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Política

El teatro como una pastilla para la memoria

Gilberto Vázquez y los cancerberos de la democracia tutelada

La confesión del genocida Gilberto Vázquez profundiza el debate sobre el vínculo de la democracia y las fuerzas armadas.
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Caras y Caretas Diario

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La obra de teatro de la Comedia Nacional “Las Actas”, que recogen la confesión del fallecido genocida Gilberto Vázquez confirmando varias de las advertencias del peligro que corrían las Instituciones democráticas en 1989, no sólo es un ejercicio de memoria con la intensidad que brinda el lenguaje teatral, sino que permite a partir de algunas señales, profundizar el debate entre un vinculo nunca terminado de definir entre la sociedad democrática y sus Fuerzas Armadas.

En julio del año 2006, al Coronel en situación de retiro Gilberto Vázquez se le constituyó un Tribunal de Honor para Oficiales en Jefatura de Policía, por su fuga del Hospital Militar, mientras estaba bajo custodia de la división del ejército Nº1.

Las actas se conocieron recién públicamente en el año 2020 lo que generó una polémica aún no laudada sobre si la reserva de las mismas fue por voluntad de las distintas administraciones frenteamplistas, o éstas fueron birladas.

Como surge del acta ante el interrogatorio del Tribunal sobre su fuga, Vázquez responde: “No violé ninguna palabra de Honor, no se me pidió en ningún momento a mi la palabra de Honor y en principio cuando supe que me iban a buscar me fui, por qué me fui, es medio largo, pero sí quieren se los cuento, esto no va al Poder Ejecutivo, esto queda acá”, a lo cuál el Presidente del Tribunal responde: “El Reglamento de los Tribunales de Honor, en el Artículo No. 77 establece que cuando un Tribunal de Honor intervenga en cualquier asunto en el que exista la presunción de un delito, común o Militar, su Presidente comunicará de inmediato al Superior que corresponda, suspendiendo las actuaciones del Tribunal, hasta tanto el Superior se pronuncie, el Superior se puede pronunciar de que sí hay una presunción de un delito, esto pase a la Justicia, tanto Militar como Civil”.

De todo ese trabalenguas jurídico militar, Vázquez parece haber concluido que como parece sucedió, no se informó al Poder Ejecutivo y pasa a dar una información que confirma la tutela militar vivida durante los primeros años de la recuperada democracia.

El guion teatral es casi una copia fiel de lo escrito en las actas, pero sobre el final, y como en todo inteligente texto dramático que apunta a que el público quede reflexionando, hay una escena que nos hace volver de golpe del pasado y reflexionar sobre el actual estado de situación.

Un oficial joven que cumple las tareas de asistir a los generales del tribunal con la entrega de documentos, lecturas de materiales, manejo del grabador, compra de pilas y bizcochos, un poco torpe y extremadamente marcial, cuando el tribunal se retira de la sala y el oficial queda solo con Gilberto Vázquez, lo llama “Mi Coronel”, se cuadra y le hace la venia. Todo un gesto.

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"Las Actas", obra de teatro que recoge las confesiones de Gilberto Vázquez. (Foto: S. Mazzarovich)

"Las Actas", obra de teatro que recoge las confesiones de Gilberto Vázquez. (Foto: S. Mazzarovich)

(Obra "Las Actas" Foto: Santiago Mazzarovich)

El año que estuvimos en peligro

El 16 de abril de 1989 se realizó el referéndum contra La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, mas conocida como la Ley de Impunidad.

Se llegaba a esa elección en el marco de varias advertencias que venían realizando organizaciones de izquierda sobre la posibilidad de que se cometieran algunos actos de represión selectiva, o literalmente terroristas como la granada colocada en un acto del Partido Comunista del Uruguay.

Durante la campaña electoral, el Presidente de la República Julio María Sanguinetti advertía que de triunfar el voto verde que derogaría la Ley de Caducidad, se podrían vivir intentos de quiebre institucional por parte de sectores golpistas en las Fuerzas Armadas.

