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TRUMpitas al solitario

Pompita en creciente soledad

Por Juan Raúl Ferreira.

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En pocos días son las elecciones en EEUU. Ocurren en un momento clave en el continente, lo que les da una importancia mayor que la habitual. Veamos:

Lacalle (h) envió un saludo al presidente electo de Bolivia. Lucho Arce, sin temblarle el pulso. Nadie se excusó por el apoyo de Uruguay a Almagro, que bajo falsas denuncias de fraude, rompió el orden institucional un año atrás. ¿Quién es responsable de todas las muertes causadas? Un año después el MAS (Partido de Evo) saca más votos que entonces. Aun en las mesas cuestionadas.

México pide, con energía, la renuncia de Almagro al demostrar la gran mentira. La Cancillería de Tlatelolco cuestionó “la autoridad moral de Luis Almagro para seguir al frente de la OEA”, debido al “uso faccioso que hizo de la misión de observación electoral para denunciar un supuesto fraude en los comicios del año pasado, donde resultó ganador el presidente Evo Morales para un cuarto mandato.”

En Chile, un complejo plebiscito da un grito de libertad. No es fácil para un uruguayo entenderlo desde otra normativa e idiosincracia. Votaban dos hojas: una por reformar o no la Constitución que heredaron de Pinochet. En otra papeleta, si el eventual nuevo texto lo redactaría una Asamblea Constituyente o una Mixta. Resultado fácil: 79% en contra del continuismo legal de la dictadura. El 80% decidió que sea el propio pueblo el que elija su constituyente.

En las relaciones con Argentina, la inexperiencia de Lacalle (h) sigue poniendo a prueba la paciencia ajena. Tras salir en todos  los canales opositores de Buenos Aires diciendo que el camino “no es prohibir, ni cuarentenas sino apostar a la libertad responsable”,  se le disparan los números y manda a Delgado a la TV a decir “seremos implacables con todo el peso de la ley, contra los que violen la cuarentena” (¿?). En Cancillería el Estado normal es la cuarentena: El ministro al llegar de España, al ir a despedirse del rey. De regreso de la despedida. Al ir a ver a Pompeo y Almagro y cuarentena al volver. Ahora por contagios en su círculo. Gestión en cuarentena.

Los resultados del martes próximo hay que verlos en este contexto. Para nosotros,  lo más importante es que Trump se vaya. Amenazas de invasión en la región, diplomacia errática, dudas serias y responsable sobre su estabilidad psicológica desde su propio entorno.

El último fue el jueves de la semana pasada. Ante la falta de respeto absoluto de Trump, no solo ante su contrincante (Biden), sino ante los mismos periodistas, obligó a adaptar normas extremas. La Comisión Nacional de Debates ordenó cortarle el micrófono cuando se acabara su tiempo, para imponerle un acatamiento a las normas que desconoció antes. ¡Al presidente de Estados Unidos!

Hay un eje central de esta campaña, que ha girado fundamentalmente en torno al combate al covid. Resulto contagiado, él mismo, 6 asesores, su mujer y su hijo. El día que le dieron el alta, hizo un repudio al tapabocas. En efecto, tras bajar del helicóptero en la Casa Blanca, se paró con solemnidad y mientras un marine daba toque de silencio, se quitó con brusquedad el mismo, lo miró con odio y lo arrojó enojado en un bolsillo.

Sostuvo que el alcohol que le inyectaron en el Hospital Militar Walter Reed le hacía inmune a todo contagio. Mientras sus asesores médicos se encargan de desmentirle, agregó. “No le teman al covid, no dejen que domine sus vidas.” En la recta final agregó dos temas irritantes.

En tanto dice llevar el resultado electoral a la Justicia, ha dado pasos sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Al morir la (ministra) Ruth Bader Ginsburg, entregada a  la lucha por la igualdad de género, decide nombrar su sucesora. Es cierto que en EEUU, los miembros de la Corte Suprema son sugeridos por el presidente y aprobados por el Senado. Pero no a una semana de las elecciones.

No cedió ni a la presiones de senadores de su propio Partido Republicano. A una semana de las elecciones, la juez Ay Copey Barreta, de 48 años, juró para integrar la SCJ hasta su muerte. Pero además lo hace en la Casa Blanca y dedicó 3/4 partes de su discurso a alabar al presidente Trump y la gratitud que le guarda.

Al día siguiente, ya a menos de una semana, el vicepresidente Pence retoma la campaña electoral. No sería complejo, de a no ser que estaba fuera de circulación. ¿Por qué? Seis asesores inmediatos dieron test positivo. ¿Es el COVID lo que está en juego? No, ¿la responsabilidad? Si. América Latina le llegó la hora de decir basta. Si pierde Trump es  la seguridad de que nada se impondrá en su camino.

El resultado, como siempre, dependerá de la cantidad de gente que vote. A más votos, menos posibilidades para Donald. Al salir la revista, ya habrán votado unos ochenta millones, en virtud del voto adelantado por la pandemia. Casi el doble de lo esperado. El panorama regional hace que esperemos el resultado con atención y moderado optimismo.

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