Existen al menos cuatro formas de determinar si se está formando una burbuja en los mercados financieros.
Uno de los primeros aspectos a considerar son las valoraciones. A pesar de que los ratios de precio sobre ganancias (PE) alcanzan niveles excesivos, el mercado podría excusar esto centrando la atención en nuevas métricas que justifiquen estas sobrevaloraciones. Históricamente, el PE promedio del S&P 500 ha sido de 16x en los últimos 25 años, pero actualmente se sitúa en 25x. Este aumento podría justificarse al apuntar hacia el potencial de nuevas ganancias de productividad derivadas de la IA, o en productos considerados de valor estratégico nacional, como los semiconductores, que estarán protegidos y respaldados por el gobierno.
El segundo factor a considerar es la narrativa en curso, que a menudo gira en torno al mensaje de que "esta vez es diferente". Las burbujas casi siempre se sustentan en la creencia de un nuevo paradigma o tecnología emergente, ya sea la internet, el proceso de producción japonés, la electricidad, los ferrocarriles o los canales. Esta narrativa suele crear un puente mental entre la realidad actual (los flujos de caja) y lo que podría ser (las proyecciones de ingresos futuros).
Un tercer indicador es el apalancamiento oculto. No solo los inversores y especuladores han seguido invirtiendo en acciones sobrevaloradas, sino que un número creciente lo ha hecho empleando dinero prestado. Este comportamiento indica una mayor tensión y riesgo en el mercado.
Por último, el posicionamiento también puede ofrecer indicios sobre la inflación de una burbuja. Si observamos que la demanda institucional se fortalece y se convierte en una posición larga, esto indicaría que los inversores institucionales están renunciando a otros activos, como bonos o materias primas, y están destinando más capital hacia activos de la IA.
Con la mayoría de las personas apenas comenzando a entender las capacidades de la IA, todavía es incierto qué nuevos modelos de negocio surgirán a partir de esta tecnología. A medida que el tiempo avanza, se espera que los inversores profesionales, más sofisticados, lleguen a una mejor comprensión del valor que aporta la IA y dónde podrían estar las fisuras en la narrativa optimista prevaleciente.
En resumen, aunque la inversión en IA tiene el potencial de ofrecer grandes oportunidades, también es fundamental mantenerse alerta a las señales de que podríamos estar en la cúspide de una burbuja. La historia nos ha enseñado que las euforias desmedidas suelen culminar de maneras inesperadas, y los próximos meses serán cruciales para determinar la dirección que tomará este apasionante y complicado landscape financiero.