“El cambio en paz” del primer presidente del gobierno democrático no podía disimular su condición de “rehén” de la tutela militar, como tampoco lo hizo su principal contendiente, el nacionalista Wilson Ferreira Aldunate.

Algún día la historia laudará si en el caso de los dirigentes de los partidos tradicionales, primó la prudencia, la conveniencia o la falta de coraje cívico.

Para algunas organizaciones como el MLN-Tupamaros, la fecha elegida para realizar la elección no era sencilla; la elección era dos días después del 14 de Abril, una fecha reivindicada por los militares y paramilitares en honor a sus caídos y donde arreciaban los seguimientos y aprietes sobre militantes tupamaros por parte de los servicios de inteligencia policial y militar.

Ese “secreto a voces”, esas “guerras de inteligencia de baja intensidad”, vinieron a ser confirmadas por Gilberto Vázquez en las actas.

Vázquez contaría que “en el ochenta y nueve la junta de generales decide, tiene información de que van a haber atentados, decide que va a tener una respuesta oficial y yo que estaba en el I.M.E.S. me manda buscar un General que en nombre de la junta de generales y me dice que hay que preparar la respuesta oficial. Bueno vamos a ponernos de acuerdo con los nombres porque esto acá no se puede .hacer, no me pueden dar la orden. Me parece muy bien, pero el tema es que si ya estamos a esa altura hablando bien claro, si algo sale mal yo voy en cana por autor material y usted autor intelectual porque el Comandante en Jefe esto no lo puede bancar. La única forma nos ponemos de acuerdo con los nombres y hacemos una cosa por convencimiento, porque no hay otra manera, bueno se marcaron cuatro objetivos que eran Fernández Huidobro, León Lev, Hugo Cores y no me acuerdo que otro, entonces los empezamos a marcar a todos en la calle, al final nos saludaban y al Ñato Fernández Huidobro que yo tenia conocimiento profundo le dije, mirá Ñato, si algo sale mal te vas para arriba, mirá el tema no somos nosotros, son los jóvenes, bueno yo te digo el tema son los soldados los alférez, el tema es vos sos responsable, yo soy responsable, no hay otra”.

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(Foto: Santiago Mazzarovich)

El recule

Cuenta la leyenda interna de los tupamaros, que en una de las primeras reuniones de su dirección a poco de salir de la cárcel, Raúl Sendic definió la estrategia a llevar adelante gráficamente, como “jugar sin cartas en la manga”, es decir incorporarse a la legalidad y a la lucha política electoral.

Sin embargo tal como luego lo confesaría Gilberto Vázquez, el transitar determinados caminos no era solo una elección de los ex guerrilleros.

La modificación en los objetivos de ésta organización no era la primea vez en su historia que le ocurría; ya lo habían logrado en 1972 cuando el gobierno decide avalar la presencia del Escuadrón de la Muerte y otros grupos paramilitares para atacar a la izquierda y al naciente Frente Amplio, sumergiendo a la organización armada en una guerra de aparatos que tendría su máxima expresión el 14 de abril de ese año.

En el 89, los tupas estaban bajo la lupa; se había aprobado su ingreso al Frente Amplio generando un terremoto interno en la coalición que derivó en que se retirara su grupo mas grande, la 99 de Hugo Batalla, y se estaban dando los primeros pasos para la construcción de un nuevo bloque político dentro de la izquierda al que en principio se sumaron grupos con un pasado parecido al del MLN: el Movimiento Revolucionario Oriental (que en los 70 llevó acciones armadas desde las Fuerzas Armadas Orientales) y el Partido Por la Victoria del Pueblo (expresión política de la Organización Popular Revolucionaria – 33 Orientales).

El PVP que dentro de la izquierda era apreciada como una organización política meramente testimonial, estaba generando con su constante militancia por Verdad y Justicia, con emblemáticas figuras como la “Tota” Quinteros, Madre de Elena, la mayor incomodidad para este grupo de militares.

