Hasta el candidato Álvaro Delgado reavivó su poncho de colono y se entremezcló con la gurisada. Valeria Ripoll tuvo su bautismo en Masoller y, para no desentonar, intentó sin éxito estar a la altura de los correligionarios. Se puso un pañuelito blanco atado a la muñeca, más propio de la tribuna olímpica que de los homenajes a los 120 años de que una bala le pegó a Saravia.
El martes 10, los homenajes siguieron al pie de su monumento, levantado en el Prado. Ese día, mientras todos se saludaban y homenajeaban al caudillo, Gustavo Penadés venía por la ruta 5 viajando a Montevideo, pero con destino al juzgado de la calle Juan Carlos Gómez. Debe haber sentido una sensación rara de que compañeros de ruta y de militancia estuvieran ahí cerquita, cantando la Marcha de Tres Árboles, y él no pudiendo asistir…
Las vueltas de la vida. Su jefe civil, el expresidente Lacalle Herrera, mientras tanto, presentaba en sociedad a su nieta Violeta, la hija de Loli y el presidente. Y decía, orgulloso abuelo, que hay una nueva Lacalle para arrancar en el Partido Nacional. Justo unas horas después, el mismísimo Lacalle padre había bajado de un hondazo a otra mujer, la Cra. Laura Raffo y sus deseos de integrar la lista al Senado del herrerismo. Inteligente jugada para que las mujeres blancas no se sientan desplazadas.
Breve historia
Primero en las redes sociales, luego en un programa de televisión, Romina Celeste lo denunció públicamente y así comenzó esta historia. La respuesta de Penadés por esos días se hizo bajo la protección de la Cámara de Diputados. Allí, en una falsa conferencia de prensa, acompañado por el entonces presidente de la Cámara, el Canario Andújar, algunos legisladores de su agrupación y el entonces ministro del Interior, nos dijo que era inocente, que todos conocíamos su orientación sexual y que demandaría a la denunciante por difamación e injurias.
Lo que vino después es una triste historia por todos conocida. Lo indagaron, le levantaron los fueros, la jueza Vargas aceptó el pedido de la Fiscalía y se realizaron las indagaciones, como prueba anticipada, de las víctimas que tuvieron la valentía de denunciarlo.
Se fueron sucediendo, una tras otra, cinco audiencias, en las que Penadés concurrió a la calle Juan Carlos Gómez en su calidad de indagado. “Soy inocente y no me arrepiento de nada. Estoy tranquilo”. Después agregaba: “Esto es una trama contra mi persona y voy a demostrarlo”.
Juana se entrevistó en una oportunidad, durante este período, con Gustavo Penadés. La recibió en su casa del Parque Rodó. Durante la charla, que duró aproximadamente una hora, intentó infructuosamente convencer de que había una trama para perjudicarlo. Habló del fuego amigo y del fuego enemigo. Con el diario del lunes a la vista, Juana recuerda que Penadés insistió en que estaba armando una investigación para demostrar su inocencia. Nunca imaginó que esa investigación involucraba policías, funcionarios públicos y cuanto estuviera a su alcance para estafar a la Justicia.
El martes 10 de octubre amaneció soleado, caluroso. La audiencia en la sede de Juan Carlos Gómez comenzó temprano. Penadés llegó acompañado de su abogado y dijo a los medios allí apostados: “No tengo miedo a nada ni nadie, tengo tranquilidad de conciencia”. Fue la última vez que vería la calle en libertad.
De nochecita, llegó el auto de formalización y todo cambió. Gustavo Penadés fue formalizado por 11 delitos de retribución a la explotación de menores de edad, cuatro delitos de abuso sexual especialmente agravados, tres delitos de abuso sexual agravados, un delito de violación, un delito de desacato, un delito de corrupción de menores y uno de atentado violento al pudor. En total fueron 22 delitos. Y ese mismísimo día comenzó su prisión preventiva en el penal de máxima seguridad del departamento de Florida. El Senado y la Cámara de Diputados lo expulsaron en aplicación del art. 115 de la Constitución.
