Nadie sabe si Pompita tiene agenda o todos los bolazos que lanza, como los del TLC con Chile, son solamente -como dijo Tabaré- “pompas de jabón”. Es muy difícil imaginar que Larrañaga, aunque se lo proponga en serio, logre algún acuerdo con otros partidos de oposición que, al menos, haga creíble, un proyecto de gobierno alternativo. Es verdad que el Guapo está herido pero no muerto; y también es cierto que para gobernar va a tener que dialogar… y también hacer coalición con “chorros”. Lo dijo sin hacerle asco a nada. Sin eufemismos. Podría haber sido más explícito con quienes lo escuchaban y haber dicho: “Si tengo que gobernar con chorros, más vale que sean de los míos”. En verdad, lo único que sabemos es que blancos y colorados no nos dicen, ni le dicen a sus votantes, qué tienen planeado hacer, qué programa tienen, cuáles serán sus primeras medidas de gobierno, a qué proyecto de país aspiran. Tal vez, como sugieren algunos, no tengan futuro. Pero si nos equivocamos y sí tienen proyecto, si saben qué hacer, si pueden gobernar, ¿por qué no sabemos lo que van a hacer? Estas últimas semanas han sido reveladoras de curiosos secretos. En tres patadas descubrimos que un intendente blanco le vendía nafta a la intendencia en su estación de servicio; que el mismo jerarca, cuyo apellido es Bascou, ha sido denunciado en un juzgado penal por emitir medio millón de dólares en cheques sin fondos; que la senadora Verónica Alonso sigue sin cumplir con la orden judicial de pagar 31.000 dólares que aún debe de la propaganda de las pasadas elecciones; que un diputado blanco conducía un vehículo en estado de ebriedad y atropellaba a una sexagenaria; que una senadora lacallista -Carol Aviaga- empleaba “en negro” al peón que trabajaba en su establecimiento rural; que el principal adversario de Enrique Antía en Maldonado tiene una juicio por defraudación impositiva que lleva adelante la DGI; que un diputado del herrerismo le adeuda a la Intendencia de San José una suma millonaria por convenios incumplidos y el intendente Falero hacía la vista gorda a la travesura de su correligionario. Fue tan fulminante y revelador el desnudismo, que en la interna blanca estalló la bomba atómica. Es sabido que Larrañaga no tiene por Pompita la menor simpatía. Larrañaga no es perfecto, pero siente que él es otra cosa. Ni es pituco, ni es soberbio, no es haragán, no se tiñe el pelo, no es rico ni vanidoso. Tampoco Larrañaga carga una pesada mochila como la que lleva a sus espaldas su rival en la interna blanca, quien sufre la fama de su familia, que fuera involucrada por propios y extraños con actos de corrupción durante el gobierno de su padre en la última década del siglo pasado. Por eso las denuncias de corrupción duelen tanto en el Partido Nacional y duelen mucho más en el herrerismo, y particularmente le duelen a Pompita, que hace la cruz cada vez que se le arrima la sospecha, que para Luis Lacalle Pou es como el demonio. El volcán empezó su erupción en el departamento de Soriano, donde los blancos de Lacalle dejaron solo al intendente Bascou. El senador y exintendente Guillermo Besozzi, uno de los brazos de Larrañaga, renunció asqueado al Directorio del Partido Nacional, indignado por la deslealtad de Pompita. Una semana después, la bomba explotó en San José, donde el intendente Falero cesó a los directores de Alianza Nacional y rompió con Carlos Camy, el otro brazo de Larrañaga. Esta primavera se viene un invierno frío en el partido de Aparicio Saravia. Ni Sergio Botana en Cerro Largo, ni Carlos Enciso en Florida, ni Adriana Peña en Lavalleja, ni Carlos Moreira en Colonia ni el inefable Enrique Antía en Maldonado se la van a llevar de arriba. Pase lo que pase, y aunque todos miren para otro lado, nadie podrá creer que entre blancos y colorados no hay corrupción. A quien tenga recuerdos, a quien quiera informarse, a quien no quiera ser ingenuo, a quien no quiera engañarse, no le costará mucho averiguar lo que fueron los gobiernos blancos y colorados en los que se metió la pata y la mano en la lata muchas veces, muchísimas más veces que en los 13 años de gobierno frenteamplista, época en que Uruguay es uno de los dos o tres países menos corruptos de Latinoamérica. Y mientras los blancos se pelean, las encuestas hablan y dicen que el Frente Amplio dejó de perder puntos en la opinión pública, que los blancos no sólo no ganan puntos, sino que empezaron a perderlos y que 51% de los uruguayos cree que Tabaré Vázquez está haciendo una buena presidencia. Y que los indecisos (30%) son frenteamplistas que no saltan el charco y que, aun desilusionados, terminarán votando al Frente Amplio cuando este defina sus candidatos. Ahora bien, habría que saber qué van a hacer los blancos -todos los blancos- si llegan al gobierno. Se aceptan apuestas: ¿serán como Trump, como Macri o como Temer? Me temo que si ganara la oposición, lo primero que peligra es el Sistema Nacional Integrado de Salud. El Fonasa es lo primero que quieren desmantelar, particularmente a ASSE y los actores públicos. Después irán por la reforma laboral, los Consejos de Salarios, las ocho horas, las conquistas de las trabajadoras domésticas y los trabajadores rurales y la flexibilización de las relaciones laborales. También irán por las jubilaciones -sobre todo procurarán aumentar la edad jubilatoria- y por los beneficios sociales que proporciona Mides, disminuyendo la calidad de las prestaciones o, aún más, suprimiendo el Ministerio de Desarrollo Social. Tal vez -con el propósito de bajar