Dirá Vázquez al Tribunal de honor: “ni siquiera el Frente Amplió, está jodiendo, porque los tupa no están jodiendo, los grupos moderados no están jodiendo ,¡es el grupo ese del hermano de Tabaré , el PVP el que esta jodiendo”.

En el Frente Amplio asomaba tras la figura de Tabaré Vázquez, la aspiración de la izquierda de al menos hacerse del gobierno municipal de Montevideo, como finalmente ocurrió.

Todo esto obligó a que las conversaciones informales entre Huidobro y Gilberto Vázquez estuvieran rodeadas de la necesaria reserva, de no disparar desproporcionadas alarmas, pero de que se tomaran medidas mínimas de seguridad, que justamente no fueron comprendidas por la mayoría de los jóvenes del MLN, esos que Huidobro quería sacar de un posible escenario de confrontación selectiva.

En la convención de ese año, el Frente Juvenil del MLN-T se retira en masa de esa organización.

“Recule” se denominó en la nueva jerga tupamara a un estado de semi clandestinidad que se basaba en seguir con las actividades laborales y políticas públicas, ahora en la construcción del Movimiento de Participación Popular y la militancia frenteamplista, pero no pernoctar en los domicilios.

Fernández Huidobro y otros miembros del Comité Ejecutivo y Central del MLN pasaron a recule en los momentos mas intensos en torno al 16 de abril de 1989 y nos consta que dirigentes de otras organizaciones de izquierda también lo hicieron.

Aunque En las actas Gilberto Vázquez no vuelve a mencionar si efectivamente se llevaron adelante algunas de las acciones planteadas, lo cierto es que de la lista de los objetivos humanos marcados, a Hugo Cores, le volaron el auto unos pocos años después.

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Autonomía Militar

Un comentario dicho como al pasar en el medio de los reproches que Gilberto Vázquez le hace a los generales del Ejército, es la señal mas clara de como perdura hasta nuestros días, una suerte de autonomía militar que tiene su propia dinámica y toma definiciones aún con la Constitución abajo del brazo.

Cuando Gilberto Vázquez se entrega al ejército antes de su primera fuga y se entera que va a ser trasladado a Argentina por el Caso Gelman expresa: “El asunto es así, cuando yo me entero que me van a buscar, me voy, mi intención era no ir preso, después me hacen llegar por vías indirectas que si vuelvo va a ser igual al caso Berrios, es decir el Comandante va a dar la palabra y vamos a salir todos en libertad, en caso de que yo no aparezca no se puede hacer, porque ya está faltando al honor, no tiene sentido que le diga eso, cuando no está, entonces vengo a los efectos de que se pueda conseguir todo en libertad, como ustedes saben la gente de Berrios nunca estuvo detenida y allí me quedo”.

A pesar de que finalmente tres militares fueron extraditados a Chile y procesados en aquel país por el caso Berríos, algunos generales manejaron la posibilidad de que Vázquez y otros zafaran como los militares involucrados en el homicidio del químico.

Desde la fecha de la detención y extradición de esos militares, el Centro Militar (CM) se ha convertido en su principal portavoz, que como se sabe, es integrado por militares en actividad y en retiro.

Desde 1985 ocupando la Presidencia del Centro Militar, el General ® Iván Paulós (fallecido en el año 2015), desarrolla la teoría de la “guerra psicológica”, un nuevo nivel de enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y los grupos de izquierda.

Una teoría enmarcada en la definición de la estrategia de la Doctrina de la Seguridad Nacional, a la que algunos viejos y nuevos militares, siguen adhiriendo.

Hoy ese Centro vuelve a intervenir con plena autonomía en la vida democrática del país, incidiendo por lo bajo en las definiciones sobre Reformas a la Caja Militar, a la Carrera Militar y en las definiciones como proyectos de ley sobre la prisión domiciliaria para mayores de 65 años.

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