Los condenados
El caso Penadés ya se ha llevado puestos seis condenados en juicio abreviado, que habían armado una suerte de investigación paralela para estafar a la Justicia y correr el velo de la debida reserva de la identidad de las víctimas. El “equipo de Penadés” comenzó una investigación paralela con un único fin: “Hay que salvar al amigo”.
Entre los condenados se encuentra el exfuncionario del Poder Legislativo y del Parlasur, Diego Cuiñas, Carlos Tarocco, exdirector del Comcar, y los también policías Rodríguez y Quiñones.
Los seis juicios abreviados, llevados adelante por un minucioso trabajo de la Fiscalía, dejaron poco margen de acción a la defensa de Penadés a la hora de armar su estrategia.
Juana sabe que no aceptarán el juicio simplificado. Irán a juicio oral y público. El próximo 7 de octubre vence el plazo de la preventiva por 180 días en el penal de Florida.
Las nuevas audiencias
Los días 10 y 11 se realizaron nuevas audiencias en el juzgado de la calle Juan Carlos Gómez. A las 13 horas, como siempre ocurre, trajeron a los formalizados Penadés y Mauvezín de sus respectivos lugares de reclusión. Esperaron en el carcelaje, conversaron con sus defensas y a las 14:30, el martes y el miércoles se iniciaron las audiencias.
Los periodistas en ninguna de ellas tuvimos la suerte de poder subir. El acampe fue largo y pasamos del calor y la neblina al frío helado, cerca del mar en Ciudad Vieja. Ahora tenemos la suerte de que la espera se hace menos tediosa. En Juan Carlos Gómez, a metros del juzgado, La Ventana, un bolichito simpático en una vieja residencia con zaguán y piso de mármol, atiende Jonatan, sirve cafés calentitos, cookies de chocolate y maicena y unos chipá de queso a los que Juana no supo decirles que no. Es un lugar estratégicamente ubicado que lleva a la juntada para achicar los acampes de periodistas y facilita el intercambio con funcionarios, abogados y defensas de los que siempre se rescata algo bueno.
La audiencia del martes, gracias a la ayuda de alguna defensa y algún fiscal amable que se apiadó de nosotros, que bajó temprano porque tuvo audiencias en la sala contigua, podemos definirla de agitada, acalorada y con más de una palabra fuerte que traspasó las paredes.
En definitiva, la audiencia del pasado martes, para la defensa de los formalizados, fue de mucho ruido y pocas nueces, no lograron su objetivo. Intentaron, una vez más, la declaración en calidad de prueba anticipada de Paula Díaz (la que todos conocimos como protagonista de la falsa denuncia contra Yamandú Orsi).
La Fiscalía consiguió su objetivo. Estaban todos cansados y, como estaba previsto, la nueva audiencia se reinició el día miércoles a la misma hora.
Declaró una nueva víctima en calidad de prueba anticipada, y lo esencial es que se estableció la próxima audiencia para el día 23 de setiembre. Allí, la Dra. Alicia Ghione, fiscal del caso Penadés, y su equipo, solicitarán una nueva prórroga para determinar si llevan al exsenador blanco a juicio, lo sobreseen o piden una prórroga.
Además, y tal como adelantó en forma exclusiva en entrevista que dio a Caras y Caretas el pasado 31 de mayo, solicitará la reformalización del exsenador y líder de la lista 71. Se trata de una nueva imputación por delitos vinculados a “la trama”. No olvidemos que hay 6 condenados, quienes ya asumieron su culpabilidad y reconocieron la existencia de la asociación ilícita, el cohecho, entre otros, y su calidad de colaboradores en la etapa procesal pergeñada para correr el velo de la identidad de las víctimas que tuvieron la valentía de denunciar.
