cosas en cámara, no te olvidás de ella después que la ves en la pantalla.
Los han acusado de ser el brazo periodístico del FA. ¿Qué generan esas acusaciones?
Nos van a acusar de muchas más cosas que ser el brazo periodístico del FA. Yo no quiero que acusen de ser el brazo periodístico de ningún partido a gente que está trabajando honestamente, de manera independiente, mostrando lo que pasa, no inventando absolutamente nada y analizando todo con especialistas calificados. Yo no puedo negar que mi cargo es político, me nombra la intendenta de Montevideo, a través de la Dirección de Comunicación. ¿Eso implica que TV Ciudad sea el canal del FA? ¡Por favor! No se sostiene. ¿Te parece que tener a una de las editoras del diario El País trabajando y desplegando su talento en pantalla, o el primer programa dedicado a la ciencia en horario central con un equipo de periodistas que respetan todos los científicos y las instituciones del país, o programas que invitan y escuchan a la academia, a la cultura de Montevideo, a la cocina, el deporte, o tener series para adolescentes, el cine de Cinemateca, es ser un canal del FA? Bueno, sinceramente, no me caben prendas. De todos modos, desde el día que anunciamos que volvía La Letra Chica nos empezaron a decir de todo (risas).
Uno de los temas que marcaron la agenda informativa en 2020 fue la Operación Océano. ¿Pensás que hay un antes y un después en relación a la explotación sexual de NNA?
Sí, creo que hay un antes y un después que permitió que no fuera una noticia más de tercera categoría en noticias de sociedad. El tema está sobre la mesa y eso es muy importante porque la ciudadanía tiene la posibilidad de acceder y pensar lo que somos. Los uruguayos tenemos como una concepción sobrevalorada de lo que somos, pensamos que somos los más cultos de América Latina en esta penillanura levemente ondulada y que ciertas cosas les pasan a otras sociedades, pero también somos esto que nos atraviesa como sociedad.
En las últimas semanas se ha intentado sembrar un manto de dudas sobre la investigación. ¿Crees que hay un lobby que opera a través de los medios para proteger a los acusados y responsabilizar a las víctimas?
Primero y fundamental, hay que darle todo el respaldo a la fiscalía para que investigue todo lo que tiene que investigar. Hay que darle todos los espacios que se puedan a nivel informativo para que la gente se entere de qué se trata esta causa y ver si por primera vez se logra cortar un poquitito del poder de muchos de estos señores, de los que hablábamos antes, varones, poderosos, blancos, heterosexuales, políticamente correctos, con un buen pasar, padres de familia, docentes. Si logramos mostrar que tenemos que trabajar en esa dirección, creo que seremos mejores como sociedad. Por tanto, primero que nada el respaldo total a la fiscalía. Por otra parte, los medios deciden a quién entrevistan y eso marca una postura. Si yo decido darle un micrófono a un negacionista que está diciendo cualquier disparate mientras la gente se muere, frente a la expansión de un virus que ha quebrado al mundo entero, esa es mi responsabilidad. A veces mostrar las dos supuestas campanas le sirve a mucha gente para ocultar lo que piensa. Si vos vas a buscar esas dos campanas te exhibís como independiente, aséptico, puro, supuestamente objetivo. Y no somos objetos, somos sujetos. No somos cosas, somos personas con nuestra propia subjetividad. Si alguien dice que llueve y otro dice que no, mi rol como periodista no puede ser ponerle el micrófono a los dos sino abrir la ventana y ver si llueve. Y confrontar al que me dijo que sucedía algo que no era cierto. Ese es mi rol. Embarrarme las patas y ver lo que está pasando. Hay mucha gente haciendo mandados, esa es la verdad, pero eso es más viejo que el agujero del mate en este país, no es que apareció recién ahora con la Operación Océano y con los abogados VIP. Los mandados acá tienen tantos años como el periodismo.
¿Por qué firmaste contra 135 artículos de la LUC?
Firmé contra la LUC porque considero que no se discutió lo suficiente, porque creo que el Parlamento debería haberle dado otro tipo de tratamiento mucho más profundo, porque es muy importante todo lo que cambia a todos los uruguayos en distintas áreas, porque entre los 135 que se quieren derogar, por ejemplo, hay cosas que marcan un antes y un después y que son un retroceso social enorme, porque creo profundamente en los derechos de los trabajadores y algunos artículos de esta ley son un evidente retroceso que hasta pone en duda el derecho constitucional que tenemos a la huelga, porque es un retroceso a nivel de la educación, de la salud, de las empresas públicas y porque, sobre todo, es importante que la gente lo discuta. Y felizmente los uruguayos tenemos un recurso democrático que nos permite decir a los ciudadanos que no estamos de acuerdo con esta ley. Como ciudadanos, tenemos el deber y el derecho de habilitar el referéndum para que todos los uruguayos decidan si es o no apropiado tener esos artículos en la ley. Me sorprende que ahora cuestionen el derecho a juntar firmas los mismos que impulsaron recolecciones de firmas para derogar la Ley trans o para la campaña Vivir sin Miedo. No está bueno cuestionar las herramientas que nos da la democracia cuando no nos gusta. Hay que defenderlas, yo la defendí también en esa oportunidad y las defiendo ahora. Y firmé porque para mí firmar es más democracia.
Desde las organizaciones sociales se ha cuestionado mucho al presidente de la República por no atender las urgencias de la gente en situación más vulnerable durante la pandemia. ¿Crees que el presidente está encerrado en su burbuja y no escucha otras voces o no tiene real dimensión de lo que están pasando miles de compatriotas que -por ejemplo- tienen que ir a una olla para poder comer?
No. Yo creo que el presidente está gobernando y está tomando las decisiones que considera tiene que tomar según su visión, su ideología, su programa de gobierno y sus prioridades. No creo que esté en ninguna burbuja. Sabe lo que está pasando, el presidente de la República es un político de fuste, que además, entre otras cosas, nos ha dejado claro y creo que se lo ha dejado claro a sus ministros y a la gente de la coalición que lo apoya que todo pasa por él. Ha sido muy claro con eso, lo ha dicho desde antes de ser presidente y lo ha manejado a lo largo de todo este año: la decisión última es la mía y yo soy el responsable de lo que pasa. Por supuesto que el presidente sabe lo que está pasando. Lo que creo es que hay una visión muy frontal de cuáles son sus prioridades y la visión sobre para qué sirve el Estado. Son decisiones políticas que toma todos los días.