el déficit fiscal- pretendan disminuir la carga impositiva a las empresas y a los más ricos, aumentarán el IVA y las tarifas públicas y dejarán volar el dólar para que los exportadores hagan su agosto. Rebajarán además el presupuesto de la educación pública, de la Universidad, del Sistema Nacional de Cuidados, del Hospital de Clínicas, achicarán los recursos destinados a la investigación científica y otorgarán más beneficios a la educación privada. Y quizás anularán los subsidios al boleto, la gratuidad del boleto escolar, liceal y de jubilados. Esto parece lo obvio, lo que surge de la prédica permanente de la oposición, de sus críticas sistemáticas a las políticas públicas de los gobiernos frenteamplistas. Bueno, hasta aquí lo que parece evidente, lo que no se discute, lo que responde a lo que se sabe de lo que van a hacer, porque para eso quieren ganar. Pero hay cosas más concretas, prestaciones más precisas, beneficios más particulares que reciben cientos de miles de uruguayos que tal vez quisieran saber lo que les espera si vencen los partidos de la oposición. Por ejemplo: qué pasaría con el Hospital de Ojos que lleva operados 75.000 uruguayos; qué pasaría con los planes de salud bucal que atienden a decenas de miles de escolares; que pasaría con las prótesis ortopédicas que se hacen en el Mides para personas con invalidez; qué pasaría con las pelucas que obtienen las mujeres que han sufrido la caída del cabello por causa de la quimioterapia que han recibido como tratamiento de enfermedades neoplásicas; qué pasaría con las prestaciones del BPS a jubilados y pensionistas; qué pasaría con las asignaciones familiares. ¿Seguirán teniendo ayuda aquellos que necesitan lentes comunes, bifocales o de contacto? ¿Recibirán prótesis quirúrgicas o externas quienes las necesitan? ¿Continuarán recibiendo sillas de ruedas, vendas, fajas, bastones y férulas los que se pueden beneficiar de ellas? ¿Recibirán audífonos los que tienen dificultades auditivas o aparatos de ortodoncia quienes necesitan correctores dentales? Pero, además, sería bueno saber si en el caso de un eventual gobierno blanquicolorado se continuará con las prestaciones de Mides. ¿Se continuará con los servicios de acompañantes a las personas que precisan ayuda para sus necesidades básicas? ¿O no habrá más recursos para no perder el grado inversor? ¿Se continuará con las becas de inclusión educativa para niños o niñas menores de dos años que residen en áreas con insuficiencia de servicios públicos o centros educativos, de cuidados y educación infantil, o en las que haya carencia de transporte público o por las dificultades de entorno familiar? Se continuará con los programas que buscan contribuir a mejorar la situación alimentaria nutricional de personas con enfermedades crónicas y en tratamiento con una realidad económica desfavorable? ¿O habrá que hacer una esfuerzo a costa de ellos para bajar el déficit fiscal? ¿Se continuará apoyando a instituciones públicas y privadas sin fines de lucro, tales como merenderos, clubes de niños, hogares infantiles, atención a discapacitados, refugios, centros diurnos y centros de atención a víctimas de violencia doméstica que realizan asistencia en actividades educativas, sociales y recreativas, asistencia alimentaria u otras iniciativas? ¿Se seguirá apoyando a los menores de 18 años en situación de riesgo nutricional, mujeres embarazadas o en lactancia con malnutrición, con riesgo de malnutrición o desnutridos por carencias de alimentos de valor biológico? ¿Se seguirá asistiendo con alimentos a personas en situación de extrema pobreza imposibilitadas de trasladarse por sus propios medios a los comedores? ¿Se seguirá asistiendo a adultos mayores víctimas de abuso y maltrato o desprotección en materia de derechos? ¿Se seguirá prestando alojamiento en un lugar seguro y protegido a las mujeres e hijos víctimas de violencia doméstica? ¿Se continuará con los programas de contención y acompañamiento psicológico social y legal a mujeres que viven o han vivido situaciones de trata con fines de explotación sexual? ¿Seguirán teniendo servicios de transporte las personas con movilidad reducida? ¿Podrán disponer de zapatos ortopédicos las personas en situación de vulnerabilidad? ¿Continuarán los programas del Mides para la atención a las personas sordas o con discapacidad visual? Creo que en lugar de lanzar al aire pompitas de jabón, sería importante saber qué se va a hacer con estos servicios o prestaciones y cómo se van a contestar todas estas preguntas. No se imaginan cuánta expectativa y tranquilidad crearían en la opinión pública si convocaran a los medios para decir que sí, que todos estos apoyos a las necesidades de la gente más vulnerable van a continuar, que las empresas públicas serán fortalecidas, que la educación va a recibir los mismos o más recursos, que el sistema de salud mantendrá al menos la misma calidad y cobertura, que la democracia conservará su solidez y los derechos humanos se continuarán ampliando y profundizando, que los Consejos de Salarios no serán restringidos ni limitados y que las leyes y edad jubilatorias van a ser respetadas, que las vacantes en los cargos públicos se seguirán llenando por concursos o sorteos y que se continuarán los esfuerzos para hacer de la Policía una institución digna, eficaz, honrada, respetable y respetada. Si Pompita y Larrañaga nos aseguran que van a respetar estos propósitos, vamos a dormir un poco más tranquilos
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