Además, se discutirá si se mantiene el régimen de prisión preventiva, que hoy tiene a Gustavo Penadés en el penal de máxima seguridad de Florida y al profesor de historia Sebastián Mauvezín en el penal de Campanero.
En la audiencia del miércoles se tomó declaración anticipada a una víctima que, según dijo el abogado de Penadés, Dr. Homero Guerrero, ejercía la prostitución. En su relato estableció que iba a tener como cliente al exsenador, pero finalmente éste la violó. Según surge de su declaración, este episodio ocurrió en los 90, teniendo la víctima 19 años. La víctima no sólo declaró su abuso sino algo mucho más grave; declaró que Penades llevaba menores para Punta del Este para participar en tríos con otros jóvenes, incluso en alguna ocasión niños bastante chicos.
La defensa de Gustavo Penadés sostiene que en la etapa de acusación ellos podrán hacer la valoración de la prueba y allí estarán en condiciones procesales de exponer sus discrepancias.
El Dr. Juan Raúl Williman le dijo a Juana al respecto, hace unos meses, que no imagina un control de acusación muy complejo, más bien un control de acusación común, discutido como siempre, pero nada más, “porque hasta ahora, la Fiscalía viene desarrollando una investigación muy minuciosa y creo que esto le asegura un buen control de acusación y un mejor juicio”.
Las lecciones
La formalización de Gustavo Penadés es un hito en la historia que comenzó hace un año y medio. “Desde que se supo la denuncia, todos pensamos que esto podía ocurrir”, le dijo por entonces a Juana la vicepresidenta Beatriz Argimón. “Pero nunca imaginamos, agregó, la contundencia de los hechos demostrados en la investigación llevada adelante por la Dra. Ghione y su equipo”. Las instancias judiciales continuaron y aún resta el juicio oral y público al principal formalizado. Pero el caso ya nos ha dejado algunas lecciones como sociedad.
La primera tiene que ver con las dificultades que generalmente existen para enfrentar los abusos contra niñas, niños y adolescentes. Penadés llevaba demasiado tiempo reiterando este patrón de conducta. Cuesta creer que nadie se había enterado o sospechado hasta que Romina Celeste realizó su denuncia pública. Después vinieron las denuncias de las valientes víctimas que se animaron a concurrir a Fiscalía primero y al juzgado después.
Todos hemos mirado para el costado y el caso nos interpela como sociedad. Me he preguntado muchas veces si Penadés no estaría sentado en su mullido sillón del Senado si en marzo del año pasado una militante del Partido Nacional no hubiera destapado la olla. La vicepresidente Argimón entiende que nada hubiera ocurrido y todo seguiría igual.
La segunda lección es la de las responsabilidades políticas. Al comienzo de esta historia, Penadés utilizó al Poder Legislativo para proclamar, a viva voz, delante de un banner de la Cámara de Diputados, que era inocente. Lo acompañó y descalificó de antemano las denuncias el ministro del Interior de la época, Luis Alberto Heber, jefe máximo de los auxiliares de la Justicia que tuvieron que colaborar con la Fiscalía en la investigación. El mismísimo presidente de la República decía en ese entonces que creía en Penadés, confiaba en él y lo respaldaba.
El Honorable Directorio del Partido Nacional jamás convocó a la comisión de ética partidaria. Penadés le salvó la petiza, como decían en mi barrio. Renunció y se desafilió cuando se complicaron las cosas. Nadie debe justificar semejantes imprudencias. En el caso Penadés, su propio partido transmitió mensajes equivocados, incongruentes e insensibles a la opinión pública.
El caso judicial que todos conocemos como el “Caso Penadés” sigue avanzando, la campaña electoral de los blancos también. Los homenajes a Saravia, las apariciones permanentes del presidente de la República jugando en la raya de la Constitución, también. Penadés en unos días más seguirá sumando delitos a su formalización.
Mientras tanto, la campaña ingresa a su recta final y los blancos siguen dando tela para cortar y notas para escribir.